Cuarto sofisma: Hay que recurrir a la misericordia en lugar de la severidad y la condenación.
Seguimos citando el discurso de apertura del "Concilio":
"La Iglesia nunca ha dejado de oponerse a estos errores. Incluso los condenaba a menudo, y muy severamente. Pero hoy, la Esposa de Cristo prefiere recurrir al remedio de la misericordia, en lugar de blandir las armas de la severidad. Ella cree que, en lugar de condenar, responde mejor a las necesidades de nuestro tiempo resaltando más las riquezas de su doctrina. Ciertamente, no faltan doctrinas y opiniones falsas, peligros de los que hay que precaverse y que hay que evitar; pero todo esto se opone tan manifiestamente a los principios de la honestidad y produce frutos tan amargos, que hoy los hombres parecen empezar a condenarlos por sí mismos. [...] La Iglesia Católica [...] quiere ser para todos una madre muy amorosa, buena, paciente, llena de bondad y misericordia para sus hijos separados de Ella. A la humanidad abrumada por el peso de tantas dificultades, le dice como San Pedro al pobre que le pedía limosna: «Plata y oro, no tengo, pero lo que tengo, ay, te lo doy: en el nombre de Jesucristo, el Nazareno, camina. » (Hch 3:6) 3.
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Quatrième sophisme : il convient d’utiliser plutôt la miséricorde que la sévérité et la condamnation
Citation du discours d’ouverture du "Concile" :
"L’Église n’a jamais cessé de s’opposer à ces erreurs. Elle les a même souvent condamnées, et très sévèrement. Mais aujourd’hui, l’Épouse du Christ préfère recourir au remède de la miséricorde, plutôt que de brandir les armes de la sévérité. Elle estime que, plutôt que de condamner, elle répond mieux aux besoins de notre époque en mettant davantage en valeur les richesses de sa doctrine. Certes, il ne manque pas de doctrines et d’opinions fausses, de dangers dont il faut se mettre en garde et que l’on doit écarter ; mais tout cela est si manifestement opposé aux principes d’honnêteté et porte des fruits si amers, qu’aujourd’hui les hommes semblent commencer à les condamner d’eux-mêmes. [...] L’Église catholique [...] veut être pour tous une mère très aimante, bonne, patiente, pleine de bonté et de miséricorde pour ses fils qui sont séparés d’Elle. A l’humanité accablée sous le poids de tant de difficultés, Elle dit comme saint Pierre au pauvre qui lui demandait l’aumône : « De l’argent et de l’or, je n’en ai pas, mais ce que j’ai, je te le donne : au nom de Jésus-Christ, le nazaréen, marche. » (Ac 3, 6) 3.
De hecho, aquí se pueden discernir tres sofismas:
1. La Iglesia hoy elige la misericordia (lo que significa que en el pasado no sabía recurrir a ella).
2. Todos los hombres son de buena voluntad.
3. No es necesario predicar primordialmente la doctrina, que puede ser fuente de división, sino que basta con ofrecer la caridad a todos.
Veamos ahora cómo los predecesores de "Juan XXIII" supieron justificar la severidad recurriendo a la mansedumbre:
— S.S. el Papa Pío IX: “Aunque no hemos descuidado proscribir y reprender con frecuencia los más graves de estos errores, la causa de la Iglesia católica, la salvación de las almas que Dios nos ha confiado y el bien de la misma sociedad humana, nos exigen hacer un nuevo llamamiento a vuestra solicitud pastoral para que condenéis otras ideas falsas que surgen de estos mismos errores 1."
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On peut en fait discerner ici trois sophismes :
1. L’Église choisit aujourd’hui la miséricorde (ce qui veut dire qu’elle n’a pas su y avoir recours autrefois.)
2. Tous les hommes sont de bonne volonté.
3. Il ne faut pas prêcher principalement la doctrine, qui peut être une source de divisions, mais il suffit d’offrir à tous la charité.
Voyons maintenant comment les prédécesseurs de "Jean XXIII" ont su justifier la sévérité tout en usant de douceur :
— S.S. le pape Pie IX : « Bien que nous n’ayons pas négligé de proscrire et de réprouver souvent les plus graves de ces erreurs, la cause de l’Église catholique, le salut des âmes que Dieu nous a confiées et le bien de la société humaine elle-même demandent instamment que Nous lancions un nouvel appel à votre sollicitude pastorale pour condamner d’autres idées fausses qui découlent de ces mêmes erreurs 1. »
— San Pío X: “Si Jesús fue bueno con los perdidos y con los pecadores, no respetó sus convicciones erróneas, por sinceras que parecieran; Él los amó a todos para enseñarles, convertirlos y salvarlos. [...] Si su corazón rebosaba de dulzura hacia las almas de buena voluntad, sabía también armarse de una santa indignación contra los profanadores de la casa de Dios. [...] Era tan fuerte como gentil; Él regañó, amenazó, castigó, sabiendo y enseñándonos que el miedo es a menudo el principio de la sabiduría y que a veces es correcto cortar un miembro para salvar el cuerpo 2."
Santo Tomás de Aquino 3 explica muy bien que «la corrección de los pecadores, considerada en su ejecución, parece marcada por una justa severidad; pero por la intención de quien quiere con ello arrancar al culpable de su pecado, es un acto de misericordia y de caridad: “Mejores son las heridas del amigo fiel que los besos engañosos del enemigo” (Pr 27, 6). )”. En esta pregunta de la Suma, Santo Tomás sitúa entre las obras de misericordia espiritual la corrección de los pecadores 4.
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— Saint Pie X : « Si Jésus a été bon pour les égarés et les pécheurs, il n’a pas respecté leurs convictions erronées, quelque sincères qu’elles parussent ; il les a tous aimés pour les instruire, les convertir et les sauver. [...] Si son cœur débordait de mansuétude pour les âmes de bonne volonté, il a su également s’armer d’une sainte indignation contre les profanateurs de la maison de Dieu. [...] Il a été aussi fort que doux ; il a grondé, menacé, châtié, sachant et nous enseignant que souvent la crainte est le commencement de la sagesse et qu’il convient parfois de couper un membre pour sauver le corps 2. »
Saint Thomas d’Aquin 3 explique très bien que « la correction des pécheurs, considérée dans son exécution, semble empreinte d’une juste sévérité ; mais par l’intention de celui qui veut par là arracher le coupable à son péché, elle est un acte de miséricorde et de charité : “Les blessures faites par un ami fidèle valent mieux que les baisers trompeurs d’un ennemi (Pr 27, 6)”. » Dans cette question de la Somme, saint Thomas place la correction des pécheurs parmi les œuvres de la miséricorde spirituelle 4.
Citemos al profesor Romano Amerio 5:
"Este anuncio [de "Juan XXIII"] del principio de la misericordia opuesto al de la severidad descuida el hecho de que, en la idea de la Iglesia, la condena del error es, en sí misma, una obra de misericordia, ya que al herir el error se corrige al que yerra y preserva al otro del error. [...] El "Papa", además, reduce [...] el servicio que la Iglesia debe prestar al peregrino a la sola presentación de la verdad: esta presentación sería suficiente en sí misma, sin confrontar la verdad con el error para causarle una derrota a este último. Se omitiría la operación lógica de la refutación para dar paso a una simple enseñanza directa de la verdad, confiando en su eficacia para producir el asentimiento del hombre y destruir el error.
Esta doctrina del "Papa" constituye una variación importante en la Iglesia Católica y se basa en una visión singular del estado intelectual de los modernos. Los hombres modernos están tan profundamente imbuidos de opiniones falaces y de máximas fatales in re morali (en materia de moral) que, dice paradójicamente el "Papa", "hoy los hombres parecen empezar a condenarlas por su propia cuenta" (c. 1600), es decir, sin refutación o condenación); "y en particular estas maneras de vivir en desprecio de Dios y de sus leyes." Es indudablemente admisible que un error puramente teórico pueda curarse por sí solo, puesto que surge de causas puramente lógicas; pero que un error práctico sobre las acciones de la vida, que depende por el contrario de un juicio en el que juega la parte libre del pensamiento, se cura por sí solo, es una tesis difícil de entender. Esta interpretación optimista del error que, en adelante, debería reconocerse y corregirse, ya de por sí difícil en la línea doctrinal, es duramente desmentida por los hechos. A medida que el "Papa" hablaba, estos hechos se iban desarrollando; en los diez años que siguieron, los vimos madurar. Los hombres no cambiaron de opinión acerca de estos errores, sino que, por el contrario, los confirmaron y les dieron fuerza de ley. La adopción pública y universal de estos errores se ha hecho evidente en la adopción del divorcio y el aborto. La moral de los pueblos cristianos se transformó completamente y su legislación civil, hasta hace poco regida esencialmente por el derecho canónico, se transformó en una legislación puramente profana sin sombra de lo sagrado. Este es un punto en el que la clarividencia del "Papa" resultó deficiente."
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Citons ici le professeur Romano Amerio 5 :
"Cette annonce [par "Jean XXIII"] du principe de la miséricorde opposé à celui de la sévérité néglige le fait que, dans l’idée de l’Église, la condamnation de l’erreur est, elle-même, œuvre de miséricorde, puisqu’en frappant l’erreur on corrige celui qui errait et l’on préserve d’erreur les autres. [...] Le "pape", par ailleurs, diminue [...] le service à rendre par l’Église à l’errant, à la seule présentation de la vérité : cette présentation suffirait à elle seule, sans confronter la vérité à l’erreur et infliger une défaite à celle-ci. L’opération logique de réfutation serait omise pour faire place à un simple enseignement direct du vrai en se fiant à l’efficacité de celui-ci pour produire l’assentiment de l’homme et détruire l’erreur.
Cette doctrine du "pape" constitue une variation importante dans l’Église catholique et repose sur une vue singulière de l’état intellectuel des modernes. Les modernes sont pénétrés si profondément d’opinions fallacieuses et de maximes funestes in re morali (en matière de mœurs) que, dit paradoxalement le pape, « aujourd’hui les hommes semblent commencer à les condamner d’eux-mêmes » (c’est-à-dire sans réfutation ni condamnation) ; « et en particulier ces manières de vivre au mépris de Dieu et de ses lois ». Qu’une erreur purement théorique puisse guérir d’elle-même, puisqu’elle naît de causes purement logiques, c’est sans doute admissible ; mais qu’une erreur pratique sur les actions de la vie, qui dépend au contraire d’un jugement où joue la partie libre de la pensée, guérisse toute seule, voilà une thèse difficile à comprendre. Cette interprétation optimiste de l’erreur qui, désormais, se reconnaîtrait et se corrigerait d’elle-même, déjà difficile dans la ligne doctrinale, est rudement démentie par les faits. Au moment où le "pape" parlait, ces faits se développaient ; dans les dix ans qui suivirent, on les a vus mûrir. Les hommes ne se sont pas ravisés de ces erreurs, mais au contraire les ont confirmées et leur ont donné force de loi. L’adoption publique et universelle de ces erreurs est devenue patente dans l’adoption du divorce et de l’avortement. Les mœurs des peuples chrétiens en furent entièrement transformées, et leurs législations civiles, récemment encore réglées essentiellement sur le droit canon, furent changées en législations purement profanes sans ombre de sacré. Voilà un point où la clairvoyance du "pape" a été prise en défaut."
En Stat Veritas 1, comentando un pasaje de la carta apostólica Tertio millenio adveniente 2 donde el "papa Juan Pablo II" se queja de la crisis de obediencia al magisterio de la Iglesia 3, Romano Amerio también dice:
"En el pasado, los herejes [...] eran quemados. Lo único que decimos hoy es que hay que destituirlos y silenciarlos. Si uno de estos peregrinos es profesor universitario de ciencias teológicas, hay que retirarlo de su cátedra.
El ejemplo más significativo de esta grave renuncia [de la actual "jerarquía eclesiástica"] es el caso de Hans Küng. Debería haber sido privado de su cátedra. Por el contrario, las autoridades llamadas a juzgar su caso se han limitado a decir que no es un teólogo católico: sin embargo, sigue recibiendo la calificación de teólogo católico, sigue haciendo propaganda, enseñando, defendiendo, exponiendo sus juicios erróneos en las librerías católicas. Pero el error es más contagioso que la verdad, porque es más atractivo. Nunca ha habido, en la disciplina, en la jurisprudencia de la Iglesia, una forma de condena que consista en decir: este maestro ya no tiene derecho al título de teólogo católico [...] Una calificación con la que se sigue permitiendo que un teólogo ocupe una cátedra de teología y se le quite el nombre de teólogo es una actitud inusual, incluso incongruente. Sería como decir: seguimos permitiendo que este médico que envenena a los enfermos ejerza; sin embargo, debemos saber que ya no es médico. Por el contrario, lo que debería prohibirse es la obra, no el título".
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Dans Stat Veritas 1, commentant un passage de la lettre apostolique Tertio millenio adveniente 2 où le "pape Jean-Paul II" se plaint de la crise d’obéissance au magistère de l’Église 3, Romano Amerio dit encore :
"Jadis, les hérétiques [...] on les brûlait. Nous disons seulement qu’il faut les destituer, les faire taire. Si un de ces errants est un professeur universitaire en sciences théologiques, on le déplace.
L’exemple le plus significatif de cette grave démission [actuelle de la hiérarchie ecclésiastique], c’est le cas de Hans Küng. Il aurait dû être privé de sa chaire. Au contraire, les autorités appelées à juger son cas se sont limitées à dire que ce n’est pas un théologien catholique : cependant, il continue à recevoir la qualification de théologien catholique, il continue à faire de la propagande, à enseigner, à défendre, à exposer dans les librairies catholiques ses jugements erronés. Mais l’erreur est plus contagieuse que la vérité, elle est plus attrayante. Il n’y a jamais eu, dans la discipline, dans la jurisprudence de l’Église, une forme de condamnation qui consiste à dire : cet enseignant n’a plus le droit au titre de théologien catholique [...] Une qualification par laquelle on continue à laisser un théologien sur la chaire de théologie en lui enlevant pourtant son nom de théologien, est une attitude inusitée, et même incongrue. Ce serait comme si on disait : ce médecin qui empoisonne les malades, nous le laissons encore exercer ; cependant on doit savoir qu’il n’est plus un médecin. C’était au contraire l’œuvre que l’on devait interdire, non le titre."
"Así pues, en este pasaje de la carta [apostólica] de "Juan Pablo II" se indica claramente la desobediencia, pero se esconde la causa última de esta desobediencia, y esta causa última es precisamente el breviato manu 1 del mismo gobierno de la Iglesia, su renuncia, iniciada explícitamente por "Juan XXIII" en el discurso inaugural del "Concilio Vaticano II": «La Esposa de Cristo prefiere recurrir al remedio de la misericordia, etc." Aquí no podemos pasar por alto un hecho claro, y es que el error debe ser refutado precisamente por misericordia hacia el errante cuyo error lo hace infeliz. De hecho, en el Evangelio según San Mateo (5, 10), Nuestro Señor dice: “Vosotros sois la sal de la tierra”. La sal da sabor a los alimentos, los conserva; la sal desinfecta las heridas: en el momento quema, pero después cura. Nuestro Señor no dice: «Vosotros sois miel», sino que dice: «Vosotros sois sal», precisamente por las propiedades particulares e insustituibles de la sal, que son las de conservar y curar."
3— Discurso de apertura del "Concilio", DC, col. 1383-1384.
1 — Encíclica Quanta cura, 8 de diciembre de 1864.
2 — Encíclica Nuestro Oficio Apostólico, 25 de agosto de 1910.
3 — II-II, q. 32, a. 2, anuncio 3.
4 — Es interesante notar que esta admonición fue suprimida de la lista de obras de misericordia espiritual en el Catecismo de la Iglesia Católica [*el de la Ramera conciliar o montiniana], edición definitiva, París, Centurion/Cerf/FleurusMame/Librairie éditrice vaticane, 1998, nº 2447, p. 500-501.
5 — AMERIO, Iota unum, pág. 74-75.
1— ID., Ibíd., pág. 104-105.
2— 11 de noviembre de 1994.
3— "Incluso la rectitud teológica de la fe [...] ya puesta a prueba por la confrontación con nuestro tiempo, se ve a veces desorientada por posiciones teológicas erróneas, que se difunden, entre otras cosas, a causa de la crisis de obediencia al magisterio de la Iglesia. »
1— Etimológicamente: la mano acortada.
CONTINUARÁ...
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Donc, dans ce passage de la lettre [apostolique de "Jean-Paul II"], la désobéissance est bien indiquée, mais la cause ultime de cette désobéissance est tue, et cette cause ultime est justement la breviato manu 1 du gouvernement même de l’Église, sa démission, commencée explicitement par "Jean XXIII" dans le discours inaugural du "concile Vatican II" : « L’Épouse du Christ préfère recourir au remède de la miséricorde etc. » Ici nous ne pouvons pas négliger un fait clair, à savoir que l’erreur doit être réfutée, justement par miséricorde envers l’errant que son erreur rend malheureux. En fait, dans l’Évangile selon saint Matthieu (5, 10), Notre-Seigneur dit : « Vous êtes le sel de la terre ». Le sel donne de la saveur à la nourriture, il la conserve ; le sel désinfecte les blessures : sur le moment il brûle, puis il guérit. Notre-Seigneur ne dit pas : « Vous êtes le miel », mais il dit : « Vous êtes le sel », justement à cause des propriétés particulières, irremplaçables du sel, qui sont de conserver et de soigner.
3— Discours d’ouverture du "Concile", DC, col. 1383-1384.
1 — Encyclique Quanta cura, du 8 décembre 1864.
2 — Encyclique Notre charge apostolique, du 25 août 1910.
3 — II-II, q. 32, a. 2, ad 3.
4 — Il est intéressant de remarquer que cette admonition a été supprimée de la liste des œuvres de miséricorde spirituelle dans le Catéchisme de l’Église catholique, [*celui de la Prostituée conciliaire ou secte montinienne] édition définitive, Paris, Centurion/Cerf/FleurusMame/Librairie éditrice vaticane, 1998, nº 2447, p. 500-501.
5 — AMERIO, Iota unum, p. 74-75.
1— ID., Ibid., p. 104-105.
2— 11 novembre 1994.
3— « Même la rectitude théologale de la foi [...] déjà mise à l’épreuve par la confrontation avec notre temps, est parfois désorientée par des positions théologiques erronées, qui se répandent, entre autres, à cause de la crise de l’obéissance à l’égard du magistère de l’Église. »
1— Étymologiquement : la main raccourcie.
A SUIVRE...
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