La siguiente cita del inmortal Pío IX nos muestra que donde está Pedro, allí está la Iglesia. Además, nos garantiza que la Roca del Papado y su Magisterio nunca fallan ni pueden enseñar el error. Vayamos, pues, sin ningún miedo ni desconfianza a beber en las deliciosas fuentes del sagrado Magisterio, porque contiene palabras de vida eterna que han sido inspiradas directamente por el Espíritu Santo Paráclito para que todos los hijos de la Iglesia tengan vida, y la tengan en abundancia. Crezca así también nuestro amor, respeto y devoción por los Pontífices de N.S.J.C., cuya infabilidad es un dogma fundamental que debe ser aceptado por todos para salvarse.
S.S. PÍO IX, QUI PLURIBUS, 1846.
Dios mismo ha establecido una autoridad viva para
establecer y enseñar el verdadero y legítimo significado de su revelación
celestial. Esta autoridad juzga infaliblemente todas las controversias que
conciernen a las cuestiones de fe y de moral, para que los fieles no sean
zarandeados por todo viento de doctrina que brota de la maldad de los hombres en
el error envolvente. Y esta autoridad infalible y viva sólo actúa en aquella
Iglesia que fue edificada por Cristo el Señor sobre Pedro, cabeza de toda la
Iglesia, jefe y pastor, cuya fe prometió que nunca fallaría. Esta Iglesia ha
tenido una línea de sucesión ininterrumpida desde el mismo Pedro; estos
pontífices legítimos son los herederos y defensores de la misma enseñanza,
rango, oficio y poder. Y la Iglesia está donde está Pedro, y Pedro habla en el
Romano Pontífice, viviendo en todo momento en sus sucesores y haciendo juicio, proporcionando
la verdad de la fe a los que la buscan. Las palabras divinas significan, pues,
lo que sostiene y ha sostenido esta sede romana del beatísimo Pedro.
Pues esta madre y maestra de todas las iglesias ha
conservado siempre íntegra e incólume la fe que le fue confiada por Cristo el
Señor. Además, la ha enseñado a los fieles, mostrando a todos los hombres la
verdad y el camino de la salvación. Puesto que todo el sacerdocio se origina en
esta iglesia, toda la sustancia de la religión cristiana reside también en
ella, la dirección de la Sede Apostólica ha sido siempre activa, y por ello,
debido a su autoridad preeminente, toda la Iglesia debe estar de acuerdo con
ella.
Los fieles que viven en cada lugar constituyen toda la
Iglesia. Quien no se reúne con esta Iglesia desparrama.
Dado en Roma, junto a Santa María la Mayor, el 9 de
noviembre de 1846 en el primer año de Nuestro Pontificado.
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