LA FIDELIDAD A LA GRACIA - Raúl Plus SJ - (2)

 



I. EL PORQUÉ DE LA FIDELIDAD


DIOS, LAS ALMAS Y NUESTRA FIDELIDAD A LA GRACIA


Por los textos citados en la Introducción, habrá sido fácil hacerse

idea de la importancia primordial de la fidelidad a la gracia.

Múltiples razones vienen a fundamentar las palabras de los Maestros

espirituales. Empecemos mirando en primer lugar desde el lado de Dios.

Lo que es, lo que ha hecho por nosotros, cuán pocos, aun entre sus fieles, le aseguran su fidelidad ¿no son ya tres motivos que debieran inclinarnos a un servicio respetuosamente atento, a una abnegación sin lagunas y sin flojedad?


                                            * * *


Ya hemos reflexionado acerca de lo que Dios es. Los hebreos se

hacían tal idea de su grandeza que habían vacilado en darle un nombre.

Dios era el inefable, la grandeza por excelencia, Aquel cuya excelencia

soberana no puede traducirse.




El pueblo cristiano se ha atrevido a nombrar a Dios, pero la Iglesia ha censurado siempre a los que pronunciaban inconsideradamente su nombre. Los santos lo profieren con inmenso respeto.




Cada vez que San Ignacio de Loyola nombra a Dios en los Ejercicios

lo llama «Dios Nuestro Señor», como si lo que más le impresionase en Dios, fuera su infinita Majestad, el derecho que tiene a ser honrado, amado y servido plenamente.




¡Ah! Pero es que siendo el Altísimo todo lo que El es ¿podría probarse nuestra fidelidad en su servicio con una fidelidad medida con cuentagotas, con una fidelidad fastidiosa, o realizada a intervalos, con una fidelidad inferior? El que tiene derecho a todo ¿no recibirá de nosotros más que nada o casi nada? Si hay algo en nosotros que marque para siempre nuestra pequeñez ¿no será precisamente esta ineptitud que poseemos la mayor parte para cuidarnos de la grandeza de Dios? ¿Quién piensa, al orar, en la majestad soberana de Aquel a quien ora? Al ver el descuido en la actitud, la ausencia de recogimiento, la triste rutina, sin esfuerzo para situar a Dios en la verdad de su ser y por tanto del respeto que le corresponde, se observa el enorme olvido de las distancias. Y lo que decimos de nuestra oración, puede decirse igualmente de nuestro modo de servir; tratamos a Dios evidentemente como si fuese un cualquiera y para quien fuera suficiente una fidelidad anémica y sin vigor.




Pero no solamente es Dios todo lo que es. ¿Qué no ha hecho Dios por nosotros? Motivo de inteligencia, sí; pero aún más motivo de reconocimiento.




¿Es nada, para Dios, habernos llamado al ser? Hubiese podido guardarnos indefinidamente en la nada. Habiéndonos dado el ser, nos ha llamado a una vida divina. Habiéndonos creado, nada le obligaba a divinizarnos. Habiéndonos divinizado, ha querido re-divinizarnos ¡cuando habíamos perdido, por la desobediencia original, todos nuestros privilegios sobrenaturales! Habiéndonos otorgado lo sobrenatural la primera vez, hubiese podido, ante nuestra indelicadeza y nuestra poca diligencia, renunciar a sus proyectos de divinización de la humanidad.




¿Es nada, para Dios, cuando la primera divinización no le había costado nada — un soplo de su boca, dixit et facta sunt—, haber querido re-divinizarnos a costa de un último suspiro, de la venida y la muerte del Verbo que se hizo carne y subió a la cruz? ¿Es nada, de parte de Nuestro Señor, haber fundado la Iglesia con sus sacramentos, su ley santa, su autoridad preservadora y sus ejemplos santificantes para ayudarnos de todas las maneras a guardar nuestra vida divina, a intensificarla en todo lo posible? ¿Es nada, de parte de Nuestro Señor, habernos incorporado a su persona, haber querido que seamos prolongación suya, portio Christi? Y todo eso ¿para que seamos cristianos vulgares, servidores con rebaja?




Todo lo que El es. Todo lo que da. ¿Habrá que añadir: lo poco que recibe?




En efecto, ¿cómo viven la mayor parte de los cristianos? ¿Acaso dan testimonio ante el mundo, por una práctica asidua, de lo que es la religión del Salvador Jesús? Y los que no comparten su creencia, ¿son atraídos al Evangelio, al observar su vida, seducidos por la hermosura conquistadora de su ejemplo?




Evidentemente, existen cristianos modelos. Pero hay que confesar que son muy pocos. No deja de ser verdad lo que dice uno de nuestros contemporáneos: «La mayor objeción al cristianismo son los mismos cristianos. Los cristianos son un escándalo para los hombres que quieren volver a la fe cristiana... En los siglos pasados, se juzgaba ante todo la fe cristiana por su eterna verdad, por su doctrina y sus mandamientos. Pero el hombre y lo humano absorben demasiado a nuestro siglo. Los malos cristianos disfrazan el cristianismo. Sus malas acciones, su deformación de la fe, sus excesos cautivan más que el propio cristianismo, aparecen más que la gran verdad cristiana. Un gran número, en nuestra época, comienzan a juzgar la fe cristiana por sus adeptos, que son con demasiada frecuencia, exteriores y degenerados. El cristianismo es la religión de la libertad, pero se le juzga por las violencias que los cristianos han cometido en la historia. Los cristianos comprometen su fe y son un lazo para los débiles... Por la indignidad de los cristianos, se ha olvidado a Cristo, se ha cesado de verle». Berdiaeff concluye que «deben venir los tiempos en que los cristianos cesen de ser un obstáculo en el camino de salvación» (7).




¡Oh, sí! Que vengan esos tiempos, que se apresuren. Se comprende que los infieles sirvan mal, es su oficio. Pero que los fieles se decidan ¡por fin! a merecer el nombre que llevan. Habría que dudarlo un poco, al menos viendo a algunos que se llaman fieles.




Al principio del cristianismo, no había, salvo excepciones, cristianos dedicados especialmente a la vida religiosa. Evidentemente eran conocidas las palabras de Nuestro Señor al joven rico: «Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, etc...», pero se estimaba que las exigencias del bautismo obligaban a cada bautizado a la perfección del Evangelio, según su gracia personal y su estado de vida. Por añadidura, cada fiel estaba expuesto al martirio y quería estar dispuesto, si Dios le pedía el supremo sacrificio; esta situación de alerta le ayudaba singularmente a mantenerse en continua generosidad (8).




Hasta más tarde no se inició la partida al desierto y la vida monástica. Aumentando el número de los discípulos de Cristo y habiendo cesado las persecuciones, se debilitó el tono evangélico del cristianismo en la masa; entonces los fieles animados por el deseo de vivir más íntegramente su fe, abandonaron el mundo.




¿No es triste ver en la actualidad, después de tantos siglos de cristianismo, un número relativamente considerable de fieles que se contentan con una fidelidad irrisoria? Y sin embargo, además de las exigencias del bautismo que siguen siendo las mismas que en los primeros siglos cristianos, la miseria misma de la época en que vivimos reclamaría almas fuertemente sólidas, generosidad sin desfallecimiento, fidelidad de la mejor ley. Nadie ha dicho que se haya cerrado la era de los mártires. Y además, de todos modos, la era de la valentía y de la santidad está siempre en sazón.




¿Cuál es la medida de nuestra fidelidad, de la fidelidad de los que

juzgamos poco fervorosos a nuestros hermanos, de la fidelidad de los

mejores? —pues supongo que no serán cristianos de segunda línea los que

leerán este libro—. ¿No es verdad que el Señor se ha quejado siempre más de la fidelidad demasiado infiel de los que se llaman sus amigos? Los verdugos, los fariseos, el procurador ambicioso... esos no comprenden, no aman, se les perdona. Pero ¿y Judas el apóstol? ¿Y Pedro el apóstol? ¿Y los doce? Y, a lo largo de los siglos, tantos escogidos llamados a la delicadeza del amor, prometidos a la generosidad, colmados de gracias y tan flojos, al menos en algunos momentos, tan insignificantes los que se habían comprometido a ser «insignes».




El cardenal Manning anotaba en su Diario, sin excluir ni aun a los comprometidos en el sacerdocio: «No respondemos más que a una veintena de las gracias que nos llegan por centenares; o bien no contamos más que una veintena y no respondemos más que a una».




Aun cuando uno se haya entregado a Dios, prometiendo tender a la perfección en la vida religiosa ¡cuánta merma a veces!




En un retiro predicado, hace algunos años, a religiosos de su Orden, les decía un piadoso Dominico, que un alma que había alcanzado altísimos estados de unión, había oído a Nuestro Señor quejársele y decirle: «¡Ah! Si de cada cien sacerdotes, uno sólo se diera por completo a Mí; si de cada treinta religiosos uno sólo se diera por completo a mi servicio, ¡cuánto bien haría Yo en el mundo»! (9).




Dejamos a ese predicador la responsabilidad de su afirmación y la

justa apreciación de sus fuentes. Pero si la frase es cierta ¡cómo nos lleva a

la reflexión! ¡De cada treinta, uno, de cada cien, uno! Y parece decir el

Señor que no los consigue.




«Busqué consoladores y no los encontré, o los que encontré me ayudaron tan poco, me desconcertaron tan dolorosamente... ¿Tú, al menos?» (10).




Pues bien, sí ¿yo? ¿Necesitaré otras razones? ¿Cuándo comprenderemos? ¿Cuándo comprenderé que es hora? Demasiado he tardado.


Continuará...


                                            * * *


7 Nicolás BERDIAEFF, De la dignité du Christianisme et de l’indignité des

chrétiens, ed. «Je sers», 1931, págs. 10-11. Véase también, págs. 41-46. Ya se sabe

que el autor es un ruso no católico, sino cismático.

8 Véase FESTUGIE, O. P., «L’enfant d'Agrigente», pág. 134, colec. «Chrètienté», ed.

du Cerf.

9 Vie interieure de Fr. Maríe-Raphaël Meysson, por el P. Pie BERNARD, cap. V. Se

encontrarán ecos de quejas parecidas en el volumen Cum clamore valido, publicado

bajo la dirección de los PP. Lebreton y Monier-Vinard. Se trata de confidencias

hechas por N. S. a una religiosa muy probada y muy fiel en su prueba.

10 El cardenal Suhard, en 1944, bendijo una oración para ofrecerse a N. S. para ser

su consolador o consoladora. ¿Cómo? Problema de fidelidad, de fidelidad por amor.

Véase El alma consoladora del Corazón de Jesús, P. NONELL, S. E. I. R. Barcelona



                                           




El triunfo del Cardenal Rampolla: el Anticristo Pablo 666 y sus secuaces han fabricado una nueva "iglesia"

 



El triunfo del cardenal Rampolla: 150 años de infiltración han producido el espectáculo masivo del funeral de Bergoglio-Francisco. REALMENTE SE HAN APODERADO Y REALMENTE HAN PRODUCIDO UNA NUEVA IGLESIA. Lo lograron robando todo lo externo de la Santa Madre Iglesia.




Mientras me encontraba aplastado contra una barrera metálica frente a la Plaza de San Pedro, buscando inicialmente una salida, pero luego siguiendo a un grupo de jóvenes italianos que, de alguna manera, se abrían paso hacia el centro de la Plaza de San Pedro para el funeral de Jorge Mario Bergoglio, conocido mundialmente como Francisco 1, comprendí que había llegado un momento crítico en la historia de la Iglesia, del mundo e incluso de la humanidad. Habíamos llegado al momento en que los sueños del cardenal Mariano Rampolla, el masónico secretario de Estado de S.S. León XIII y líder de una logia masónica vaticana, habían triunfado. Había cientos de miles de personas presionando, muchos jóvenes, "religiosos" de todas partes y casi todo el liderazgo del mundo, aclamando y honrando como a un Papa triunfante, a un hombre que en cualquier otra época católica, cualquier Padre de la Iglesia, cualquier santo anterior a los "canonizados" por Francisco, cualquier teólogo escolástico de épocas anteriores, seguramente habría considerado un apóstata, un hombre que había rechazado incluso los fundamentos de la doctrina católica --- de hecho, que se burló incluso de la idea de la doctrina --- y que está siendo ensalzado por el mundo entero en mitad de Roma. Tal como Rampolla lo deseaba hace 150 años, pero fue detenido, o mejor dicho, retrasado por el emperador Francisco José de Austria, quien vetó su elección al trono papal en 1903, y por S.S. el Papa San Pío X, quien lo degradó e intentó desvirtuar su influencia durante su pontificado, ahora tenemos a un hombre que está siendo ensalzado como un gran sucesor de San Pedro, que rechazó los intentos de convertir a la gente a la Iglesia Católica, que dijo que Dios quiere las muchas religiones del mundo, que negó explícitamente el Mandato Apostólico de ir y convertir a todas las naciones, y que ahora ha logrado convertir a la Iglesia Católica, al menos a la organización institucional, en una organización humanitaria universal que encaja plenamente con los objetivos de quienes quieren crear una nueva humanidad postcristiana. Vilipendió a quienes defendían todo aquello por lo que los católicos eran universalmente reconocidos: doctrinas y códigos morales establecidos e inmutables, una tradición litúrgica que se remonta a los apóstoles y la preocupación por mantener inalterada la herencia transmitida por los apóstoles, los Padres y los Papas anteriores al falso profeta Roncalli-Juan 23. Acabo de ver con mis propios ojos a Jorge Bergoglio entrar en el último edificio que pisará hasta la Resurrección de los Muertos. El edificio, frente a la Iglesia de Santa María la Mayor, estaba adornado con la pancarta «Grazie Papa Francesco».




Creo que el agradecimiento al «Papa Francesco» proviene de una nueva iglesia que se siente a gusto con la idea de no tener una doctrina fija, ni un comportamiento fijo, ni una ley moral fija. Solo se necesita una apariencia humanitaria general. Lo que antes se consideraba anticatólico ahora es todo lo que significa ser católico.




La izquierda italiana era una gran defensora de Bergoglio-Francisco, por la sencilla razón de que el bruto argentino era uno de ellos. A los jóvenes les gusta la doctrina de la Nueva Iglesia de convivencia sin matrimonio y no exigen creer en doctrinas específicas, especialmente la del Infierno. Francisco culminó el Concilio Vaticano 2 creando una "iglesia" sin líneas definidas, tanto en moralidad y doctrina como en comportamiento cotidiano. Es imposible distinguir a los "peregrinos" de, por ejemplo, la Basílica de San Pablo Extramuros, en su vestimenta o comportamiento de cualquier otro joven que uno se encuentre típicamente en el metro romano. Un amigo los llamó "blasfemos" y se rio de la idea de que fueran a la iglesia. Señaló que el "sacerdote" local les dice a los jóvenes que, a la luz de las enseñanzas de Francisco, está bien convivir antes del matrimonio. Esto es algo que aprecian mucho. Al parecer, por lo que dicen, esto es universal en Europa, con la única excepción de Polonia. Los peregrinos polacos están por toda Roma; diría incluso que ahora oigo hablar polaco en las calles, solo superado por el italiano.




Mis amigos que he conocido aquí me han dicho que muchos de los asistentes a este evento de Francisco son simplemente curiosos. De todas formas, están aquí por la temporada alta de turismo en Roma y por las "peregrinaciones" del Año Jubilar, lideradas por un "sacerdote" negro del Novus Ordo y por lo que seguramente son todas las "monjas" que quedan sobre la faz de la tierra. La iglesia bergogliana es una iglesia sin límites racionales, morales ni doctrinales. Lo incluye todo —excepto la Tradición Católica— y, sin embargo, nada al mismo tiempo. El hombre, como animal racional, está hecho para trazar límites. Así es como piensa, distinguiendo una cosa de otra. Pero esa no es la bestia que Roncalli y Montini crearon y a la que Bergoglio le dio un dominio absoluto sobre toda criatura del orbe hoy.


Tomado y adaptado levemente de https://radtradthomist.chojnowski.me/2025/04/cardinal-rampollas-triumph-150-years-of.html




Un velatorio sin lágrimas: último adiós del mundo al heresiarca Bergoglio

 



Un velatorio sin lágrimas: último adiós del mundo al heresiarca Bergoglio



“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia.” Jn. 15:19




Las multitudes, que parecían cientos de miles de personas, que "hicieron fila" anoche para pasar ante el ataúd abierto de Jorge Bergoglio, eran rostros sin lágrimas. Ya lo he comprobado. ¿Hubo una sola persona en ese océano de gente que intentaba entrar a la Ciudad del Vaticano, que diera la más mínima apariencia de sentir tristeza en su corazón por el fallecimiento del hombre a quien el mundo conoció como el "Papa Francisco"? ¿Tal vez el duelo sea algo que ha desaparecido de nuestra conciencia colectiva? Pero no lo creo. Siempre hay lágrimas, a veces torrentes de ellas, cuando una persona muere, especialmente cuando una persona muere "antes de tiempo". También hay, o debería haber, un espíritu de gravedad mientras amigos y familiares afrontan colectivamente las duras realidades de la vida y la muerte, la ausencia y el agujero que se abre en el alma cuando de repente falta una "presencia". Lo que sucede en lo más profundo del corazón de los hombres es desconocido, sin embargo, no hubo absolutamente ninguna manifestación de dolor o de falta o incluso de serena dignidad y reflexión entre la multitud a la que me acerqué en el impulso universal de presentarme en un evento histórico verdaderamente único. Era una multitud expectante y exuberante que serpenteaba alrededor de los muros de San Pedro, enviada en diferentes direcciones por las largas filas de chaquetas verde amarillentas de los equipos de seguridad que ahora ocupan los principales lugares católicos en Roma. Nos alineamos a ambos lados de la nave mientras nos dirigíamos a ver al hombre que había hecho más que casi cualquier otra cosa para borrar todas las líneas que distinguían al "católico" del "no católico". Quizás éste era su triunfo, el hombre que yacía tan aterradoramente en su ataúd. No se podía distinguir si alguien era católico o no. Cuando nos acercamos al cuerpo, los guardias insistieron en que debíamos guardar todas las cámaras. Esto estaba a unos 20 pies del ataúd. A medida que la gente se acercaba, y se les permitía solo unos segundos para "pararse frente al cuerpo", en realidad no había nadie de pie, sino que se movían; nadie de los que vi hizo la señal de la cruz. Nadie intentó detener una lágrima. Seguí observando a la gente y no había ni una sola. Simplemente pasaban y pasaban por la iglesia, tal como lo harían ustedes al pasar por cualquiera de las grandes iglesias de Roma, en un estado de curiosidad y observación. Nadie lloraba ni parecía estar triste cuando bajamos las escaleras de San Pedro. El poder de la idea del papado obviamente atrajo a la gente hasta cierto punto. Algo atrajo a todas estas personas. Podría ser que se dieran cuenta de que se estaba desarrollando un acontecimiento histórico del que debían ser parte. Pero no hubo lágrimas.




Para mi sorpresa, Bergoglio tenía un aspecto horrible. Anteriormente sólo lo había visto una vez desde la distancia. Mientras yacía allí, vestido con la más sencilla y minimalista de las vestiduras episcopales. Parecía de un color verde macabro, para mí parecía un verde lima sólido. Sus rasgos estaban distorsionados de forma distendida y exagerada. Toda su apariencia era la de una gruesa máscara de cera. Su expresión era como la de alguien que acaba de ser interrumpido tras cometer un error. Pero Bergoglio realmente había tenido éxito. Había creado una "Iglesia" sin dolor o incluso sin la profunda sobriedad que caracterizaba la Fe Católica. Si estas multitudes finalmente se hubieran fusionado en la Noosfera, se hubieran convertido en parte de la masa que ya no necesitaba lágrimas ni vestimentas negras. Bueno, si los ateos y los hipócritas van al cielo, ¡supongo que Jorge Mario Bergoglio está a salvo!

Tomado y adaptado levemente de https://radtradthomist.chojnowski.me/2025/04/a-wake-without-tears-viewing-francis.html




NO HAY NINGÚN LLANTO NI LUTO POR EL HEREJE APÓSTATA DE BERGOGLIO

 


Sin lágrimas. Multitudes sin luto. Una palidez verdosa con un rostro de cera y deformado. Un informe desde el terreno en San Pedro, Roma.


Roma se llena de multitudes en los días previos al funeral de Jorge Bergoglio. Las calles están llenas de gente, falsos religiosos de la secta Novus Ordo, "monjas" y pequeños grupos de "franciscanos", que se pueden ver desfilando por las principales arterias de la ciudad. No hay rastro alguno de luto. Ninguno. Lo que ocurre en los corazones de la gente no se puede saber con solo verlas, pero normalmente las emociones se revelan con actos externos. Con lágrimas. Nada de eso ocurre en Roma el día previo al funeral de un hombre que actualmente está siendo ensalzado por la prensa y al que casi todos dan el visto bueno. El mundo, incluido el mundo "católico", lo trata como a un abuelo anciano que era amable con la gente y se preocupaba por los pobres. No percibo ningún cariño por Francisco entre la gente reunida en Roma. En varias ocasiones, en los últimos días, se ha visto a jóvenes bailando en las calles rapeando, aparentemente sin percatarse de que las banderas de la Segunda República Italiana, la bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano y el círculo de estrellas de la UE ondeaban a media asta. Roma, como ciudad turística, especialmente en la semana posterior a la Pascua, se mantuvo inalterada en ritmo, actitud y comportamiento. Todos se divertían y todas las tiendas estaban abiertas. En la iglesia de San Alfonso María de Ligorio, a una cuadra de Santa María la Mayor, había una imagen de Francisco, colocada frente al santuario, frente al Cirio Pascual y rodeada por un mantel morado. Al parecer, ni siquiera se permite el negro alrededor del retrato de un difunto a quien la mayor parte del mundo aceptó como Romano Pontífice. La "misa" china, con cantos constantes y charla informal del "celebrante" frente a la mesa con un libro en medio, que tuvo lugar un par de días después de la muerte de Bergoglio, no mostró el más mínimo toque de tristeza, solemnidad o reflexión. Además, gracias a la práctica prohibición de la misa en latín, era totalmente ininteligible e incomprensible para cualquiera que no entendiera lo que yo entendía por chino mandarín. Pero no lo sé. Tampoco lo hizo la ocasional persona sentada en los bancos. Este fue el fruto de la vida de Jorge Bergoglio.


Tomado y adaptado levemente de https://radtradthomist.chojnowski.me/2025/04/no-tears-crowds-with-no-mourning-green.html





EVANGELIO DEL PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA (Comentario de F. X. Schouppe S.J.)

 



EL PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA



Y llegada la tarde de aquel dia,

primero de la semana, estando cerradas las puertas de la

casa en que estaban juntos los discípulos por miedo de

los Judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo : La

paz sea con vosotros. Y dicho esto, les mostró las manos

y el costado. Y los discípulos se alegraron de ver al Señor.

Díjoles otra vez : La paz sea con vosotros. Así como el

Padre me envió á mí, así también os envio yo á vosotros.

Dichas estas palabras, sopló sobre ellos y les dijo : Recibid

el Espíritu Santo. A aquellos cuyos pecados perdonareis,

les serán perdonados, y á aquellos á quienes se

los retuviereis, les serán retenidos. Pero Tomás, uno de

los doce, que se llamaba Dídimo, no estaba con ellos

cuando vino Jesús. Y le dijeron los otros discípulos:

Hemos visto al Señor. Y él les dijo : Si no veo en sus

manos el agujero de los clavos, y meto mi dedo en el

lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no lo

creeré. Y ocho días después, estando los discípulos otra

vez dentro, y Tomás con ellos, vino Jesús, estando cerradas 

las puertas; y puesto en medio, dijo : La paz sea

con vosotros. Después dijo á Tomás : Mete aquí tu dedo

y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado,

y no seas incrédulo, sino fiel. Respondió Tomás y le

dijo : Señor mió, y Dios mío. Dijole Jesús : Tomás, has

creído porque me viste; bienaventurados aquellos que no

vieron y creyeron. Y otros muchos milagros hizo Jesús

en presencia de sus discípulos, que no están escritos en

este libro. Y estos fueron escritos para que creáis que

Jesús es el Cristo, Hijo de Dios, y para que creyéndolo,

tengáis la vida en su nombre.

S. Juan, XX, 19, 31. 


                                                ***



PRIMERA EXPLICACIÓN.

Este domingo, que es el primero después de la solemnidad

de la Pascua, se llama de Quasimodo, de las primeras palabras

del Introito de la misa; ó bien domingo In albis, porque en

otro tiempo los neófitos bautizados recientemente, dejaban este

dia sus blancas vestiduras.



También es hoy la octava de la Pascua, domingo solemne,

que pone término á las fiestas pascuales, ó á la semana de la

solemnidad de la Pascua, aunque no, sin embargo, al tiempo

pascual. Este período, que se llama también pascual, es como

una fiesta prolongada, que comprendiendo toda la gloriosa vida

del Salvador en la tierra, y la bajada del Espíritu Paráclito, se

extiende basta el domingo de la Santísima Trinidad, primero

después de Pentecostés. — Durante este dichoso tiempo, el

Salvador resucitado, viviendo durante cuarenta dias con sus

discípulos, en adelante llenos ya de alegría, como el esposo con los

hijos del esposo, celebró sus nupcias espirituales con su

iglesia, y la preparó para recibir el Espíritu Santo, por quien

fueron hechas estas mismas nupcias el dia de Pentecostés.. Así,

pues, al santificar la Iglesia el tiempo pascual en la alegría, se

conforma con el espíritu de su divino Esposo que decia : ¿Por

ventura los hijos del esposo pueden llorar mientras el esposo

está con ellos ? (S. Mat. IX, 15.)



Nuestro Evangelio contiene una doble aparición. La una, en

que el Señor se aparece el dia de su resurrección á todos sus

discípulos reunidos, á excepción de Tomás; y la otra, ocho dias

después hallándose presente aquel apóstol.




I. El Salvador se aparece á los discípulos, ausente Tomás.

II. Les da poder para perdonar los pecados.

III. Segunda aparición del Salvador estando presente Tomás.




                                              ***



Llegada la tarde de aquel dia, primero de la semana,

estando cerradas las puertas de la casa en que estaban

juntos los discípulos por miedo de los Judíos, vino

Jesús. El mismo dia, es decir, el primero de la semana, domingo

de resurrección, aparecióse el Salvador á I03 discípulos reunidos:

esta es ya la sexta aparición. Demostrando de una manera tan

evidente la verdad de su resurrección, proponíase el Salvador

consolar cuanto antes á sus afligidos discípulos. — Según la

opinión común, la aparición descrita aquí por San Juan, no se

diferencia de la que hace San Lucas, cap. XXIV, 36.



Llegada la tarde, en el momento en que los dos discípulos,

que habían regresado de Emaús, contaban la aparición, que

ellos mismos habían presenciado.— El Salvador vino tan tarde,

porque quería encontrar reunidos á sus apóstoles, ya dispuestos

á creer después de los multiplicados testimonios de los demás

discípulos.



Estando cerradas las puertas. Esta circunstancia hará resaltar

la grandeza del milagro que va á obrarse. A pesar de hallarse cerradas

las puertas, penetra Cristo hasta donde se encuentran

sus discípulos, de la misma manera que habia salido del sepulcro

cerrado, sin que la piedra fuese obstáculo para ello. — Tal

vez se diga, que abriendo las puertas, y entrando por ellas de

la manera ordinaria, habría probado con mayor evidencia lo que

quería demostrar, á saber, que habia recuperado su verdadero

cuerpo, puesto que el penetrar obstáculos materiales, es más

bien propiedad de los espíritus que de los cuerpos. — Pero

ademas de otras muchas razones, el Salvador obró de este

modo, para demostrar que su cuerpo estaba glorificado, y elevar

el espíritu de sus Apóstoles sobre la esfera de las cosas sensibles.



En que estaban juntos los discípulos. Créese comunmente que

este lugar era el Cenáculo. — Bajo el nombre de discípulos,

según Tolet, debe comprenderse á los Apóstoles y otros discípulos

unidos á Jesucristo. Esto resalta del último capítulo de

San Lucas, en donde dice que los dos discípulos que volvían de

Emaús, hallaron á los once y á los que estaban con ellos; y estos

dos se hallaban presentes cuando entró el Salvador : mientras

hablaban estas cosas se presentó Jesús en medio de ellos.

Vino Jesús y puesto en medio les dijo : La paz sea con

vosotros.



La palabra puesta entendida en toda su fuerza, significa que,

hallándose cerradas las puertas, y sin haber dado el menor indicio

de su llegada, se encontró el Salvador, súbitamente y de

improviso en medio de sus discípulos. En medio, para que todos

le viesen bien y para mostrarse á todos perfectamente. —

Díjoles : La paz sea con vosotros, fórmula de saludo acostumbrada 

entre los Hebreos, para desear todo linaje de bienes á

quienes se dirigen ; el Salvador lo emplea, de propósito, como

particularmente apropiado á las circunstancias. Porque sus

apóstoles, temerosos y afligidos à causa de su muerte, fluctuaban

en una especie de incertidumbre acerca de su resurrección :

Él tranquiliza sus ánimos diciéndoles : La paz sea con vosotros.



2° Antes de morir habia dicho : Os doy mi paz; al valerse de

estas mismas palabras, da mejor á conocer que es el mismo

Jesús.




Y dicho esto, les enseñó las manos y el costado.

Después de pronunciar las palabras, la paz sea con vosotros,

les enseñó sus manos atravesadas, su costado, y, según San

Lucas, también sus pies. — Les ensenó las cicatrices de sus

llagas para probarles que era él mismo, que no era otro que

Jesús, y que habia resucitado con el mismo cuerpo que fué

clavado en la cruz. Así, pues, como lo consigna San Lucas,

antes de enseñarles sus manos y sus pies, les dijo : Soy yo, no

temáis. En efecto, temían y dudaban ellos, por lo menos muchos

de ellos, de la realidad de la aparición. Al ver inesperadamente

por la tarde en medio de ellos estando las puertas cerradas á

un hombre á quien creían muerto, quedaron aterrados, figurándose

que era un espíritu, bajo forma humana. El Señor les dijo:

¿Por qué os turbáis y vienen á vuestro corazón esos pensamientos?

Ved mis manos y píes. Yo mismo soy; palpad y ved; porque

el espíritu no tiene carne ni hueso como veis que yo tengo.

Por aquí se ve, 1º que el Salvador conserva en su cuerpo

resucitado las cicatrices, hasta las cavidades de sus heridas: es

preciso creer que lo quiso así con un propósito lleno de sabiduría

; — 2º que su cuerpo glorioso era sutil ó palpable, visible

ó invisible, según lo tenia á bien. Lo mismo sucederá con todos

los bienaventurados después de la resurrección, . En cuanto á

la claridad, de la cual no habían podido los discípulos resistir

un débil brillo en el Tabor, el Salvador, después de su resurrección

la mantuvo velada, ó por lo menos, la templó de tal

manera, que no desvaneció su vista, ni les impidió que fijasen

en su persona los ojos.



El Salvador permitió á sus discípulos que tocasen sus llagas

con sus manos, para que adquiriesen así una completa convicción.

Verdad es que la Sagrada Escritura no dice terminantemente

que las tocaron; pero San Juan lo indica con claridad : 

Lo que hemos oído, dice, lo que hemos visto con nuestros

ojos lo que hemos contemplado y tocado con nuestras manos del

Verbo de la vida ; porque la vida se ha manifestado, lo hemos

visto, damos testimonio de ello (I. S. Juan, I, 1 ) (I).





Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

Se alegraron, no á su primera vista; porque quedaron perturbados,

creyendo que tenían delante de sí un espíritu; pero

poco después, cuando muy claramente vieron al Salvador,

cuando le hubieron reconocido y tocado con sus manos. —

¿Cuál fue la causa de esta alegría? Los discípulos se alegraron

por Jesucristo y por ellos mismos : 1º por Jesucristo, porque

le volvian a ver vivo, después de aquella muerte que tanto les

había afligido; 2º por ellos mismos, porque entonces tenían ya

la esperanza cierta de alcanzar todos los bienes que Jesús les

habia prometido.



Díjoles otra vez : ¡La paz sea con vosotros!

El Salvador reitera á sus discípulos su voto por la paz,

1º para que disfruten de ella más abundantemente ; 2º para

que conozcan mejor su valor ; 3º para que comprendan que la

paz perfecta que encierra todos los bienes, les será dada por

Cristo; queriendo darles ademas las primicias de ella, les concede

un don divino, el poder para perdonar los pecados; 4° para

que sepan que la verdadera paz reposa en el perdón de los pecados y en una conciencia pura.



Así como el Padre me envió á mí, así también os envío

yo á vosotros.

Con estas palabras confiere el Salvador á sus Apóstoles un

poder absoluto, les confia una misión semejante á la suya. Esta

semejanza se halla expresada por la partícula como, en cierta

manera la cual iguala á los Apóstoles con el Salvador, les hace

semejantes á Él en cierta medida, como sus sucesores y delegados.

Ahora bien, la semejanza de misión que encierra la partícula

como debe considerarse de diferentes maneras. 1º Semejanza

en el principio : como si dijese el Salvador : Como Dios

Padre me ha enviado, así yo, Dios Hijo os envio, disfrutando

de la misma autoridad divina : Porque todo poder me ha sido

dado en el cielo y en la tierra (1). (S. Mat XXXIII, 18.)



2° Semejanza en la misión misma, ó en la autoridad y los

cargos, como si hubiese dicho el Salvador ; este poder que me

ha dado mi Padre para fundar y gobernar la Iglesia, os lo comunico

à vosotros, para que seáis sus pastores, doctores, gobernadores

y santificadores, como yo mismo lo soy. Por esta

causa, os confiero particularmente la facultad de perdonar los

pecados. — Debe observarse que si el poder de los Apóstoles

es el mismo que el de Jesucristo, existe, no obstante, entre este

y aquellos, la diferencia que hay entre el príncipe y sus delegados,

entre el magistrado en propiedad, y su lugarteniente,

según estas palabras del Apóstol: Nosotros desempeñamos el

cargo de embajadores por el Cristo, (no por nosotros mismos).

(II Cor. V. 20).



3° Semejanza en el objeto de la misión : los Apóstoles son

enviados como Cristo, para procurar en el universo entero la

salvación de las almas.



4º En la manera y los medios que deben emplearse: los

Apóstoles, como Cristo, deben salvar las almas con sus palabras

y ejemplos; con los milagros, la oración, la caridad; con

muchos trabajos y tribulaciones. Así como el Cordero de Dios,

quitó los pecados del mundo, así también los Apóstoles deben

borrar los pecados, y son enviados para ello como corderos entre

lobos...



Dichas estas palabras, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.


Presentante aquí dos cuestiones, la una sobre el Espíritu

Santo dado por el Salvador, la otra sobre el soplo ó el rito con

que lo da.


1° El Espíritu Santo no es comunicado en esta ocasión en

toda su plenitud, y tal como en virtud de una misión divina,

debia ser infundido en los Apóstoles el dia de Pentecostes ; sino

que es un don especial del Espíritu Santo, el don divino de

perdonar los pecados. Este poder, como que se refiere á la santificación,

se atribuye al Espíritu Santo, así como el poder corresponde

al Padre, y la sabiduría, con sus obras al Hijo. —



Hallábase unida á esta gracia, que consiste en el don del poder,

otra gracia interior propiamente dicha, y semejante á la que en

el Sacramento del Orden, va unida al carácter sacerdotal.


2º ¿ Por qué sopló el Salvador sobre los Apóstoles? -1) Para

dar una imagen de los sacramentos de la Iglesia, en los cuales

se comunican los dones espirituales por una señal ó rito visible.

- 2) Para indicar la naturaleza y la procesión del Espíritu

Santo, que es, como el soplo, y la amorosa aspiración del Padre

y del Hijo. - 3) Para demostrar que es el mismo, que en un

principio, comunicó a Adán el soplo de la vida natural, el que

comunica ahora el soplo de la vida espiritual. - 4) Para hacer

comprender á los Apóstoles que al desempeñar la misión de

perdonar los pecados, deben hallarse animados del espíritu de

celo y de caridad.., á fin de inspirar á los pecadores un verdadero

arrepentimiento.



A aquellos cuyos pecados perdonareis, les serán perdonados,

y á aquellos á quienes se los retuviereis, les serán retenidos.



Estas palabras encierran la facultad de perdonar los pecados

en el Sacramento de la Penitencia, como lo declaró el Concilio

de Trento, contra los protestantes, Sess. 14, can. 3. (l) — San

Cipriano deduce también muy atinadamente de este pasaje que

el poder de perdonar los pecados sólo existe en la Iglesia católica, porque sólo en ella se encuentra y se da el Espíritu Santo.



Puesto que en aquel momento no se hallaba presente el Apóstol

Santo Tomás, ¿ en qué otro le fué conferido el poder para

perdonar los pecados? — Según el sentir de San Cirilo, aunque

ausente, recibiólo al mismo tiempo que los demás. Esta

opinión es plausible; no obstante, dice Tolet, como este poder

se hallaba comprendido con la gracia que comunicó à los Apostoles

el soplo físico del Salvador, y como Tomás no recibió la

impresión de este soplo, parece más verosímil que le fuese dado

este poder cuando vio al Salvador y creyó en él. No fue escrito

todo por los Evangelistas:



Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba

con ellos cuando vino Jesús. Y le dijeron los otros discípulos : Hemos visto al Señor.



Tomás, nombre del discípulo ausente, es una palabra hebrea,

que en griego quiere decir Didimas, y en español gemelo, doble,

dudoso.— Poco antes, como lo observa Maldonado, después de

San Agustín, Tomás estaba con los once, cuando volvieron los

discípulos de Emaús, los cuales refirieron que habian visto al

Salvador. Aun no habian concluido su relato, cuando el incrédulo

Tomás, tomando lo que decían por desvarío, salióse de la

reunión sin querer oír más.



Cuando volvió, al parecer la misma, tarde, los discípulos

reunidos todavía, dijéronle: Hemos visto al Señor. Estas palabras,

sólo refieren, sin duda alguna, sustancialmente lo que le

manifestaron ; porque es de suponer que le contarian minuciosamente

cómo ellos habian hablado, comido y bebido con Jesús,

y aun tocado sus heridas con sus mismas manos. Esto fué lo que

proporcionó á Tomás la ocasión de declarar, que no creería

nada de esto, hasta haberlo examinado por sí mismo.

Y él les dijo: Si no veo en sus manos el agujero de los clavos,

y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto

mi mano en su costado, no lo creeré.

Tomás no niega que los discípulos hayan visto al Salvador;

sino sólo que le hayan visto vivo en su propio cuerpo. Supone

que sé les ha aparecido el espíritu de Cristo en un cuerpo fantástico;

que los discípulos se engañan al creer que han tocado

sus llagas, y que sólo han tocado apariencias; por lo que respecta

á él, será más prudente; y no creerá á sus ojos ni á sus

manos; sino que quiere sondear la profundidad de las llagas.

Tomás pecó - 1) de incredulidad, puesto que se negó á dar

crédito á un testimonio irrecusable; por esta razón, fué reprendido

después por el Salvador; - 2) pecó por tenacidad; - 3) por

orgullo; -4) por presunción : no quiere creer, hasta que pueda

meter la mano y los dedos en las llagas de Cristo; lo cual equivale

á imponer condiciones á Dios; -5) por obstinacion; porque

persiste durante ocho dias en esta mala actitud. — El Salvador

permite la incredulidad de su discípulo con miras misericordiosas,

para hacer nuestra fe en su resurrección más fácil y sólida.



Y ocho dias después, estando los discípulos otra vez dentro

y Tomás con ellos, vino Jesús, estando cerradas las

puertas, y puesto en medio, dijo: ¡La paz sea con vosotros!

Después de ocho dias, es decir, el domingo después de Pascua,

el domingo in Albis, que celebramos hoy, se apareció de nuevo

el Salvador á los discípulos : entonces se encontraba presente

Tomás. — Maldonado se pregunta con San Crisóstomo, Theophylacte

y otros, ¿ por qué fué después de ocho dias y no antes?

Porque en este intervalo pudo comprender mejor el testimonio

de sus hermanos y por medio de santas reflexiones, volver

á mejores sentimientos.


2º Tal vez, porque los discípulos no se habían reunido antes:

Estando los discípulos otra vez dentro.


3º Porque era la octava de la resurrección, y el Salvador

quería santificar este dia con una nueva aparición. — Así, pues,

hace observar San Cirilo, que desde entonces empezaron los

Apóstoles á celebrar reuniones el domingo, y á consagrar este

dia señalado por la resurrección del Salvador ; y que el mismo

Jesucristo, al aparecerse entonces entre ellos, que se hallaban

reunidos en el Cenáculo, aprobó esta determinación, manifestándoles

que el domingo debía ser sustituido al sábado.




Y Tomás con ellos. — El Salvador esperaba esta oportunidad

para hacer que su incrédulo discípulo le viese y tocase, para

convencerle y atraerle en presencia de todos

sus hermanos.



Vino Jesús. — Si Jesús se apareció en las mismas circunstancias

que la primera vez, debióse à que en su extremada

condescendencia, quería dar satisfacción á las condiciones que

Tomás habia exigido para creer. Este discípulo había manifestado,

que no creería hasta haber visto al Salvador entrar con

las puertas cerradas, y haber tocado y sondeado sus heridas.

Después dijo á Tomás : Mete aquí tu dedo y mira mis

manos, y trae tu mano, y métela en mi costado; y

no seas incrédulo sino fiel.



1° No era necesario que Jesucristo se apareciese de nuevo

para convencer á Tomás de su resurrección; y mucho menos,

que hiciese que le tocase con sus manos : por su sola voluntad,

podía iluminar y convertir á este espíritu rebelde. Pero tenia

puesta la mira en nuestra enseñanza : quería manifestarnos su

admirable bondad y al mismo tiempo, fortalecer nuestra fe, no

menos que la de su Apóstol.



De propósito repite las mismas palabras que Tomás habia

pronunciado ; - 1) Para demostrar que estaba invisiblemente

presente cuando fueron dichas; para disponer por este medio

y vencer más fácilmente á un espíritu recalcitrante. - 2) Para

conmover y herir á Tomás con la unción y la fuerza de tanta

bondad. - 3) Para reprenderle al mismo tiempo indirectamente

y sin amargura.


Díjole: Mete aquí tu dedo y mira: es decir, toca, examina,

y conocerás de manera indudable. — Aunque el Evangelista no

lo dice de manera expresa, créese comunmente que Santo

Tomás tocó en realidad las llagas del Salvador. Entre otras

muchas razones, es verosímil que Jesús lo quisiese, á fin de

que su discípulo, aunque creyese ya, después de haber

tocado sus llagas, no pudiese abrigar ya en adelante sombra de

duda.



Añade Jesús: No seas incrédulo sino fiel; 

esta es una deducción legítima y una exhortación ; y ademas una prueba, que

demuestra que la incredulidad de Tomás había sido voluntaria.

Hasta aquí parece decir el Salvador, has sido incrédulo, porque

has querido : porque tenias motivos suficientes para creer. No

seas incrédulo en adelante puesto que tu fe descansa en las

pruebas pedidas por tí mismo (Tolet).



Respondió Tomás y le dijo : ¡Señor mío, y Dios mío!

Después de tocar las llagas exclama Tomás : ¡Tú eres, oh

Cristo, mi Señor y mi Dios! No dice : Yo creo, Señor, que

verdaderamente sois Jesús, que habéis resucitado de entre los

muertos; se eleva á mayor altura, diciendo : ¡Señor mío y Dios

mío! Sus ojos ven un hombre, su fe ve un Dios. 

En la verdad dé la resurrección ve Tomás la confirmación de cuanto su Maestro

ha enseñado, en particular respecto de su naturaleza divina;

y animado de ardiente fe, confiesa su divinidad : ¡Señor mío y

Dios mio! Su profesión de fe es tanto más brillante y su testimonio

de tanta mayor importancia, cuanto más grande habia

sido su incredulidad,



Dijole Jesús ; Tomás, has creido porque me viste; ¡bienaventurados

aquellos que no vieron y creyeron!

Jesús proclama bienaventurados á los que no vieron como

Tomás, con los ojos del cuerpo, y, no obstante, creyeron :

porque como lo observa San Gregorio el Grande, es más meritoria

la fe, cuando no se apoya en la experiencia de

los sentidos, ó en el conocimiento humano. — Al decir los

que creyeron, emplea el pasado para señalar el porvenir y se

refiere á los que hasta el fin del mundo creerán por la predicación

de los Apóstoles.



Después de haber mencionado las palabras, por las cuales el

Salvador declara bienaventurados á los que crean, añade el

Evangelista lo siguiente para exhortarnos á creer: Y otros

muchos milagros hizo Jesús en presencia de sus discípulos que

no están escritos en este libro. Y estos fueron escritos para

que creáis que Jesús es Cristo, Hijo de Dios, y para que creyéndolo,

tengáis la vida en su nombre.





SEGUNDA EXPLICACIÓN


Observación. Siendo lumbre del mundo el Salvador, su vida

entera es un ejemplo ofrecido á todos los hombres; pero esta

parte de su vida, que se llama laboriosa ó dolorosa, se refiere

más particularmente á las almas que marchan por el camino

purgativo o iluminativo : es decir, á las que deben dedicarse

con mayor esmero á huir del pecado, á abominar sus pasiones

y á adquirir virtudes cristianas. — De la misma manera, su

gloriosa vida debe servir más particularmente de modelo á las

almas que entraron en la senda unitiva; que fortalecidas ya en

la práctica de las virtudes cristianas, moralmente desprendidas

de las pasiones del hombre viejo, se esfuerzan por vivir para

Dios solo, por medio del completo sacrificio de sí mismas.



1º La nueva vida de Cristo resucitado, representa la vida del

alma justa y santa, según las palabras de San Pablo : Estáis

muertos, y vuestra vida se halla oculta en Dios con Jesucristo.

(Coloss. III, 3).




2º Las apariciones del Salvador resucitado representan sus

espirituales visitas a las almas, es decir, los medios particulares,

por los cuales el Espíritu Santo consuela, ilumina, fortalece,

é inflama las almas de la manera más sublime.




Llegada la tarde de aquel dia,

¿Por qué aplazó el Salvador, esta visita á los Apóstoles ?


1° Para preparar paulatinamente por el testimonio de los

demás, á los más tardos en creer.



2º Para aumentar el deseo de los que se hallaban mejor dispuestos,

y probar su paciencia y confianza.



3º Para enseñarnos á no perder nuestra esperanza y confianza

en Él, por su mayor ó menor tardanza.



4º Para darnos á entender que el Señor sabe en todos tiempos,

frecuentemente de improviso, consolar y visitar á los

suyos; y que no nos toca á nosotros el averiguar el tiempo y el

momento que elegirá para ello. Por esta causa, dice el Profeta,

si tarda, esperadle; porque vendrá pronto y no tardará.




Estando cerradas las puertas.

1° El Cenáculo cerrado, representa no sólo á la Iglesia Católica, de la cual se hallan excluidos los judíos y herejes; sino que también al alma santa, cerrada á los vicios y á las vanidades del mundo, á la cual se digna el Señor visitar y dar abundancia de paz.



2º Cristo quiso entrar estando cerradas las puertas, - 1 ) para

hacer ver la sutileza de su cuerpo glorioso, y ademas - 2) para

demostrar que es el Señor de sus criaturas: que puede entrar

en el alma, visitarla, y trocarla á su placer, sin que las puertas

del infierno puedan oponerse al poder de su voluntad; - 3)

para que comprendamos que debemos guardar las puertas del

nuestros sentidos si queremos hacernos merecedores de las visitas

del Señor.




Y puesto en medio,

1° Estamos, pues, en el dia del domingo, es el primer dia de la semana,

hállanse reunidos los discípulos, Jesús se encuentra en medio

de ellos, les da la paz y les enseña sus heridas, ¿ No es esto lo

que se hace el domingo en nuestras iglesias?



2º Tal es la fuerza de la unión y la concordia : ella atrae á

Jesús, que permanece entre los que se hallan reunidos, derramando

en sus corazones, cual sol de justicia, sus luces y gracias.

Por otra parte, dijolo así expresamente ; Donde están dos ó tres

juntos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (S. Mat.

XVIII, 20).



3º Admiremos también la amabilísima bondad del Salvador para con sus discípulos : visítales, derrama en sus corazones la paz, y sin embargo, todos le habían abandonado durante su pasión...



Dijoles : ¡ La paz sea con vosotros!...

1º Al aparecerse el Salvador entre sus discípulos pronuncia

tres palabras que presentan los efectos y las señales del buen

espíritu : -1) ¡La paz sea con vosotros! Porque es un Dios de

paz. - 2) Yo mismo soy y no otro, el mismo que era antes,

vuestro maestro, vuestro amigo, vuestro hermano, y vuestro

protector. Al hablar en estos términos, lo hizo con aquella dulce

voz que le era propia, y que le hizo reconocer con certidumbre,

como el verdadero pastor á sus ovejas. — No pronunció

con este tono las mismas palabras en el monte Olívete,

cuando derribó á sus enemigos, diciendo; Soy yo... - 3)

No temáis: el miedo quiere apoderarse de vosotros: desechadle,

porque si estoy en medio de vosotros, os halláis al abrigo de

todo peligro.



La paz sea con vosotros: ahora os anuncio y comunico

la paz que os he merecido con mi pasión y mi muerte. — El

principal objeto que se propuso el Salvador al venir al mundo,

fue el dar la paz a los hombres: así que nació, anuncióla por

medio de la voz de los ángeles: Paz á los hombres de buena

voluntad. Cuando envia á sus discípulos, les recomienda que

prediquen la paz, empezando por decir: Paz á esta casa; y después

de su resurrección, cuando vuelve al lado de los suyos,

su primera palabra es también ; La paz sea con vosotros.

Pues bien, la paz que da á sus discípulos es muy distinta de la del mundo. Es de muchas clases, á saber, - 1) la paz con Dios, que consiste en la amistad de Dios; - 2) la paz con el prójimo, que consiste en la caridad y el perdón de las injurias; - 3) la paz con nosotros mismos, que no es otra cosa que el tener sometidas las pasiones al espíritu.



La paz sea con vosotros; por más que se hayan mostrado

poco fieles á su Maestro, vuelve, no obstante, este al lado de sus

discípulos, animado de la mayor benevolencia, para dirigirles

palabras pacíficas, sin mezcla de acritud ó de queja...



Y dicho esto, les mostró las manos y el costado.

1º AI dar la paz, manifiesta sus llagas entreabiertas, para dar

á entender que se hallan estas relacionadas con la paz; para hacernos comprender, que así ésta como todos los demás bienes los debemos á su pasión; y que si queremos saborear la paz y comunicarla á los demás, debemos imitar la paciencia del Salvador, y llevar en nuestro cuerpo su mortificación y sus señales.



2º ¿ Por qué quiso Cristo conservar sus llagas en su cuerpo

glorioso? - 1) Para que ofreciesen una prueba de su resurrección

é identidad. - 2) Porque son señales honrosas: ni más ni

menos, que el vencedor se gloría de las heridas que recibió

combatiendo por la patria. - 3) Al glorificar sus heridas, nos

ponia de manifiesto la gloria oculta en la cruz y la paciencia. - 4)

Queria alentarnos á llevar también en nuestro cuerpo las señales

de la mortificación. - 5) El las enseña á su Padre, para hacérnoslo

propicio; - 6) Él nos las enseña á nosotros mismos, como

principio de su gloria y de la nuestra: Fué necesario que Cristo

padeciera todas estas cosas, y entrase así en su gloria,

(S. Lúe. XXIV, 26). - 1) El las enseña á los justos, á fin de

infundirles fervor; y á los pecadores, para convertirles. En

efecto, estas llagas nos hablan, ellas dicen lo que sufrió el

Salvador por nosotros, á fin de que apartemos nuestras manos

de las obras de iniquidad, y nuestros pies de las redes de la

muerte, y que abramos nuestro corazón á un saludable dolor. - 8)

Las llagas del Salvador son refugios de misericordia en los

momentos de combate, y - 9) inagotables manantiales de gracia:

Vosotros tomareis gozosos las aguas santas en los manantiales

dsl Salvador (Isaías, XII, 3). — Por último, - 10) Jesucristo confundirá á los pecadores el dia del juicio, enseñándoles estas llagas, que habrian debido salvarles.



Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

El verdadero principio de la alegría consiste en ver al Señor, en contemplarle con viva fe y en acordarse de Él : Mi alma se resistia á todo consuelo; me he acordado del Señor, y me he regocijado. (Salmo LXXVI).



Díjoles otra vez : ¡La paz sea con vosotros!

El Salvador hizo votos dos veces por la paz de sus discípulos.

Primero, á su entrada, para tranquilizar sus ánimos y prepararles

para que conociesen el misterio de su resurrección :

Bienaventurados los pacíficos porque ellos verán á Dios. — La

segunda vez, para disponerlos mejor aún á recibir y derramar

sobre los demás corazones el don de la paz y de la reconciliación

evangélica.


Así como el Padre me envió à mí, así también os envio

yo á vosotros.


1º Dignidad apostólica, sacerdotal, cargos que impone. - 1) Grande es la dignidad de los hombres apostólicos establecidos como lo son, lugartenientes de Cristo, delegados suyos, y, casi podria decirse, sucesores suyos, y otros Cristos para salvar las almas - 2) Temible carga. Para desempeñar esta misión, necesitan hacer la vida de Jesucristo: vida de santidad, de trabajo, de abnegación y paciencia. No han sido enviados para disfrutar de reposo...



2º Puede decirse de todos los fieles, que son enviados corno

Cristo para encaminarse por la via de la cruz á la gloria de la

resurrección.



Os envío ; el que comprenda bien por quién es enviado, se

llenará de gran confianza,



Sopló sobre ellos.

1° No confía tan sólo el Salvador á los Apóstoles una misión, sino que les comunica al mismo tiempo poder y fuerza para desempeñarla debidamente : esta fuerza es un don del Espíritu Santo.



2º El soplo salido de la boca del Salvador, significa el celo con que los sagrados ministros deben inspirar á los pecadores el dolor de sus pecados y la penitencia cristiana.



Recibid el Espíritu Santo.

No dice : Recibid oro y plata, ú otros dones terrenos, sino recibid un don espiritual, incorruptible, eterno, único, verdaderamente bueno y apetecible.



A aquellos cuyos pecados perdonareis.

Poder divino, ilimitado... Institución del sacramento de la

Penitencia... Estas palabras comprenden también la necesidad

de la confesión sacramental; —sus frutos y condiciones.



Tomás no estaba con ellos.

Por hallarse Tomás separado de sus hermanos, no disfrutó

del beneficio de esta aparición, cayendo en una lamentable incredulidad

; después cuando volvió á reunirse con los Apóstoles

mereció participar de todas sus ventajas — Aprovechémonos

de esta lección para permanecer unidos con las personas piadosas,

y concurrir á los actos y reuniones de la Iglesia, etc.



Si no veo... no creeré... Mete aqui tu dedo y mira...

Mientras el Apóstol Tomás manifiesta vicios y faltas, el

Salvador pone en evidencia las más recomendables virtudes. —

Tomás, ademas del espiritu.de exclusivismo que le ha hecho

separarse de la compañía de sus hermanos, sólo da pruebas de

incredulidad, de tenacidad, de presunción, de obstinación y dureza;

— en Jesucristo, por el contrario, sólo vemos caridad

para atraer á la oveja descarriada ; dulzura y afabilidad para

con su obstinado Apóstol: háblate como un padre, sin reprenderle

con dureza, y se amolda á su debilidad con admirable

condescendencia : Verdaderamente se ha puesto de manifiesto

la dulzura y la humanidad del Salvador, nuestro Dios. 




Después de tantas pruebas como demuestran la verdad de

nuestra fe, y que no son menos evidentes y palpables que lo

fueron para Santo Tomás, el Salvador repite á cada uno de nosotros: No seas incrédulo, sino fiel. ¡Ah! 
¡cuan grandes son los estragos, y cuan funestos los efectos de la incredulidad!... ¡Y cuan preciosos los bienes que produce una dócil fe!...




¡Señor mío, y Dios mío!

Profesión de fe brillante y ejemplar. El santo Apóstol cree y

manifiesta su fe; — cree y ama; — cree con la más viva fe,

que este hombre es su Dios y su Señor : su Dios y su bien

sumo, su Señor y su Rey, á quien sólo quiere servir y á quien

quiere consagrarse.



Bienaventurados aquellos que no vieron y creyeron.

Esta bienaventuranza es la nuestra... ¡Ojalá que podamos comprender el precio de la fe! ¡Ojalá que la viva fe, que animaba al Apóstol Santo Tomás porque vio, nos anime también á nosotros que no vimos! — Entonces seremos dichosos, aun en esta vida, porque nuestra conversación estará en el cielo, y Cristo por la fe morará en nuestros corazones (Phil. III, 20).