3. Fábula
del Canon 209 y el famoso “error común”.
Can. 209 - In errore communi aut in dubio positivo et
probabili sive iuris sive facti, iurisdictionem supplet Ecclesia pro foro tum
externo tum interno.
Esta es la fábula favorita de la gran mayoría del falso clero y los falsos religiosos “tradicionalistas-sedevacantistas”, los cuales piensan ingenuamente que el recurso tramposo a este canon va a funcionar como una “varita mágica” que todo lo puede validar y legitimar, incluso el más flagrante desprecio y desobediencia hacia el Magisterio y el Código de Derecho Canónico. Según la lógica torcida de estos insolentes intrusos, sus simulaciones y profanaciones estarían "amparados" y "justificados" por una especie de “error común casi universal” (sic) que se habría operado sobre todo el orbe durante el conciliábulo Vaticano 2 y la gran apostasía promovida por la Roma usurpada. Se imaginan así estos impostores que se podrá obtener algún “bien” mediante la transgresión de la disciplina impuesta por S.S. Pío XII, pues según ellos, “estaban engañados por el error común” (!?), de ahí que N.S.J.C. y la Iglesia estarían obligados a suministrarles a ellos Jurisdicción para perpetrar sus horribles sacrilegios.
Pero lo que
estos infelices no comprenden es que la Iglesia es el Papa, su Cabeza, que es
la que suple la Jurisdicción para todo el Cuerpo Místico, pues el ÚNICO que
tiene la jurisdicción plena y universal es el Papa, y no ningún cismático
excomulgado como Lefebvre o Thuc, ni ninguna “iglesia pneumática” que pretenda
funcionar sin Cabeza, pues la santa Iglesia de Dios siempre ha sido
jurisdiccional. Si no quieren entender que sin Papa nada funciona, y se quieren
autoengañar diciendo que no hubo apostasía masiva el 8 de diciembre de 1965, y
que esto es como un interregno normal, después de 65 años, eso sólo puede
significar que todos estos falsos ensotanados están bajo la insidiosa Operación
de error, que les ciega por el orgullo y el apego desordenado que tienen a un trozo
de tela que les da una falsa autoridad, en lugar del amor, la fidelidad y la
obediencia que le deben al Papa, a la Santa Iglesia y a N.S.J.C, es decir, a
Dios. Su situación es realmente más dura y de mayor sacrificio
que la nuestra, simples laicos como ellos, pero nosotros lo aceptamos mientras
que ellos se aferran a un estado clerical inexistente, de ahí que también supondría
para ellos un mayor grado de gloria si tuvieran la humildad suficiente para reconocer
que fueron engañados por los falsos cristos de Lefebvre y Thuc, pero se niegan
por una mera cuestión de orgullo detestable y apego a la vanagloria y la estimación de los desorientados fieles sin formación teológica y canónica que les adulan ciegamente.
Continuará...
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