MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (LXXXVII)


Un punto muy importante que parecen olvidar todos los que, habiendo sido engañados por los falsos cristos y sus falsos profetas, siguen esperando absurdamente el advenimiento de un Anticristo cruel y tirano hasta el extremo, es que al diablo no le interesa en realidad engañar a los mundanos y paganos, que por desgracia hoy constituyen la amplia totalidad de la humanidad, a Satanás no le interesan ellos, ¡precisamente porque ya los tiene engañados a todos! En efecto, el diablo es el príncipe de este mundo, el cual está bajo su influjo, por eso él busca principalmente acabar ¡con los últimos elegidos de Dios, esto es, los últimos Católicos verdaderos!, pues sabe bien que ésos son los únicos que están fuera de su influjo maligno y corrupto, de ahí que se afane en perseguir sin descanso a quienes se esfuerzan por mantener pura e inalterable la Santa Fe Católica, Apostólica y Romana, porque quiere devorar a los hijos de Dios, quiere devorar la buena semilla que llevamos dentro, semilla que ha sido plantada por el Espíritu Santo Paráclito mediante la buena acogida y la fidelidad constante a la Gracia de Dios, semilla que tiene el poder de hacer hijos de Dios a quienes nos escuchen, y que hace de nosotros la verdadera Iglesia Católica hoy, o sea, la mujer que ha dado a luz al varón que apacentará todas las naciones con cetro de hierro, esto es, N.S.J.C., y que huye al desierto inspirada y protegida por el Espíritu Santo, el Pequeño Rebaño o Pusillus Grex, tal como leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 12. Por eso nos busca enfurecido el demonio, porque sabe que le queda poco tiempo para acabar de perder a todos los habitantes del orbe, especialmente a quienes hemos acogido la buena semilla de la Palabra de Dios y estamos dando el fruto que el Espíritu Santo espera de cada uno de nosotros, pues ese maldito impío nos tiene envidia y no quiere que difundamos la Santa Palabra de Dios, porque sabe que ésta tiene el poder de sanar a las almas y hacerlas entrar en la vía angosta que conduce a la salvación.


No deja de ser muy significativo el hecho de que una de las primeras acciones disolventes del gran hijo de Satanás de Montini cuando usurpó el Papado fue dejar de ser el protector y el patrón de todas las Órdenes y Congregaciones Religiosas, lo cual no es sorprendente, pues el Anticristo odiaba particularmente a las almas más piadosas y escogidas de Dios, por eso este supremo traidor sabía que tenía que engañar, corromper y pervertir en primer lugar a las almas más puras y avanzadas en la vida espiritual, como los religiosos de clausura y otras almas místicas de las que estaban repletas los Conventos, Abadías y Monasterios, que este miserable consiguió vaciar en muy pocos años después de instaurar e imponer la gran apostasía del herético conciliábulo convocado por él y por su falso profeta Roncalli. Vemos así cómo Satanás, mediante la astucia y perversidad su Anticristo, consiguió seducir y corromper a lo más selecto y granado de la Ciudad de Dios, cumpliéndose tristemente la máxima de San Gregorio Magno “Corruptio optimi pessima”, pues una vez los más Santos y fuertes en la Fe hubieron sido vencidos, el resto de miembros del Cuerpo Místico caerían fácilmente y sin apenas resistencia al seguir el ejemplo de sus hermanos mayores más formados.


Se entiende ahora por qué este supremo inicuo buscó siempre pervertir y corromper a la Iglesia haciendo que abrazase al mundo y su falso espíritu, que no es otro que el espíritu de Satanás, promoviendo siempre el diálogo con el mundo y la tolerancia suicida con sus errores y herejías, pues él sabía muy bien que esto significaba apostatar de la sagrada Fe Católica que esas almas nobles habían mantenido durante muchas décadas.

Continuará...





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