LA GRAN APOSTASÍA BÍBLICA DEL CONCILIÁBULO VATICANO 2 (LA TREMENDA CULPA DEL FALSO PROFETA ANGELO RONCALLI - JUAN 23; parte 2)

 




LA TREMENDA CULPA DEL FALSO PROFETA ANGELO RONCALLI - JUAN 23; parte 2



2) Sacerdote y obispo

El 10 de agosto de 1914, décimo aniversario de su ordenación, escribe: “las aptitudes particulares de mi carácter, las experiencias, las circunstancias, me inclinan al trabajo tranquilo, pacífico, fuera del campo de batalla, más que a la actividad batalladora, a la polémica, a la lucha”(11). De hecho, Roncalli jamás luchará para destruir el error o para librar de él a quienes no se adhieren a la fe o a la verdad. Pero estas disposiciones no impiden que sea consagrado obispo en 1925.



Visitador apostólico en Bulgaria, luego delegado apostólico en aquel país, Angelo Roncalli busca siempre desenvolver su caridad, y escribe al P. Gusmini el 28 de junio de 1926: “es preferible y bastante más ventajoso excederse un poco en bondad y en indulgencia (...) ciertos actos de firmeza hacen temblar” (12). Esto es innegable, pero no todos los actos de firmeza son malos; y ciertas faltas de firmeza pueden ser todavía más terribles.



En 1935, Angelo Roncalli es trasladado a la Delegación Apostólica de Turquía y Grecia, con sede en Estambul. Durante los ejercicios de noviembre de 1940 medita el salmo Miserere (Sal. 50, 3-21). En el séptimo versículo se refiere a un dicho del P. Segneri, escritor espiritual del siglo XIX: “la verdad -dice el P. Segneri- es una virtud trascendente que entra en todos los asuntos bien regulados y, según la diversidad de éstos, toma diversos títulos. En las escuelas se llama ciencia; en el hablar, veracidad; en las costumbres, pureza; en la conversación, sinceridad; en el obrar, rectitud; en el contratar lealtad; en el aconsejar, libertad; en el cumplir las promesas, fidelidad; en los tribunales tiene el sublime título de justicia. Ésta es la verdad del Señor ‘quae Manet in aeternum’” (13). Estas palabras son bellísimas, y también, verdaderas. Pero podemos tal vez lamentar que no se trate aquí de la verdad “predicamental”, que es la conformidad de la inteligencia con la realidad, en la cual se perfecciona el espíritu humano mismo. Y cuando Angelo Roncalli escribe: “mi sacerdocio” es “apostolado de verdad y caridad (...) soy maestro de misericordia y verdad” (14), podemos preguntarnos de qué verdad se trata.



Durante el mismo retiro escribe también: “la Iglesia se presenta no como un monumento histórico, sino como una institución viviente” (15). Volveremos a encontrar más tarde esta concepción de la Iglesia, que no debe ser un museo sino un jardín.





Nuncio en Francia desde 1945, reflexiona sobre las virtudes: “la primera de las cardinales es la prudencia. Aquí es donde combaten y a menudo son vencidos papas, obispos, reyes y dirigentes. Ésta es la virtud característica del diplomático. Yo debo profesarle un culto preferente (...) saber callar, saber hablar con medida, saber abstenerme de juzgar a las personas y tendencias (...) sino cuando me lo imponen mis superiores o los intereses más graves. En todo, decir más bien menos que más, y temor de decir demasiado” (16). ¿Acaso no es extraño oír aquí a un obispo calificar como virtud lo que no es sino el arte de la diplomacia?




En 1948 anota algunas reflexiones sobre “mi temperamento, inclinado a la condescendencia y a descubrir inmediatamente el lado bueno de las personas y las cosas, más que a la crítica y al juicio temerario” (17).




3) Cardenal y "Papa"

Tras su acceso al Patriarcado de Venecia en 1953, constatemos su continua preocupación por la caridad. En mayo de 1955 escribe: “no necesito emplear formas duras para mantener el buen orden. La bondad atenta, paciente y generosa llega mucho más rápidamente que el rigor y el látigo. Y no sufro decepciones ni dudas en este punto” (18). Así pues, esto no es en él solamente una consecuencia de su temperamento, sino una convicción real bien arraigada, que no teme equivocarse.



Después de ser elegido "Papa" el 28 de octubre de 1958, leamos tres citas del Diario del Alma. La primera, de diciembre de 1959, sigue manifestando la misma confianza en sí mismo: “estoy agradecido al Señor por el temperamento que me ha concedido y que me preserva de aturdimientos e inquietudes molestos. Me siento en obediencia en todo y veo que el mantenerme así, ‘in magnis et in minimis’ confiere a mi pequeñez tanta fuerza de audaz sencillez que, por ser totalmente evangélica, pide y obtiene respeto general, y es motivo de edificación para muchos” (19).



En la segunda cita volvemos a encontrar esa “audaz sencillez” junto con la virtud de la prudencia. Estamos a 13 de agosto de 1961. Angelo Roncalli es "Papa" desde hace más de dos años y hace una meditación sobre la simplicidad y la prudencia: “tratar a todos con respeto, con prudencia y con sencillez evangélica (...) Posee esta sencillez el que no se avergüenza de confesar el Evangelio incluso delante de hombres que lo consideran una debilidad y cosa de chiquillos, ni de confesarlo en todas sus partes y en todas las ocasiones y en presencia de todos”. Hemos leído bien: para Roncalli, se trata de “confesar el Evangelio”, no de predicarlo. “Prudente es quien sabe callar una parte de la verdad cuya manifestación sería inoportuna; y que callada no daña a la verdad que dice falsificándola; el que sabe lograr los buenos fines que se propone, escogiendo los medios más eficaces de querer y obrar; el que en todos los casos sabe prever y medir las dificultades opuestas y contrarias, y sabe escoger el camino del medio con dificultades y peligros menores; el que habiéndose propuesto un fin bueno e incluso noble y grande no lo pierde nunca de vista, logra superar todas las dificultades y llega a buen término; el que en todo asunto distingue la sustancia y no se deja importunar por los accidentes (...) La sencillez es amor; la prudencia, pensamiento. El amor ora, la inteligencia vigila” (20).



Un espíritu mal pensado podría encontrar aquí cierto tipo de maquiavelismo. Al menos, debemos recordar que quien escribe estas reflexiones sobre la prudencia ya no es un diplomático; no es un misionero perdido en medio de un país pagano, ni vicario de una parroquia en la periferia roja de Roma, sino el sucesor del Apóstol, al cual Jesucristo ordenó “confirmar a sus hermanos” (Lc. 22, 32). Y esta concepción de la prudencia se parece extrañamente a lo que Santo Tomás llama astucia (21).




Pero finalicemos nuestra lectura del Diario del alma con algún devoto pensamiento sobre el misterio de Pentecostés, el 29 de septiembre de 1961: “el Concilio debe resultar un nuevo Pentecostés de fe, de apostolado, de gracias extraordinarias (...) Nuestra oraciones, unidas con las suyas [de María] renovarán el antiguo prodigio; y será como el amanecer de un nuevo día, un alba vivísima de la Iglesia Católica, santa y cada vez más santa, católica y cada vez más católica, en los tiempos modernos” (22).


                  


4) Líneas maestras del pensamiento de Angelo Roncalli


Creo que tenemos aquí todo el pensamiento íntimo de "Juan XXIII". Él no era débil ni inconstante. Al contrario. Se observa en él una voluntad tenaz y profunda de unir a todos los hombres en una caridad humana, que ignora la diferencia entre ellos y sus contrastes; una “caridad” que rechaza tomar en consideración el error y todo lo que podría ser un obstáculo para la unidad; una “caridad” que rechaza enfrentarse a las dificultades y resolverlas, para reunirlo todo en el “amor”, considerado como único vínculo de unidad; una “caridad” que no busca comunicar el bien de la fe, sino solamente la paz humana.



A Angelo Roncalli no le agrada la lucha doctrinal, ni mucho menos la condena de los errores, y prefiere la caridad pastoral a la teología especulativa que ilumina la verdad y hace de ella un signo de contradicción, fuente de divergencias y de discordias. Le agrada, sin embargo, la crítica junto con la novedad y el movimiento, signo de vitalidad y medio para la unidad. No se debe nunca ofender a nadie, y los errores doctrinales son simples accidentes históricos que se deben superar y vencer en la “caridad”. Así, a pesar de todos los contrastes en la fe, que son divergencias dolorosas, trabajaremos por una Iglesia cada vez más santa y cada vez más católica.



La actitud sin malicia del "Papa Bueno" no debe engañarnos. No es “un simple dato caracteriológico de un "Papa" bonachón” (23) y no es el primero ni el único en ser afectado por el “aspecto profundamente reflejo de sus posiciones” (24) o por la “profunda coherencia, unida a una desconcertante sencillez, de sus líneas inspiradoras” (25).


Sin embargo, se me podría objetar que el Diario del alma es un escrito íntimo, y que el hombre público no era así. Por consiguiente, es preciso estudiar también su predicación y veremos que la cosa es muy interesante.



CONTINUARÁ...


LA GRAN APOSTASÍA BÍBLICA DEL CONCILIÁBULO VATICANO 2  (1)
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1 comentario:

  1. Muchas gracias hermano por su dedicación y esfuerzo realizando estas publicaciones, que ayudarán a comprender a otros como se cumplió todo lo profetizado y se llegó a a la situación actual. He procedido a compartir su dossier en mi pequeñito canal de YouTube. Pido a la Madre de Dios y nuestra que este trabajo sea para mayor gloria para Dios y la salvación de las almas. Así sea.

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