DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA (Consideración del R.P. Fr Alonso de Cabrera OP)

 




DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA

Ductus est Jesús a spiritu in desertum ut tentaretur a diabolo.
(Mat., 4).




El santo Evangelio contiene aquel famoso desafío y trabada lid que pasó entre el Príncipe de la luz, Cristo nuestro bien, y el Príncipe de las tinieblas, el demonio; y la victoria insigne que el Señor alcanzó de su adversario y nuestro. El campo que Cristo escogió para este encuentro fue el desierto ; el padrino que le lleva es el Espíritu Santo; las armas que trae son oración y ayuno de cuarenta días ; la parte desarmada que descubre al enemigo para que le ose acometer es la hambre después de tan largo ayuno, con que mostró la flaqueza de verdadero hombre. El contrario, dragón artero y con grandes victorias ensoberbecido, trae por armas su astucia, temeridad é importunidad ; la requesta y fin por que combate es averiguar en esta batalla si Cristo es natural Hijo de Dios, para guardarse dél, y si puro hombre, rendirle á su servicio. 




El primer golpe que le tira, como astuto, es decirle que haga con su palabra de las piedras pan, en testimonio que es Hijo de Dios. El segundo, como temerario, fue subirle en el chapitel del templo y decirle que se echase de allí abajo para prueba de lo mismo. El tercero, como importuno, ofrécele la monarquía del mundo, con que postrado le adorase. Todas tres lanzas volaron en piezas sin hacer movimiento en el celestial guerrero, que las rebatió en el escudo de la palabra de Dios, diciendo á la primera: "No con sólo pan vive el hombre, sino con la palabra que sale de la boca de Dios"'. A la segunda: "No tentarás al Señor Dios tuyo". A la tercera: "Huye de aquí, demonio Satanás, que escrito está : al Señor Dios tuyo adorarás y á él sólo servirás". El demonio, corrido y afrentado, dejó el campo, y los ángeles sacaron dél á su Señor victorioso, y le sirvieron de lo que había menester. 



Este desafío venimos hoy á mirar, para que de ello resulte gloria á Dios y á nuestras almas provecho. Pidamos la gracia por intercesión de la Virgen sacratísima. Ave.


                 



En otras partes veo los Evangelistas más puntuosos y delicados en esto del andar ó menearse Cristo; que no dicen llévanle, sino Él se va, y el mismo Señor : ego vado. "Yo voy, y nadie me lleva". Y aquí veo que todos tres coronistas, contando esta tentación, usan de términos que significan no sólo guía, sino fuerza: Expulit; que le aventó el espíritu y arrojó al desierto. La razón es por que esta batalla la ha de acabar como hombre, y quiere enseñar á los que no lo son, que no se vayan ellos á la tentación de su parecer, sino llevados.




Todos tenemos tentaciones, aunque diversas, pero no todos salen con victoria. ¿Qué es la causa? Porque algunos se ponen de su voluntad en la tentación ; no los pone Dios, sino su imprudencia ó temeridad y sus pasiones. Y déstos no se encarga Dios para librarlos, antes merecen que los deje allí cañonear del demonio, que mueran en los cuernos del toro, pues incautamente se pasean por el coso, y vayan de mala landre, pues no huyen los lugares apestados: qui amat periculum in illo peribit. Y si Dios alguna vez librare, sea pura misericordia, no débito de justicia. 




Va Jonás por la mar corriendo la tormenta y no quiere Dios que se aplaque hasta que le echen á fondo, y ayer vimos á los discípulos remando contra el viento y antes de llegar á tanto riesgo los libra; porque á éstos Él los puso en aquella necesidad : coegit discípulos ascendere navin, y así estaba á su cuenta favorecerlos ; mas Jonás, él se embarcó en el navío para huir de Dios, y así no cuida de escaparle, antes fue gran misericordia sacarle después del vientre de la ballena. Ni más ni menos; sabéis vos que pasar por tal calle, entrar en tal casa, hablar con tal persona os es escándalo, y no dejáis de ir y venir como mariposa á la luz de la vela; ¿qué os espantáis que pequéis y que Dios os desampare ? 




Cuando David conoció de sí que la vista de Bersabé le alborotaba, quitárase de mirarla; mas advirtiendo su peligro, se está quedo; ¿qué mucho se desatine y caiga? Por esto no me espanta ver tanta corrupción de deshonestidad en el mundo ; antes sería de espantar lo contrario, supuesto el poco recato que hay. Vosotras, señoras, con vuestras galas y afeites, con vuestras salidas, miradas, señas y melindres, os ponéis en la ocasión, y la dais para que os codicien y se os atrevan. Los mozos livianos con sus puntas y copete, que no les falta ya sino las mudas; con sus paseos y ojos curiosos, deshollinando ventanas, andan á caza de las ocasiones. Encuéntrase la pólvora con el fuego : ¿qué ha de resultar sino crueles llamas de lujuria, en que todos os abraséis como la abominable Sodoma? 






Otros hay que son tentados y salen victoriosos, porque sin culpa suya se ven en la tentación. No se pusieron ellos en el peligro, sino el Espíritu Santo los guió, y como le tienen de su parte por padrino y valedor, y por otra con su sabiduría infinita, que todas las cosas penetra, tiene tanteadas las fuerzas de cada uno, conforme á ellas mide la tentación para que aproveche y no le dañe. Así lo dice San Pablo: Fidellis autem Deus est, qui non patietur vos tentari supra in quod potestis, sed faciet etiam cum tentatione proventum ut possitis sustinere: "Fiel es Dios, buen amigo, que no os dejará en el peligro, si os puso en él, ni permitirá que la tentación exceda las fuerzas de vuestra virtud, ayudada de la suya, para que la podáis llevar y os haga provecho". 




Receta el médico una purga de escamonea ó ruibarbo; claro está que, si sabe lo que hace, ha de pesar la complexión del doliente, la calidad del mal, la cantidad de humor, la virtud que tiene naturaleza, y según esto receptar las dragmas, que no sean más ni menos de lo que conviene. También si en una purga de cañafístola toda aquella masa hecha una pella le diesen al enfermo, no la podría más pasar que si fuese de mezcla, y así es menester repartirla en bocadillos. No de otra suerte, Dios, médico sapientísimo, atento á la complexión y fuerzas del hombre, modera la purga de la tentación, y la reparte de modo que se pueda pasar.




Mittit chrystallum suam sicut buccellas. El cristal, que es nieve antigua y congelada, significa la tentación, que procede de la malicia endurecida del demonio, que tomó asiento en los lados frigidísimos del aquilón, y pretende resfriar nuestros corazones en la caridad. Mas porque el demonio no puede tentar más de lo que Dios le da licencia, y de su tentación se sirve el Señor para ejercitar á sus amigos y probarlos y mejorarlos, llámase suya. Mittit chrystallum suam sicut buccellas: "Envía el cristal suyo como bocadillo". Cuando el Espíritu Santo lleva al hombre á ser tentado del demonio, y ordena esta purga con su saber, dala en bocadillos, limitada; tanta ocasión y no más, tanta tribulación y no más, los trabajos repartidos porque sean llevaderos.




Quiere Dios espeler el humor de la vanagloria que se pudiera criar en el alma de San Pablo con la grandeza de las revelaciones, y recétale una purga de tentación de carne, que á un espíritu tan limpio como el suyo le hace dar gritos y mil arcadas, y hacer ascos. Pero ¿queréis ver que va repartida en bocadillos? Propter quod ter Dominum rogavi ut discederet a me. ¿Por qué rogó aquellas tres veces? Porque entonces le debió de apretar la tentación, de apurarle más. Y como el enfermo quejilloso, en tomando el primer bocadillo se le revuelve el estómago y quiere lanzar cuanto tiene en él, y pide y suplica que le dejen y no atormenten más, y lo mismo dice al segundo y tercer bocado, y á todos, así San Pablo, una vez y otra y otra se queja y pide que cese la tentación; pero responde el médico: Sufficit tibi gratia mea; nam virtus in infirmitate perficitur. Bien puedes pasarla con mi gracia, y digerirla con el calor de la caridad. Repartida va en bocadillos, no de golpe, toda la furia de la tentación ; son píldoras de regimiento que confortan la virtud. Mirad la utilidad que saca Dios de la tentación que él registra.




Más. Al santo mozo José, cuya limpieza y virtud tenía conocida, le da una purga para manifestarle que á otro quitara la vida. Mullier per síngulos dies molesta erat adolescenti. ¡Oh retórica del Espíritu Santo! Si Cicerón quisiera decir esto, gastara un almacén de palabras y no dijera nada : "La mujer cada día era molesta al mancebo". ¡Terrible ocasión! Cada palabra tiene énfasis. La mujer, que debía ser rogada, roto el velo de la vergüenza, ruega, convida. Mujer hermosa, de las puertas á dentro; la señora, á su esclavo; y esto no una vez que la cegó la pasión, sino per singulos dies : todos los días sin faltar ninguno; y no por semejas ni con ruegos tibios y remisos, aunque éstos, por ser continuos, como gotera en un peñasco, pudieran hacer señal, sino importunos. Molesta erat. Instaba con importunaciones, lágrimas, suspiros, hasta serle molesta y pesada, y no le deja á sol ni á sombra. ¿A quién? ¿Era algún viejo gotoso? ¿Alguna estatua de mármol frío? No, sino adolescenti : á un gentil mancebo en la flor de su juventud, cuando la sangre hierve sin fuego y la concupiscencia con más vehemencia. ¿Y no rindió el alma con tal brevaje? No, que le ordenó Dios ; no se puso él en la tentación; vendiéronle sus hermanos y guiólo Dios para su remedio. Missit ante eos virum: in servum: venundatus est Joseph. Varón, hombre de chapa y de hecho. Y no podía dejar la casa, porque era cautivo ; pero huyó del aposento una vez que se vió apremiado, y dejó la capa en las manos de la adúltera, como quien la deja en los cuernos del toro, y así salió vencedor. 




A vos. que sois flaco, no se os ofrecerá esta ocasión, porque sin duda os perdiérades. Al pacientísimo Job sácale Dios á campo contra el demonio, y permite quitarle hacienda, criados, hijos, honra, salud, reputación, y pónele en un muladar leproso, llagado de pies á cabeza, cubierto de gusanos, mal aconsejado de su mujer y vituperado de sus amigos; con todo, puede y sale más aprovechado. A vos, que no tenéis sufrimiento para una pequeña desgracia, no se os dará bebida de tanta angustia. Nadie se queje de que la tentación es grande ni eche la culpa de su caída á las ocasiones, que si él las huye, y no por su voluntad, sino por la de Dios, es puesto en ellas, cierta tiene la victoria, como se parece en Cristo, á quien guió el Espíritu Santo.


R.P. Fray Alonso de Cabrera OP († 1598)




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