MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (VI)

 

Los falsos cristos son los representantes de la Ramera conciliar, así como de sus franquicias del Ánomos, que son las sectas y el falso clero tradicionalista – sedevacantista surgido de los cismas engendrados por los excomulgados por apostasía pública y notoria [Canon 188.4 y Bula Cum Ex Apostolatus Officio] Marcel Lefebvre y Pierre Martin Ngô Thuc, los cuales han ido generando una monstruosa hidra de múltiples cabezas sin control ni dirección alguna, consagrando inválida e ilícitamente a pseudo “obispos” contra lo dispuesto por el Magisterio de S.S. Pío XII [Constitución Apostólica Vacantis Apostolicae Sedis] y el Código de Derecho Canónico de 1917, que castiga con penas severísimas de excomunión ipso facto a quienes tengan la impía osadía de proceder a una consagración episcopal sin permiso de la Santa Sede [Canon 2229.3, 3º ; AAS 43, 1951, pp.217-218 ; Canon 953] así como a quienes tengan la presunción de recibir la consagración de manos de aquellos temerarios que obraron sin permiso de la Santa Sede [Canon 2370]. De lo que se sigue que todos los desgraciados vástagos espirituales de estos dos arrogantes e hipócritas rebeldes y desobedientes al Magisterio de S.S. Pío XII son igualmente falsos cristos, y quedan marcados también con la lepra del cisma y la herejía por ósmosis o influencia mutua con sus heréticos y cismáticos “padres” y “superiores”, siendo golpeados con las penas de excomunión ipso facto e infamia jurídica [Canon 2372 ; S.S. PÍO XII, AAS 42 (1950) p. 601], convirtiéndose así en peligrosos intruso heréticos y cismáticos sin misión ni jurisdicción sobre el Rebaño de N.S.J.C., los cuales deben ser evitados por todos los fieles para no incurrir en communicatio in sacris con individuos que han sido excomulgados por su adhesión al cisma y la herejía, y cuyos actos son todos ellos nulos, inválidos, írritos, ilícitos, gravemente pecaminosos, sacrilegios y profanaciones, como así nos lo enseñan el Magisterio y el CIC. Las censuras mencionadas se aplican al falso “clero” surgido de la secta FSSPX generada por el hipócrita apóstata de Mons. Lefebvre, ya sea que sigan en esa secta o que pretendan funcionar como falsos “clerici vagantes”, así como a todos los pseudo “obispos” y “sacerdotes” surgidos de las cismáticas manos del enfermo mental y simoníaco Mons. Thuc y de sus igualmente impíos y arrogantes vástagos espirituales. Asimismo, dentro de la categoría de falsos cristos debemos incluir también a todos los falsos “religiosos” y a las pseudo “monjas”, a quienes se les aplican las siguientes censuras de excomunión e infamia de ley por haberse atrevido a profesar los votos religiosos ante intrusos apóstatas, heréticos y cismáticos sin misión ni jurisdicción [Canon 646.1 ; Canon 2314.1] y/o hayan osado fundar una congregación religiosa sin permiso del Papa [Canon 492.1 y 3 ; Canon 497.1 y 4]. Todos estos falsos cristos son auténticos leprosos del cisma, la herejía y la apostasía, que van extendiendo su despreciable orgullo y su desobediencia a la autoridad suprema puesta por Dios que es el Papa allá por donde pasan, infectando todo cuanto tocan, de ahí que Nuestro Señor Jesucristo nos haya advertido expresa y repetidamente (Mateo 7, 15-20; Mateo 24, 4-5; Mateo 24, 11 y 12; Mateo 24, 24; II Tesalonicenses 2, 8-12) que no les escuchemos ni tengamos nada que ver con ellos, pues están puestos ahí para confundir y desviar incluso hasta a los elegidos por Dios Uno y Trino si esto fuera posible, cumpliendo así su ingrato pero inevitable papel en la Escritura.


Los falsos profetas son todos los que apoyan y reconocen una falsa autoridad y jurisdicción en los falsos cristos ya mencionados, propagando y difundiendo sus diversas y numerosas sectas fundadas sobre la mentira y el fraude, en abyecto desprecio por el Papado y su Magisterio infalible y los Santos Cánones del Código. Todos ellos son ciegos que guían a otros ciegos, los cuales van a parar todos a la fosa por su enorme pecado de soberbia y desobediencia al Espíritu Santo Paráclito que habla por boca de los Pontífices de Jesucristo. La Gran Ramera Montiniana o conciliar es la secta matriz de la que surgen todos estos falsos cristos y sus falsos profetas, que son todos ellos miasmas del cuerpo místico del Anticristo, elementos en putrefacción que caminan hacia su perdición mientras intentan engañar al mayor número posible de almas cándidas y poco formadas en la Fe, la Doctrina, el Magisterio. De ahí la importancia vital de conocer las perversas y retorcidas fábulas de la Anomia con las que estos supremos rebeldes y desobedientes a Dios intentan engañar una y otra vez a su propia conciencia culpable y a muchos incautos que caen en sus redes; he dicho rebeldes y desobedientes a Dios, porque quien desobedece a S.S. Pío XII, desobedece también al bendito San Pedro, luego desobedece al mismo Jesucristo Hijo de Dios vivo y Segunda Persona de la Santísima Trinidad, desobedeciendo así al Padre Eterno y queriendo enmendarle la plana al mismo Dios Espíritu Santo Paráclito que habla por boca de los Vicarios de Cristo, lo cual, como ya se comprende, constituye un pecado mortal gravísimo para el que Nuestro Señor Jesucristo nos advirtió que no habría perdón (Mateo 12, 31-32). De ahí, repito, la tremenda importancia de conocer cuáles son las fábulas absurdas y diabólicas que estos desgraciados personajes emplean para engañar a propios y extraños, lo cual será tratado en el siguiente punto.

Continuará...




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