Y también esto, sacado del mismo discurso blasfemo del Anticristo a las Naciones Unidas: “Los pueblos de la tierra se vuelven a las Naciones Unidas como hacia la última esperanza de concordia y paz”.
Qué “curioso”, señor Montini, nosotros pensábamos que era la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, la única, primera y última esperanza de concordia y paz verdaderas, qué “curioso”, señor Montini, que para usted lo sea una horda de políticos burócratas infieles, ateos y paganos reunidos en Nueva York…
La siguiente
cita ayudará a comprender lo que afirmamos, pues la realidad nos ha confirmado
tristemente que esto ha sucedido exactamente así.
Santo Tomás:
"creerán los impíos estar en paz y
seguridad, después de la muerte del Anticristo, antes de la venida de Cristo,
viendo que no inmediatamente se acaba el mundo, como antes pensaban."
Suplemento
Suma Teológica, Cuestión 73, respuesta 1.
Y también S.S.
San Pío X, en la encíclica E Supremi,
SU PRIMERA ENCÍCLICA, publicada el 4 de octubre de 1903, nos vendría a decir
que el Anticristo ya estaría presente en el mundo:
"sit perversitas haec animorum
libamentum quoddam ac veluti exordium; neve filius perditionis, de quo
Apostolus loquitur, iam in hisce terris versetur."
"Considerando todo esto, hay
razón para temer que esta gran perversidad sea como un anticipo, y tal vez el
comienzo de aquellos males que están reservados para los últimos días; Y QUE YA
ESTÁ EN EL MUNDO EL "HIJO DE PERDICIÓN" DEL QUE HABLA EL APÓSTOL (II
Tesalonicenses 2, 3)."
Así fue, en
efecto, pues G.B. Montini nació en 1897…
“Porque el Espíritu Santo fue
prometido a los sucesores de Pedro, no para que, por su revelación, dieran a
conocer alguna doctrina nueva, sino para que, con su ayuda, guardaran
religiosamente y expongan fielmente la revelación o depósito de fe transmitido
por los apóstoles. En efecto, su enseñanza apostólica fue acogida por todos los
venerables padres y reverenciada y seguida por todos los santos doctores
ortodoxos, pues sabían muy bien que esta sede de San Pedro siempre permanece
intacta de cualquier error, de acuerdo con la promesa divina de Nuestro Señor y
Salvador del príncipe de sus discípulos: he rogado por ti para que tu fe no
falte; y cuando te hayas vuelto, fortalece a tus hermanos [Lucas 22:32]”.
Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática Pastor Aeternus, Capítulo 4
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario