Por tanto,
que nadie se engañe, pues todos los que dan crédito a las fábulas de esos
impostores y les otorgan una autoridad o una legitimidad que NO poseen,
participando de sus simulaciones y dejándose apacentar, esto es, instruir espiritualmente por
ellos, deben saber que están siendo cómplices de un gravísimo sacrilegio, pese
a que no haya consagración, ni por tanto transubstanciación en todos esos
horribles sacrilegios, puesto que quienes los cometen son únicamente simples
laicos disfrazados, pero quienes se han dejado abducir mentalmente por esos
falsos pastores sí piensan que están recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo
realmente, de ahí que se les impute la terrible advertencia en I Corintios 11,
29 contra quienes comulgan sin hacer el debido discernimiento del Cuerpo del
Señor, haciéndose reos del Cuerpo y de la Sangre de N.S.J.C., comiendo y
bebiendo su propia condenación.
Para que
nuestros lectores comprendan la tremenda gravedad que supone el crimen sacrílego
de la simulación del Santo Sacrificio de la Misa, les invitamos a leer lo que
sigue:
"Nos parece superfluo demostrar
con muchas palabras cuán grave y horrendo crimen comete cualquiera que, sin
estar investido del Orden sacerdotal, se atreva a celebrar el sacrificio de la
Misa, ya que las razones por las que se considera justamente un crimen tan
sacrílego son tan evidentes a todos que debe ser detestado y castigado con una
rigurosa aplicación de sanciones".
[…] "No se reciba a ningún
obispo, presbítero o diácono itinerante sin cartas de recomendación; y cuando
presenten cartas, examínese cuidadosamente su contenido; y recíbanse si son de
piedad probada; de lo contrario, no se les dé ni siquiera lo necesario y no se
les admita en modo alguno a la comunión: muchas cosas pueden resultar de un
comportamiento subrepticio".
S.S.
Benedicto XIV, Encíclica Quam Tumba.
"Firmemente creemos y confesamos
que, por más honesto, religioso, santo y prudente que uno sea, no puede ni debe
consagrar la Eucaristía ni celebrar el sacrificio del altar, si no es
presbítero, ordenado regularmente por obispo visible y tangible. Para este
oficio tres cosas son, como creemos, necesarias: persona cierta, esto es, un
presbítero constituido propiamente para ese oficio por el obispo, como antes
hemos dicho; las solemnes palabras que fueron expresadas por los Santos Padres
en el canon, y la fiel intención del que las profiere. Por tanto, firmemente
creemos y confesamos que quienquiera cree y pretende que, sin la precedente
ordenación episcopal, como hemos dicho, puede celebrar el sacrificio de la
Eucaristía, es hereje y es partícipe y consorte de la perdición de Coré y sus
cómplices, y ha de ser segregado de toda la Santa Iglesia Romana".
S.S. Inocencio III, Eius Exemplo, 1208.
Por último, esta
severa amenaza de Nuestro Señor Jesucristo en forma de parábola golpea también
a los falsos cristos y sus falsos profetas, así como a sus desdichados acólitos
que prefirieron la seducción de las pérfidas fábulas de esos charlatanes
hipócritas a la Verdad sólida e infalible de la Santa Palabra de Dios revelada
en la Escritura y el Magisterio: Parábola del banquete nupcial y del convidado sin traje de boda (Mateo 22, 10-14), la
cual es aplicable a los engañados por los falsos cristos y sus falsos profetas,
así como a todos esos lobos rapaces, pues muchos de ellos habrán vivido de
manera aparentemente piadosa a ojos del mundo y de su propia conciencia
engañada, pero no poseerán sin embargo la Gracia esencial que les habría hecho
Católicos, que es la sumisión, fidelidad y obediencia al Papado y su Magisterio
infalible, que todos estos desobedientes y falsos humildes tantas veces
ignoraron o despreciaron abiertamente al creer impíamente que podían funcionar
sin el permiso del Papa y sin haber recibido ninguna misión ni jurisdicción del
Vicario de Cristo, por lo que serán reputados como cismáticos y acatólicos en
la hora del Juicio. Recomendamos leer también los comentarios extraídos de la
Biblia de Mons. Straubinger:
"Salieron aquellos siervos a los caminos, y reunieron a todos cuantos hallaron,
malos y buenos, y la sala de las bodas quedó llena de convidados. Mas cuando
el rey entró para ver a los comensales, notó a un hombre que no estaba vestido
con el traje de boda. Díjole: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin tener el traje de
boda?» Y él enmudeció. Entonces el rey dijo a los siervos: «Atadlo de pies y
manos, y arrojadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar
de dientes». *Porque
muchos son llamados, más pocos escogidos.”
[* 14. También esta parábola se refiere en primer lugar
al pueblo escogido de la Antigua Alianza. A las fiestas de las bodas de su Hijo
con la humanidad convida el Padre primeramente a los judíos por medio de sus
“siervos”, los profetas. Los que despreciaron la invitación perderán la cena
(Lucas 14, 24). Los “otros siervos” son los apóstoles que Dios envió sin
reprobar aún a Israel (Lucas 13, 6 ss.), durante el tiempo de los Hechos, es
decir, cuando Jesús ya había sido inmolado y “todo estaba a punto” (versículo
4; Hechos 3, 22; Hebreos 8, 4 y notas). Rechazados esta vez por el pueblo, como
Él lo fuera por la Sinagoga (Hechos 28, 25 ss.) y luego “quemada la ciudad” de
Jerusalén (versículo 7), los apóstoles y sus sucesores,
invitando a los gentiles, llenan la sala de Dios (Romanos 11, 30). El hombre que no lleva vestido nupcial es aquel
que carece de la gracia santificante, sin la cual nadie puede acercarse al
banquete de las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19, 6ss.). Cf. 13, 47 ss. y notas]
Y en el
mismo capítulo 22 del Evangelio de San Mateo, leemos un poco más adelante este
revelador versículo 29:
*Les respondió Jesús y dijo:
“Erráis, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios.
Sobre el
cual añadimos este jugoso comentario entresacado de Mons. Straubinger,
complementado con nuestras propias reflexiones que destacamos en color morado:
[* 29. ¡Erráis por no entender las
Escrituras! ¿No es éste un reproche que hemos de recoger todos nosotros? Pocos
son, en efecto, los que hoy conocen la Biblia, y no puede extrañar que caiga en
el error el que no estudie la Escritura de la Verdad, como tantas veces lo
enseña Jesús, y tanto lo recuerdan los Sumos Pontífices al reclamar su lectura
diaria en los hogares. Cf. versículo 31; 21, 42; Juan 5, 46 y nota. Y muchos menos todavía son
quienes conocen el verdadero tesoro escondido del Magisterio infalible de los
Vicarios de N.S.J.C., el cual es también Palabra de Dios inspirada por Su
Espíritu Santo a los Sumos Pontífices para instrucción y gobierno de todos los
fieles Católicos. ¡De ahí que sean tantos hoy los que erren y caigan en los
retorcidos sofismas y fábulas de la Anomia difundidos por los falsos profetas, esos
leprosos del cisma y la herejía, precisamente por no conocer el Magisterio que
les podía haber protegido contra esos graves errores y desviaciones!]
Es
universalmente conocido que la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana está
fundada en la solidez de San Pedro, la Piedra, pero estas sectas quieren
hacernos creer que debemos desobedecer a S.S. Pío XII, Piedra fundamental de la
Iglesia, y que los debemos seguir a ellos, ellos que dicen que conocen el
espíritu de la letra, que no es otro que la desobediencia y el non serviam, que
debemos seguirlos a sus cuevas de ladrones, de intrusos, de zorros y lobos,
navegar en sus jangadas y que nos dejemos guiar por estos piratas, bucaneros,
corsarios, filibusteros, ladrones y profanadores de los tesoros de la Santa
Iglesia Católica Apostólica y Romana, que nos dejemos engañar por el brillo de
sus mitras, garfios y sus saqueos y botines, con la excusa del rito, el
incienso y la pompa, y que hagamos defección de San Pedro, Príncipe de los
Santos Apóstoles y Piedra fundamental de la Santa Iglesia Católica Apostólica y
Romana, que habla en sus sucesores asistido por la Santísima Trinidad al
completo; estos pérfidos ladrones salidos de las profundidades la Babilonia la
Grande quieren secuestrarnos mediante sofismas y disfraces para llevarnos de
vuelta de donde Dios Uno y Trino nos sacó gratuitamente sin nosotros merecerlo.
¡Que
traición al buen Dios y a tal Compasión sería volver a entrar allí de donde nos
sacaron para nuestra salud, esto es, salvación!
¡Dios Uno y
Trino quiera que no caigamos por nuestros pecados personales y nos perdamos, y
que nos mantenga firmes en no abandonar a Su Santa Iglesia fundada sobre Pedro,
sobre la solidez de la Piedra, y adentrarnos en las falsas iglesias de pies de
barro y arenas movedizas, abandonando el Cuerpo Místico de Cristo nuestro
Señor!
Continuará...