EL ANTICRISTO FUE G.B. MONTINI, ALIAS "PABLO 666", EL HIJO DE PERDICIÓN, EL ADVERSARIO (II)

 




EL ANTICRISTO SE SENTARÁ EN EL TEMPLO DE DIOS



S.S. León XIII
18 de mayo de 1890 (Acta Sanctae Sedis 1890 - 1891: Vol 23)

"En el mismo Lugar Santo, donde ha sido erigida la Sede del Santísimo Pedro y la Cátedra de la Verdad para luz del mundo, han levantado el trono de su abominable impiedad, con el inicuo designio de que, herido el Pastor, las ovejas se dispersen".


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EL ANTICRISTO, GUERRAS Y RUMORES DE GUERRA, LA IGLESIA DE LAODICEA Y LA PARUSÍA


Jesús les respondió diciendo: “Cuidaos que nadie os engañe. Porque muchos vendrán bajo mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y a muchos engañarán. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Mirad que no os turbéis! Esto, en efecto, debe suceder, pero no es todavía el fin. Porque se levantará pueblo contra pueblo, reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambres y pestes y terremotos. Todo esto es el comienzo de los dolores.” “Después os entregarán a la tribulación y os matarán y seréis odiados de todos los pueblos por causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos, y mutuamente se traicionarán y se odiarán. Surgirán numerosos falsos profetas, que arrastrarán a muchos al error; y por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se enfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. (...)


Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo —el que lee, entiéndalo—, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; quien se encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa; quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! (...)


Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; más por razón de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: «Ved, el Cristo está aquí o allá», no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aún a los elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por tanto, si os dicen: «Está en el desierto», no salgáis; «está en las bodegas», no lo creáis. Porque, así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el Poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas. 

Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol se oscurecerá [*Nota: No habrá Papa visible tras la muerte del último Vicario S.S. Pío XII], y la luna no dará más su fulgor [*Nota: la Iglesia será eclipsada], los astros caerán del cielo [*las almas santas serán vencidas por la retórica perversa y engañosa del Anticristo, perdiendo la Fe y apostatando de la Verdad], y las potencias de los cielos serán conmovidas.

(Mateo 24, 4-29)





Su Santidad San Pío X, en su primera encíclica E Supremi Apostolatus del 4 de octubre de 1903, nos dice que el Anticristo ya estaría físicamente presente en el mundo:


Quien considere todas estas cosas, puede, con razón, temer que esta perversidad de los espíritus sea como un anticipo y comienzo de los males que estaban reservados para el fin de los tiempos, o que ya se encuentra en este mundo el hijo de perdición del que nos habla el Apóstol.


Cuando Su Santidad San Pío X escribió estas líneas en 1903, Giovanni Battista Montini, el futuro falso papa "Pablo 6", tenía seis años edad...


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Su Santidad Pío XI, en Miserentissimus Redemptor del 8 de mayo de 1928, nos dice que la humanidad está en los principios de aquellos dolores que preceden al Anticristo:


Cuánta sea, especialmente en nuestros tiempos, la necesidad de esta expiación y reparación, no se le ocultará a quien vea y contemple este mundo, como dijimos, «en poder del malo» (1 Jn 5,19). De todas partes sube a Nos clamor de pueblos que gimen, cuyos príncipes o rectores se congregaron y confabularon a una contra el Señor y su Iglesia (2 Pe 2,2). Por esas regiones vemos atropellados todos los derechos divinos y humanos; derribados y destruidos los templos, los religiosos y religiosas expulsados de sus casas, afligidos con ultrajes, tormentos, cárceles y hambre; multitudes de niños y niñas arrancados del seno de la Madre Iglesia, e inducidos a renegar y blasfemar de Jesucristo y a los más horrendos crímenes de la lujuria; todo el pueblo cristiano duramente amenazado y oprimido, puesto en el trance de apostatar de la fe o de padecer muerte crudelísima. Todo lo cual es tan triste que por estos acontecimientos parecen manifestarse «los principios de aquellos dolores» que habían de preceder «al hombre de pecado que se levanta contra todo lo que se llama Dios o que se adora.»


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Su Santidad Pío XII, en su primera encíclica Summi Pontificatus del 20 de octubre de 1939, nos indica que la época en la que él va a regir es la de la Iglesia de Laodicea:


¿Qué época necesitó más que la nuestra de tales bienes? ¿Qué época sufrió el tormento del vacío espiritual, de profunda indigencia interior más que la nuestra, a pesar de toda clase de progresos en el orden técnico y puramente civil ¿No se le puede, quizá, aplicar la palabra reveladora del Apocalipsis: Dices rico soy y opulento y de nada necesito y no sabes que eres mísero, y pobre, y ciego, y desnudo (Apoc., 3, 17).


[...] Tal vez (¡Dios lo quiera!) se puede esperar que esta hora de máxima indigencia cambie la manera de pensar y de sentir de muchos que, hasta ahora, con ciega confianza, avanzaban por el camino de los errores modernos, tan extendidos, sin sospechar lo insidioso e incierto del terreno que pisaban. Tal vez muchos que no entendían la importancia de la misión educadora y pastoral de la Iglesia comprenderán ahora mejor sus amonestaciones que ellos desatendieron con la falsa seguridad de tiempos pasados. Las angustias presentes son la apología más impresionante del Cristianismo, tal que no puede haber mayor. De la gigantesca vorágine de errores y movimientos anticristianos se han cosechado frutos tan amargos, que constituyen una condenación, cuya eficacia supera a toda refutación teórica.


Horas de tan penosa desilusión son frecuentemente horas de gracia; un pasar del Señor: transitus Domini: (Ex., 12, 11), en el que, a la palabra del Salvador: He aquí que estoy a la puerta y llamo (Apoc., 3, 20), se abren puertas que, de otro modo, permanecerían cerradas. Sabe Dios con qué amor de compasión, con qué santo júbilo se vuelve Nuestro corazón a los que, como efecto de tan dolorosas experiencias, sienten nacer en sí el deseo impelente y saludable de la verdad, de la justicia y de la paz de Cristo. Pero. aun para aquellos para quienes no ha sonado todavía la hora de la iluminación celeste, Nuestro corazón no conoce sino amor, y Nuestros labios no tienen sino plegarias al Padre de las luces, para que haga brillar en su ánimo, indiferente o enemigo de Cristo, un rayo de aquella luz que un día transformó a Saulo en Pablo, de aquella luz que ha patentizado su fuerza misteriosa precisamente en los tiempos más difíciles de la Iglesia.



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Citamos a Monseñor Johannes Straubinger, en su obra Espiritualidad bíblica, de 1949:


La primera Encíclica de Su Santidad Pío XII [Summi Pontificátus, N. del E.] nos confirma en los conceptos que dejamos expuestos. Empieza el Papa recordando el 40.º aniversario de la consagración del género humano al Corazón de Cristo por Su Santidad León XIII, y declara que quiere «hacer del culto al Rey de los Reyes y Señor de los señores (Apoc. XIX, 6), como la plegaria del introito de este Nuestro Pontificado». Hace luego una manifestación, verdaderamente trascendental con las palabras siguientes: «¿No se le puede quizás aplicar (a nuestra época) la palabra reveladora del Apocalipsis: “Dices ‘rico soy y opulento y de nada necesito’; y no sabes que eres mísero y miserable y pobre y ciego y desnudo”?» (Apoc. III, 17).


Además de estas referencias al Apocalipsis, el Sumo Pontífice expresa su creencia de que estamos «al comienzo de los dolores anunciados por Jesús en el discurso escatológico» (Mt. XXIV, 8). Tan vehemente llamado del Papa ha de despertar las conciencias cristianas «para comprender que la Parusía, o segunda venida de Cristo, es verdaderamente el alfa y omega, el comienzo y el fin, la primera y la última palabra de la predicación de Jesús, que es su llave, su desenvolvimiento, su explicación, su razón de ser, su sanción; que es, en fin, el acontecimiento supremo al cual se refiere todo lo demás y sin el cual todo lo se derrumba y desaparece» (Cardenal Billot, La Parousie, 9).

 
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Su Santidad Pío XII en Basílica del Vaticano - Domingo, 24 de noviembre de 1940, nos dice que estamos viviendo los primeros dolores del parto profetizados:


"GUERRA Y RUMORES GUERREROS, (...) LA HORA PRESENTE ES UNA FASE...ANUNCIADA POR CRISTO."


"No; aún no ha llegado la consumación de los siglos. Cristo, si ha subido al cielo, está siempre con nosotros todos los días, incluso en medio de guerras y rumores de guerras. No debemos ser perturbados por ella, como no fueron perturbados por ella los Apóstoles, en la predicación del Evangelio. Pero, si la perturbación no nos quebranta el ánimo, sin embargo sentimos en el fondo de nuestra alma que la hora presente es una fase de la grave historia de la humanidad predicha por Cristo".


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También nos lo dijo Su Santidad Benedicto XV en Ad Beatissimi Apostolorum del 1 de noviembre de 1914:


"Apenas Nos fue dado contemplar, de una sola mirada, desde la altura de la dignidad Apostólica, el curso de los humanos acontecimientos, al ofrecerse a Nuestros ojos la triste situación de la sociedad civil, Nos experimentamos un acerbo dolor.


Y ¿cómo podría nuestro corazón de Padre común de todos los hombres dejar de conmoverse profundamente ante el espectáculo que presenta Europa, y con ella el mundo entero, espectáculo el más atroz y luctuoso que quizá ha registrado la historia de todos los tiempos?


Parece que, en realidad, han llegado aquellos días de los que Jesucristo profetizó: Oiréis hablar de guerra y de rumores de guerra… Se levantará nación contra nación"
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Así como Su Santidad Pío XI ,en Caritate Christi compulsi del 3 de mayo de 1932, donde nos cita que el odio satánico que se esta viviendo recuerda al misterio de iniquidad que esta actuando, pero que aún es retenido para que posteriormente aparezca el Anticristo:


"Si recorremos con el pensamiento la larga y dolorosa serie de males que, triste herencia del pecado, han señalado al hombre caído las etapas de su peregrinación terrenal, desde el diluvio en adelante, difícilmente nos encontraremos con un malestar espiritual y material tan profundo, tan universal, como el que sufrimos en la hora actual (…) Más ante ese odio satánico contra la religión, que recuerda el mysterium iniquitatis de que nos habla San Pablo (II Tes 2, 7), los solos medios humanos y las previsiones de los hombres no bastan…"


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Citamos a Su Santidad Pío XII el 3 de Abril 1957, diciendo que la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo no está ya lejana:


Es necesario quitar la piedra sepulcral con la cual han querido encerrar en el sepulcro a la verdad y al bien; es preciso conseguir que Jesús resucite; con una verdadera resurrección, que no admita ya ningún dominio de la muerte: «Surrexit Dominus vere» (Luc. 24, 34), «mors illi ultra non dominabitur» (Rom. 6, 9).

Jesús debe destruir en los individuos la noche de la culpa mortal con el alba de la gracia recobrada. En las familias, a la noche de la indiferencia y de la frialdad debe suceder el sol del amor. En los campos de trabajo, en las ciudades, en las naciones, en las tierras de la incomprensión y del odio, la noche debe iluminarse como el día, «nox sicut dies illuminabitur»; y cesará la lucha, brillará la paz.

¡Ven, Señor, Jesús!

La humanidad no tiene fuerza para quitar la piedra que ella misma ha fabricado, intentando impedir tu vuelta. Envía tu ángel, oh Señor, y haz que nuestra noche se ilumine como el día.

¡Cuántos corazones, oh Señor, te esperan! ¡Cuántas almas se consumen por apresurar el día en que Tú sólo vivirás y reinarás en los corazones! ¡Ven, oh Señor, Jesús!

¡Hay tantos indicios de que Tu vuelta no está lejana!

¡Oh María, que lo viste resucitado; María, a quien el primer aparecer de Jesús quitó la angustia inenarrable causada por la noche de la pasión; María, te ofrecemos las primicias de este día. Para ti, Esposa del divino Espíritu, Nuestro corazón y Nuestra esperanza. ¡Así sea!



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Estos Vicarios de N.S.J.C. nos están diciendo claramente que las guerras profetizadas en las Sagradas Escrituras fueron las 2 Grandes guerras mundiales, que abrirían el paso a la Gran Apostasía, al Anticristo y su falsa iglesia, y finalmente a la Parusía de N.S.J.C.




CONTINUARÁ...













2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por estos artículos tan reveladores, que he procedido a recomendar y enlazar en mi pequeñito canal de YouTube. Efectivamente, querido hermano, muchos son los que, ajenos a los signos evidentes y manifiestos de los tiempos en los que ya vivimos (véase Mateo 16: 2 y 3, y Lucas 12: 54 a 56), ignoran que YA es inminente la Parusía del Señor, y sin embargo continúan esperando la llegada del falso profeta, del anticristo, la abominación de la desolación y abolición del sacrificio perpetuo; pues no comprenden que todo ello ya ha acontecido...

    Hasta la muerte de Pío XII en 1958, que fue "el último Papa que conservó intacto el depósito de la fe", la barca de Pedro soportaba el temporal. Pero cada vez era mayor la infiltración del maligno. De hecho, la profética visión de León XIII, que tiene evidente conexión con lo avisado en Fátima y la Salette, estaba a punto de cumplirse justo en ese momento.

    Con el Conciliábulo Vaticano II (CV II), iniciado por Roncalli (conocido en el mundo como Juan XXIII) y desarrollado por el destructor Montini (conocido como Pablo VI, alias "Pablo 666" como usted hermano bien nos señala) se consumaría definitivamente el asalto del maligno y el cumplimiento de la reveladora visión de S.S. León XIII.

    Con el CV II, aparecería una falsa Iglesia adaptada al mundo, pero opuesta a la Sagrada Escritura, Doctrina, Tradición y Magisterio bimilenarios de la Iglesia. El CV II se llevaría por delante también "la liturgia de la misa" (el destructor Montini encargaría a otro modernista y también sospechoso de masón como él mismo, Bugnini, la fabricación de la nueva liturgia); asimismo se demolerían "los ritos de la ordenación y de consagración episcopal", y "los de todos y cada uno de los sacramentos", todos...

    Tras la muerte en 1958 de Pío XII, último Papa que conservó intacto el depósito de la fe, podemos afirmar que la sede de Pedro está usurpada, pues, TODOS y cada uno de los supuestos papas que le sucedieron, se apartaron pública y notoriamente de la fe católica, cayeron en herejía e incurrieron en cisma, por lo que no pueden ser papas, dándose así cumplimiento a lo profetizado. Son en definitiva, simple y llanamente, continuadores del Ánomos, sedientos de almas que devorar en el poco tiempo que ya les queda.

    Resulta especialmente estremecedor al leer sus artículos, lo advertido clara y expresamente por el Paráclito a través de la boca de los Pontífices, así León XIII, San Pío X, Pío XI, PÍo XII, advirtiendo en su época (sin ningún género de dudas) de la inminente llegada del anticristo, que ya estaría vivo durante el pontificado de San Pío X.

    Dios quiera, querido hermano, que estos preciados y preciosos artículos de su blog abran los ojos de muchos y les conduzcan de vuelta al redil de Pedro, cuyo Magisterio infalible sigue iluminándonos en la oscuridad de estos tiempos. ¡Hágase en cualquier caso Su Voluntad!

    ¡Dios le siga bendiciendo hermano! Gracias nuevamente por estos artículos y por permitirme hacerme eco de ellos.

    ¡Ven pronto Señor Jesús! La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos, amén.

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  2. AMÉN, querido hermano José Manuel.

    Muchísimas gracias a usted por su estupendo comentario y por difundir esta publicación en su excelente y piadoso canal.

    ¡Dios Uno y Trino y María Santísima le sigan bendiciendo, estimado hermano!

    ¡Ven pronto, Señor Jesús!

    La gracia del Señor Jesús sea con todos los Santos, amén.

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