Meditación sobre el ayuno (Miércoles de Ceniza)

 


MEDITACIÓN SOBRE EL AYUNO


Cuando ayunéis no os pongáis caritristes como los
hipócritas, que desfiguran sus rostros
para mostrar a los hombres que ayunan.
En verdad os digo que
ya recibieron su galardón.

(Mateo, 6, 16).




I. Jesucristo y todos los Santos han ayunado; debes imitarlos en la medida en que tus fuerzas lo permitan, a fin de expiar, mediante esta mortificación, tu sensualidad en el beber y en el comer. ¿Eres más delicado que un niño de siete años? A esta edad, bastantes santos comenzaron su penitencia. No son las fuerzas corporales, sino la buena voluntad y el valor los que te faltan.




II. Debes ayunar para impedir que la carne se rebele contra el espíritu; la virtud se fortifica a medida que el cuerpo se debilita. Tu mayor enemigo es tu cuerpo; no podrías tratarlo tan duramente como se merece. Si los Santos, después de haber castigado sus cuerpos por medio del ayuno, la disciplina y el cilicio, experimentaron sin embargo las rebeliones de la carne, ¿qué será de ti, que la tratas con tanta molicie?




III. Si tu salud no te permite ayunar, puedes, por lo menos, mortificar tus ojos y tu lengua; ello contribuirá grandemente a tu santificación, sin dañar en nada tu salud. ¡Cosa extraña! ¡los Santos que son inocentes, hacen crueles penitencias, y nosotros que somos pecadores, no queremos hacerlas! Que los enfermos busquen los remedios que emplean los sanos, y que viendo a los Santos llorar sobre sus imperfecciones, lloren los pecadores sobre sus crímenes. (San Eusebio).

Fuente: SANTORAL de Juan Esteban Grosez, S.J.


                 


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