NO HAY EXCUSA PARA NO AYUNAR
Por ayuno se entiende aquí toda obra penal que aflige nuestra carne, cualquier aspereza con que se maceran los penitentes. Así define el ayuno San Agustín: Jejunium magnum et genérale est abstinere ad iniquitatibus et illicitis voluptatibus saeculi... El ayuno que instituyó la Iglesia, que no obliga á los impedidos, es particular de una cosa, que es la comida ; pero hay otro ayuno grande y general, que es abstinencia de todos los vicios y de todos los regalos ilícitos del siglo, y aun de los lícitos, añade San Bernardo (D. Bern., Serm. 38) ; porque en recompensa de abstenernos de las cosas lícitas se nos perdonan las ilícitas que primero cometimos ; este ayuno presupone el Señor que le ha de haber y danos regla cómo sea meritorio.
No se acabó con la ley vieja el ayuno, sino la hipocresía dél ; hoy recibe Cristo en su Iglesia el ayuno y le aprueba y canoniza como buena substancia, y vístelo de las circunstancias evangélicas. El que enseña cómo se ha de regir el caballo, mandar la rienda, arrimar la espuela, arremeter y parar, presupone que habéis de andar á caballo; así, enseñando Cristo el modo de ayunar, deja por averiguado ser necesario el ayuno. Menester es romper la tierra y escardarla para que dé fruto y no lleve malezas. La tierra de nuestra sensualidad después del pecado incurrió aquella maldición: spinas et tribulos germinabit tibi (Génesis, 3). De suyo brota espinas y abrojos de malos deseos y desordenados afectos, y así conviene romperla y escardarla con el ayuno y mortificación de la penitencia, para que dé frutos de vida eterna.
Púsole Dios á Adán, en el estado de la inocencia, precepto de abstinencia, y mientras lo guardó, se conservó en la justicia original, cuyo oficio era rendir el cuerpo al alma, el apetito á la razón y la razón á Dios ; deshecha esta harmonía por la glotonería, al hombre caído se le vuelve á dar el ayuno por ayo y tutor, que mire por él; un sustituto, en cierta manera, de la justicia original que hace aquellos efectos, si no con tanta perfección, pero con más mérito. Qui corporali jejunio vitia comprimis, mentem elevas, virtutem largiris et praemias: "Mediante el ayuno, Señor, reprimís los vicios, refrénanse los insultos de la sensualidad, elévase la mente en Dios ; es causa de las virtudes y razón de los premios".
Es el ayuno, la dieta y buen regimiento, la medicina común de todas las dolencias, píldora de regimiento que preserva de todos los males, un antídoto contra todas las enfermedades, un poderoso mitridático y triaca contra todas las ponzoñas, un medio para conseguir todos los bienes. Ayune el que quisiere alcanzar de Dios favor para guardar su ley, que Moisés ayunando recibió la misma ley. Ayune el que quisiere gozar del coloquio de Dios, como Elias. Ayune, si quiere saber sus secretos y revelaciones, como Daniel. Ayune, si ha de vencer las llamas de la concupiscencia, como los tres niños las del horno de Babilonia. Ayune, si ha de alcanzar perdón de sus pecados, como los ninivitas. Ayune, si ha de cortar la cabeza al príncipe de las tinieblas, como cortó la de Holofernes la valerosa Judith. Ayune, si ha de entrar á hablar en la oración con su Dios, Rey y esposo, como Ester. Ayune, si quiere ser amigo del desposado y conservar la inocencia, como el Baptista. Ayune, si quiere ser encaminado en sus negocios, como los apóstoles ayunaron en todos los de importancia; ora hubiesen de elegir á Mathía, ora hubiesen de enviar á Pablo y Bárnaba á predicar.
¿Qué dicen á esto los que tantos achaques buscan al ayuno, que apenas se halla quien se conozca por su deudor? Todos se excusan de pagar este tributo; el oficial porque trabaja, el predicador porque predica, el clérigo porque confiesa, el caballero porque importa mucho su salud, la preñada por sus antojos, la parida porque cría, la doncella porque le da vaguido y dolor de estómago, los mozos por falta de edad, los viejos por esforzar la naturaleza, ¿quién ayuna? No niego que algunos tienen excusa bastante para no ayunar ; pero también afirmo que muchos no la tienen ni aun aparente, y que quieren engañarse y engañarnos, fingiendo necesidad y procurando su regalo. No defraudéis el ayuno y acordaos del bocado de Adán. ¡Pues yo, que no me obliga la Iglesia, porque no he cumplido los veintiuno! Oblígaos vuestra necesidad; ¿para pecar sois grande, y para satisfacer alegáis ser menor de edad? Sara, viéndose estéril, dióle por mujer á su marido Abraham su esclava Agar; ésta se hizo preñada y luego tuvo en poco á su señora. Querellóse Sara de Abraham. Inique agis contra me (Génesis, 16) : "Agravio me haces; yo te casé con mi esclava, y porque se ve con hijo ¿has de permitir que me desprecie?" Responde Abraham: Ecce ancilla túa, in manu tua est : utere ea ut libet : "Yo te vuelvo la jurisdicción libre sobre tu esclava y te la pongo en tus manos ; haz de ella lo que quisieres". Affligente igitur eam Sarai, fugam iniit.
Tiene el espíritu humano dos mujeres: la razón, señora; la sensualidad, esclava. Cuando la razón es estéril y no concibe buenos propósitos ni pare hijos de buenas obras, cásase el espíritu con la sensualidad, y deste ayuntamiento se engendran hijos de concupiscencia que matan al alma; con esto la esclava se ensoberbece, rebélase la carne contra la razón, y sírvese della como de esclava para todos sus devaneos. Mancebo fuerte para el mal, estéril para el bien, amancebado con tu sensualidad, á cuyos apetitos furiosos tratas solamente de complacer, mira que se queja de ti la razón que la injurias, haciéndola servir á su esclava; si tienes buen espíritu, vuélvele su jurisdicción. Ecce ancilla tua, in manu tua est; utere ea ut libet : "Ves ahí tu esclava, en tu mano está ; trátala como te pareciere". Amigo, si la carne roncea y se desmesura, en tu mano la deja la Iglesia: aflígela y oblígala á servir á la razón, que para eso no es menester precepto nuevo ; pues que por ser tan necesario para todos el ayuno, no dice el Señor: ayunad, sino: Cum jejunatis. Suponiendo que se ha de hacer, enséñanos el modo.
R.P. Fray Alonso de Cabrera OP († 1598)
Gracias hermano Javier por estas palabras del R.P. Fray Alonso de Cabrera, recordándonos en esta recién comenzada Cuaresma que no hay excusa para no ayunar. No en vano, nuestro Señor Jesucristo no dice: ayunad, sino que nos dice expresamente: "cuando ayunéis" (cum jejunatis), señalándonos claramente que lo debemos hacer. Véase Mateo 6: 16-18.
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