DEL HUMILDE SIERVO DE DIOS, EUGENIO PACELLI (S.S. PÍO XII), AL SATÁNICO SIERVO DE LA PACHAMAMA, JORGE MARIO BERGOGLIO...
*Nota: Esta estupenda reflexión es obra de nuestro querido hermano José Manuel, administrador del piadoso canal Los Misterios del Rosario de Nuestra Señora, así como del desaparecido canal Aprendiendo de los Santos. Vemos aquí el ardiente celo y el amor de la Verdad que mueven al hermano a denunciar a la inmunda secta conciliar que hoy reina desde el Vaticano con el supremo desgraciado de Bergoglio a la cabeza. Damos difusión a tan valioso testimonio de fidelidad y adhesión a la Santa Fe Católica, Apostólica y Romana de un verdadero Católico de los pies a la cabeza, un testimonio tan necesario y raro en estos dificilísimos tiempos de la Anomia en los que estamos, con hipócritas falsos cristos y perturbados falsos profetas rondando por todas partes.
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En 1958 fallecía el humilde siervo de Dios, Eugenio Pacelli, conocido como Su Santidad Pío XII, la última llamarada fulgurante del sol de los Pontífices (https://youtube.com/shorts/ZGeh_3lLEpM), último Vicario de nuestro Señor Jesucristo en la tierra que conservó y mantuvo intacto el depósito de la fe.
Pocos comprenden lo que hizo por nosotros Su Santidad Pío XII.
Su Santidad Pío XII, Cristo en la tierra, como el mismísimo Señor casi 2000 años antes, contemplaba a estos Judas que iban a entregar a la esposa de Cristo en manos de los verdugos de Satanás, alumbrándose así la gran ramera del Anticristo.
En su lecho de muerte, a buen seguro, también pensó: consumado es (Juan 19: 30).
Su Santidad Pío XII era perfectamente consciente de la situación, y de hecho advirtió expresa y diáfanamente que la Iglesia que él estaba rigiendo era la séptima y última de las siete iglesias, la iglesia tibia de Laodicea (https://youtube.com/shorts/7tjI1k6_cEw), tras la cual evidentemente llegaría el reinado del Anticristo, en el cuál actualmente nos encontramos. Ciertamente, aunque debía estar muy triste y preocupado por las almas que iban a perderse, también debía consolarle el saber que ya estaba muy próxima nuestra liberación (Lucas 21: 28).
Su Santidad Pío XII dejó todo atado en el cielo y en la tierra, para estos aciagos y profetizados últimos tiempos, con su Magisterio iluminado por el Paráclito (Véase Mystici Corporis Christi, Ad Sinarum Gentem, Ad Apostolorum principis, Constitutio Vacantis Apostolicae Sedis, etc). Su Santidad Pío XII murió en paz, la paz del Señor, la paz del Pastor que lo dio todo por sus ovejas.
Tras la muerte de Su Santidad Pío XII, todo lo profetizado por nuestro Señor y por boca de los profetas, todo lo advertido por la Virgen en Fátima, y por los Vicarios de Cristo, particularmente desde aquella reveladora visión de S.S León XIII, estaba llegando a su término y cumplimiento (https://youtu.be/jGh769AjwBE).
Sorprende (aunque no extraña, pues estaba profetizado) la tremenda ceguera espiritual que existe actualmente, desde la muerte de S.S. Pío XII, comparable a la que había en tiempos de la primera venida del Señor. Los judíos miraban al cielo, y como no veían llegar el carro de fuego, no podían comprender, ni creer, que San Juan el Bautista fuese el propio Profeta Elías que había de volver (Malaquías 3: 23 y Mateo 17: 10-13). Tampoco supieron reconocer en nuestro Señor Jesús al Mesías, ese "Varón de dolores" profetizado en Isaías 53. Y como aquellos ciegos espirituales en la primera venida de nuestro Salvador y Redentor, que no entendieron esas y otras muchas cosas, tampoco hoy en día la gran mayoría ha sabido reconocer al falso profeta (Roncalli, alias Juan 23,) ni al Anticristo (Montini, alias Pablo 666), ni a ninguno de sus sucesores (los herejes Wojtyla, Ratzinger, Bergoglio...), y siguen esperando su llegada al más puro estilo Hollywoodense. (!?)

¡Ay de todos estos hipócritas que, como los fariseos y saduceos, saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos! No en vano, nuestro Señor Jesucristo en Mateo 16: 2 y 3, señala: «Cuando ha llegado la tarde, decís: "Buen tiempo, porque el cielo está rojo”, y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío”. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos.» Y en Lucas 12: 54 a 56, el Señor le dice a la muchedumbre: «Cuando veis una nube levantarse al poniente, luego decís: va a llover; y eso sucede. Y cuando sopla el viento del mediodía, decís: habrá calor; y eso sucede. Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?...»

¡Ay de todos estos hipócritas que, como los fariseos y saduceos, saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos! No en vano, nuestro Señor Jesucristo en Mateo 16: 2 y 3, señala: «Cuando ha llegado la tarde, decís: "Buen tiempo, porque el cielo está rojo”, y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío”. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos.» Y en Lucas 12: 54 a 56, el Señor le dice a la muchedumbre: «Cuando veis una nube levantarse al poniente, luego decís: va a llover; y eso sucede. Y cuando sopla el viento del mediodía, decís: habrá calor; y eso sucede. Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?...»
En breve, si Dios así lo quiere, morirá el último rostro conocido en el reinado del Anticristo; me refiero al vicario del demonio de la Pachamama, el montonero y satánico Bergoglio... Este asunto de la adoración a la Pachamama no es baladí, y es de una suma peligrosidad y gravedad, pues la Pachamama es un "demonio" al cual a día de hoy, se le continúan ofreciendo habitualmente sacrificios humanos en el altiplano andino, como es fácilmente comprobable y demostrable. A la Pachamama, entre otros muchos demonios (pues no era el único presente), se le dio culto en ceremonia pagana/satánica del viernes 4 de octubre de 2019 en la Basílica de San Pedro, que presidió el idólatra Jorge Mario Bergoglio, y durante la cual recibió en su cuello, de una sacerdotisa chamánica, un collar de conchas (con la significación, por cierto, que en santería y satanismo esto tiene, aunque los fieles lo ignoren). Hay testimonios gráficos de todo ello. El mismo demonio de la Pachamama, además, con posterioridad a dicha ceremonia satánica, presidiría el llamado "sínodo de la Amazonia", de lo cual hay también imágenes gráficas abundantes; y el 27 de octubre de 2019, con motivo de la sacrílega misa de clausura del llamado Sínodo Amazónico, se colocaría en el altar mayor de la Basílica de San Pedro (durante el ofertorio) un cuenco dedicado a la referida falsa diosa o demonio, que contenía tierra y plantas del Amazonas, y que ya previamente había sido entregado al falso Papa por la sacerdotisa o chamana en los jardines del Vaticano.
El pueblo perece por la falta de conocimiento, como bien decía el profeta Oseas 4: 6, pues no puede entenderse de otra manera que los fieles justifiquen y minusvaloren un hecho de tal peligrosidad y gravedad, que clama al cielo, como es haber realizado actos y rituales satánicos con varios demonios, entre ellos el de la Pachamama. ¿Qué hubiera dicho o hecho al respecto el profeta Elías? Recordemos lo acontecido con los Profetas de Baal, que llevaban también a cabo sacrificios humanos, y el justísimo trato que les dispensó el profeta, véase 1 Reyes 18. Errores les llaman, eufemísticamente, quienes no tienen el menor amor por la Verdad, en vez de llamarlos por su verdadero nombre: adoración de demonios, apostasía, herejía. ¿Desde cuándo adorar demonios es un error?

Ante la probable muerte, si Dios así lo quiere (insistimos), del último rostro conocido en el reinado del Anticristo, el referido montonero y satánico Jorge Mario Bergoglio, ya andan las redes hirviendo, con multitud de videos y publicaciones al respecto, sobre la llegada del inicuo, la marca de la bestia, etc, sin comprender que ya hace muchísimo tiempo que sirven a la Bestia, y ya hace muchísimo tiempo que llevan encima su marca, que no es sino practicar cultos ilícitos y consumir así su propia condenación (https://youtu.be/mEf0IQ71p4o), como muy bien nos advirtieron siervos de Dios de la talla de Santo Tomás de Aquino, San Antonio María Claret, etc....

Mas si el pueblo, como ya se ha dicho anteriormente, perece por falta de conocimiento (Oseas 4: 6), y no tiene discernimiento alguno, es porque, lamentablemente, la mayoría no ama lo más mínimo la Verdad, que es el Señor. Y porque no aman la Verdad, por eso Dios mismo, en vez de enviarles consuelos, les envía poderes de engaño para que crean la mentira, se complazcan en ella y se pierdan, como se nos dice expresa y literalmente por la Sagrada Escritura en 2 Tesalonicenses 2: 8 y ss. Esto resulta especialmente revelador en estos aciagos y profetizados últimos tiempos de la iniquidad en los que vivimos, donde muchos que dicen ser cristianos, en realidad no lo son, y en vez de amar a Dios y sus mandamientos, aman al mundo y sus dictados, obviando que sin la Luz de la Verdad, todo es tinieblas y oscuridad, y ceguera espiritual. No en vano, Dios abandona al ciego espiritual, y es más, podemos incluso afirmar que, sin ningún género de dudas, la ceguedad espiritual atrae la cólera de Dios. Núblanse sus ojos, se dice en el salmo 68, obscurentur oculi eorum...

Bien haríamos en rogar al Señor, por medio de su Santísima Madre, para recibir la gracia de ser contados entre los pocos que aún aman la Verdad, y permanecer fieles, en las catacumbas de nuestros hogares, en el desierto interior de Apocalipsis 12, junto a la Inmaculada (como los Apóstoles aguardaron junto a Ella, en el cenáculo, la llegada del Espíritu Santo), EN OBEDIENCIA a los mandatos expresos del Señor dados para la salvación de las almas en estos tiempos. Así en Apocalipsis 18: 4: «SALID de ella, pueblo mío, para no ser solidario de sus pecados y no participar en sus plagas; pues sus pecados se han acumulado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus iniquidades»; también en Mateo 24: 23: «Si entonces os dicen: “Ved, el Cristo está aquí o allá”, NO LO CREÁIS»; y por boca de Jeremías 41: 45: "SALID de ella, oh pueblo mío, y salve cada cual su vida del furor de la ira de Yahvé."



Allí, obedientes, en la santidad de nuestros hogares, refugiados en la contemplación de los Corazones de Jesús y María, aguardemos la Parusía (Apocalipsis 1: 7-8; y 22: 20-21); con las lámparas encendidas (Mateo 25, 1-13), contritos por nuestros pecados, llenos de amor de Dios, en Comunión espiritual; orando el Rosario de Nuestra Señora, clamando al Señor por su venida, regocijándonos porque ya llega nuestra liberación (Lucas 21, 28).
Nuestro Redentor, que en su primera venida vino como manso cordero para ser mancillado, viene nuevamente; pero esta vez como rugiente León de Judá para los réprobos, como Rey de Reyes y Justo Juez, a juzgar a las naciones, a vivos y muertos, y sabemos que su reino no tendrá fin. De su fiel promesa nos da testimonio en Ap. 22: 20, diciéndonos "sí, vengo pronto". No en vano, Él es el santo, santo, santo, Dios Todopoderoso, que era y que es "y que ha de venir" (Ap. 4: 8).
Aguardémosle, pues, con fidelidad y obediencia, llenos de amor de Dios. Y hagámoslo clamando vivamente, como hiciera el pueblo de Israel en Egipto (Éxodo 2: 23; y 3: 9); como se nos anima en Ap. 12, y se nos enseña expresamente en Ap. 22: 20-21, diciendo: "Que así sea, ¡Ven, Señor Jesús! La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos. Amén."

Muchísimas gracias, hermano Javier, por hacerse eco de estas palabras y darles difusión en su inspirador Blog. Vivimos sin duda alguna los profetizados últimos tiempos, y el pueblo perece por su falta de conocimiento y de discernimiento, que están íntimamente ligados a su falta de amor por la Verdad y, en definitiva, a su falta de fidelidad a nuestro Señor Jesucristo. Roguemos a la Inmaculada, Madre de Dios y nuestra, a quien nada se le niega en lo Alto, que interceda por nosotros, y nos lleguen las gracias necesarias para mantenernos fieles a los mandatos del Señor y de sus amados Vicarios, mandatos dados expresamente para la salvación de nuestra almas. Pidamos, asimismo, a Su Santidad Pío XII, última llamarada fulgurante del sol de los Pontífices, que ruegue también por nosotros a Dios nuestro Señor. Y no paremos de clamar por su pronta venida, que es nuestra pronta liberación, al santo, santo, santo, Dios Todopoderoso, nuestro Señor Jesús, el que era y que es y que ha de venir (Ap. 4:8): ¡Ven, Señor Jesús! La gracia del Señor sea con todos los santos. Amén. (Ap. 22.21)
ResponderEliminarAmén, querido hermano José Manuel!
EliminarAmén.
EliminarAmén 🙏🏼
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