DE LA VERDADERA Y FALSA TRISTEZA
Nolite fieri sicut hypocritae tristes. ¿Cómo prohibe aquí el Señor la tristeza á los que ayunan? La Iglesia, su esposa, pone hoy entredicho á todas las alegrías, y no publica otra cosa sino tristeza: enluta los altares, cubre con velo las imágenes, los ornamentos negros, callan los órganos, los cantos tristes, manda llorar á los sacerdotes y á todos nos quiere añublar los corazones. ¿Pues y aquella ceremonia de la ceniza, señal de tristeza ; aquellas temerosas palabras: Memento homo quia cinis es et in cinerem reverteris, á quién no causan melancolía?
Dícenle al rey Ezequías que ha de morir de aquella enfermedad, y vuelta la cabeza á la pared, se hacen sus ojos fuentes de lágrimas. Saúl, valiente guerrero, se desmayó oyendo nombrar la muerte, y cayó en tierra amortecido (I Reg., 26). A Nabal Carmelo se le hiela la sangre y se le murió el corazón en el cuerpo. ¿A quién no turba acordarse que ha de morir? Mirad, no prohíbe aquí el Redemptor generalmente toda tristeza. Hay una tristeza natural que es buena como no exceda los límites de la razón; si estáis enfermo, si os sucede una pérdida y desgracia, no se excusa el pesar; así es cosa natural que la carne macerada, afligida y castigada con el ayuno, ande triste y no traiga el color tan bueno : no se veda eso. Otra tristeza hay voluntariamente tomada por las culpas cometidas, y ésta pide Dios en todo caso al pecador. Sacrificium Deo spiritus contribulatus (Salmo 50) : "El espíritu afligido y atribulado por haber ofendido al Señor, le es agradable sacrificio". A esta tristeza llama San Pablo según Dios: Quae enim secundum Deum tristitia est paenitentiam in salutem stabilem operatur (2 Cor., 7).
Hay tristeza del mundo por las cosas del mundo, y ésta acaba la vida, y hay tristeza según Dios, á su gusto, por su orden ; tristeza que la aprueba El ; esta es la penitencia y es causa de salud permanecedera, así como es cosa muy aborrecible á Dios pecar y tener alegría, frenesí intolerable que se ría el que está condenado á muerte eterna y tiene por enemigo declarado á Dios.
Mostróle Dios al profeta Ezequiel unos varones en el templo que tenían vueltas las espaldas al sanctuario y adoraban al sol hacia Oriente, y dícele : "¿Has visto semejantes abominaciones como éstos hacen en mis barbas ? In ostio templi Domini, inter vestibulum et altare (Ezequiel, 8) provocándeme a ira. Et ecce appliean tramum ad nares suas. Y lo peor es, que no lo tienen en nada, que traen ramilletes en las manos para oler". Grande maldad, que en la casa de Dios, en su Iglesia, haya quien vuelva las espaldas á Dios, remate cuentas con Él, y que de sus pecados haga ramillete para oler, que le huelen á rosas y claveles sus abominaciones. Qui laetantur cum malefecerint et exultant in rebus pessimis (Prob., 2): "Que se dan el pláceme cuando han hecho mal y se regocijan en cosas pésimas". ¿Quién son éstos ? Los que adoran el nacimiento del sol, enamorados de la claridad que en sí ven, de linaje, letras, hermosura, riquezas, vueltas las espaldas al Poniente, olvidados del morir, hacen la rueda de su vanidad como pavos, no miran á los pies feos de la mortalidad y así se desvanecen; éstos pecan y están alegres.
Por el contrario, es cosa muy acepta á Dios la tristeza después del pecado ; y así la Iglesia católica, después destos días en que se deshierran las furias infernales y pasan tantas licencias y solturas, quiere reducir á estos hombres desmemoriados á que miren al Poniente de su vida; quiere enturbiar sus profanas alegrías. Memento homo quia cinis es et in cinerem reverteris. Hácenos en la frente una cruz de ceniza que significa la muerte; es decirnos que para esta cruz, que en aquella hora me lo habéis de pagar. Memento homo; quita el ramillete y pon ceniza; no mires, hombre, al sol, sino á la tierra, que della fuiste formado- y en ella te has de volver; no al nacimiento sino al fin.
Luego que vió Ezequiel aquellos atrevimientos y desacatos contra la divina Majestad, representóle el Señor el castigo y destrucción que enviaba sobre los delincuentes, y vió unos hombres de armas que venían aparejados para matar, y uno vestido de blanco que traía unas escribanías en la cinta; á éste le dijo el Señor: Signa thau super frontes virorum gementium et dolemtium , super cunctis abominationibus quae faciunt (Ezequiel, 9) : "Ve por esa ciudad y señala el Thau en las frentes de todos los varones que gimen y lloran por las maldades que pasan ; y vosotros ios tras él, y los que estuvieren señalados queden con vida ; todos los demás mueran". El Thau es la última letra del alfabeto hebreo, y significa el fin. Pues, ¿quién son los que se escapan de la ira de Dios? Los que tienen impresa en la frente la memoria del fin, que todo lo de acá se ha de acabar. La ceniza en la frente es el Thau ; pero los que están signados con esta señal han de llorar y gemir por los pecados suyos y ajenos.
No le conviene otro oficio al pecador sino llorar, diciendo aquellas palabras que en persona del pecador dijo el santo Job: Pereat dies in qua natus sum et nox in qua dietum est: conceptus est homo. San Gregorio entiende por el día la delectación del pecado, que ceba el alma y la provoca á pecar; y por la noche el consentimiento de la voluntad con la culpa ; por el cual pierde la gracia y luz del Espíritu Sancto y queda en tinieblas más escuras que las de Egipto. Destos días y noches se componen los años de los males que se han de meditar con amargura de corazón. Recogitabo tibi omnes annos meos in amaritudine animae meae (Isaías, 38). Pues quiere decir: perezca el día en que nací, malhaya la delectación que fué añagaza y causa del pecado: mueran las alegrías que me trajeron las ofensas de Dios; castigúese la malicia de la voluntad, que por tan ligeros motivos cayó en la noche del consentimiento. ¿De qué manera? Dies illa vertatur in tenebras, occupet eum caligo, et involvatur amaritudine (Job, 3) : "Día aciago fué aquel en que nació el hijo de la concupiscencia, día del hombre en que hace su voluntad contra la divina". Diem hominis non desideravi, tu scis (Jerem., 17).
Pues el que le deseó y le procuró y se holgó con él, conviértalo en tinieblas; múdese el placer en pesar, la alegría en tristeza, la risa en llanto ; lastímese el alma con el dolor de la contrición y pague el escote de la delectación de la culpa. Occupet cum caligo. Sobrevenga á aquel día una niebla espesa, una confusión muy grande, una vergüenza muy profunda. Desta vergüenza estaba ocupada la Magdalena cuando no osó parecer delante la presencia de Cristo y se quedó á las espaldas. Con este humilde empacho estaba retirado el publicano, no osando levantar los ojos al cielo. Desta confusión estaban llenos á quien el apóstol decía: Quen fructum habuistis tunc in illis inquibus nunc erubescitis? (Rom., 6). ¡Oh, qué entonces! ¡Oh, qué ahora! Ya se pasaron los días de disolución, ya vuestros pasatiempos, ya los banquetes y juegos: ¿ qué fruto habéis sacado sino dolor y confusión? Et involvatur amaritudine. Revuélvase el vino de aquel placer con hiél y vinagre de amargura, porque si coméis los ajos y cebollas de Egipto, lágrimas han de saltar por los ojos ; dentera os ha de quedar si comistéis los agrazones de la maldad; siempre se sigue al pecado tristeza y remordimiento.
Y si el día, que es principio del pecado, ha de ser tratado con tanto rigor, ¿qué será la noche, que es fin? Si por las alegrías vanas es menester llorar, ¿qué será por los pecados? Noctem illam tenebrarum turbo possideat (Job, 3) : "Posean y aquella noche un tenebroso aguacero y torbellino". Este huracán es un espíritu de temor, una congoja del ánima angustiada por haberse atrevido á la soberana Majestad: es una tempestad y sobrevienta que expele della la serenidad de alegría mundana; es aquel aire vehemente y viento deshecho que hostiga y atormenta las naves de Tharsis; una consideración de la justicia divina, de la grandeza de su rigor, muerte, juicio, infierno. ¡Dios en un palo por destruir el pecado, tantas ofensas repetidas, la infinita bondad despreciada! ¡Oh, qué tormenta pasa por un alma que contempla esto con alguna luz!
Desta manera se deshacen y aniquilan los días y noches del pecado, porque de los que están así llorados y gemidos dice luego : Non computetur in diebus anni, nec numeretur in mensibus (Job, 3) : "No se pongan en el calendario, ni se cuenten en los meses". Luego quita Dios de su libro estas partidas porque van borradas con lágrimas; que es lo que dijo San Pablo: Si nos metipsos judicaremus, non utique judicaremur (Cor., 31): "Sea el hombre juez y verdugo contra sí; juzgúese en el tribunal de la penitencia, y escapará de la condenación de la divina justicia": esta es la tristeza por la culpa que nos pide Dios y persuade la Iglesia. Otra tristeza hay fingida para engañar á los hombres, y ésta es de hipócritas y la que el Señor aquí reprehende, y por eso dice : Nolite fieri sicut hypocritae tristes. No dice, no estéis tristes, sino no queráis, no afectéis haceros tristes. Sicut hypocritae tristes.
R.P. Fray Alonso de Cabrera OP († 1598)
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