1. Introducción.
Comenzamos aquí la obra más necesaria y urgente, un trabajo monumental que nos permitirá analizar y sacar a la luz las mil y una herejías, errores, desviaciones, barbaridades y engaños diabólicos de los que está repleto e infestado el eternamente maldito conciliábulo Vaticano 2, la gran apostasía bíblica que eclipsó a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, gestando en su lugar al mayor engendro jamás ideado por Satanás y sus demonios, la infame Prostituta de Babilona, la gran Ramera del Apocalipsis, también conocida como secta conciliar o nueva iglesia montiniana, la cual fue parida cual aborto bastardo el fatídico día de la clausura de tan impía asamblea, el 8 de diciembre de 1965, paradójicamente la festividad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, fecha elegida por el siniestro Anticristo Montini-Pablo 6 no al azar, sino de manera perversamente calculada, sabiendo muy bien la injuria y aflicción que se iba a infligir a la Santa Madre de Dios.
Para detectar y refutar las abominaciones y blasfemias proferidas durante el curso de tan funesto acontecimiento, auténticas monstruosidades heréticas que constituyen un gravísimo pecado contra el Espíritu Santo y ofenden a los oídos piadosos, abominaciones que fueron plasmadas en los 16 documentos finales que produjo este satánico conciliábulo y que fueron inexplicablemente aceptadas de forma voluntaria por los desgraciados Obispos, los cuales ratificaron con su firma culpable que renegaban y apostataban [canon 188.4 & Bula Cum ex apostolatus officio de S.S. Pablo IV] de la Santa Fe Católica de casi 2000 años, para unirse cual insensatos temerarios a la “nueva religión” que acababan de parir entre el falso profeta Roncalli, el Anticristo Montini y sus secuaces heréticos en el cuerpo episcopal; para exponer a plena luz del día las herejías y errores del Vaticano 2, digo, nos serviremos del bendito Magisterio bimilenario de los Vicarios de Cristo, así como del Código de Derecho Canónico de 1917 o Código Pío-Benedictino, llamado así por sus dos principales impulsores, S.S. San Pío X y S.S. Benedicto XV, que nos servirán como espada invencible con la que haremos trizas las insidias y sofismas de Satanás y sus huestes.
Como nos enseña Cristo, el demonio es el padre de la mentira, Satanás fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. (Juan 8,44). Es además un espíritu sumamente astuto e inteligente, por eso no suele presentar el pecado crudamente tal cual es, sino envuelto en los falsos atractivos de la seducción y el engaño. Recordemos también que San Pablo nos advirtió que caerán en esta seducción diabólica de la "operación del error" los que no tienen el amor de la verdad (II Tesalonicenses 2,10) o sea, los que no aman la Palabra de Dios (Juan 17,17), la cual es verdad, espíritu y vida. (Juan 6,63). Y la Palabra de Dios comprende tanto la Sagrada Escritura como el Magisterio infalible de los Vicarios de Cristo.
Dicho esto, es muy importante que los lectores entiendan bien que, de los tres enemigos del alma, a saber, el mundo, el demonio y la carne, el más insidioso y peligroso es el mundo; ciertamente es así, pues el mundo entero está bajo el dominio del maligno (I Juan 5,19), que es su príncipe (Juan 14,30), y que esparce a manos llenas la cizaña del error, la mentira y el orgullo. El mundo como enemigo de Dios y del alma cristiana constituye todo el conjunto de falsas creencias, idolatrías, opiniones subjetivas, corrientes de pensamiento hostiles a la verdadera religión, modas impías, etc., que se oponen a Dios y a la Fe, bien sea ridiculizando a la Iglesia y a los creyentes, bien sea negando blasfemamente la existencia de Dios, e incluso persiguiendo violentamente y matando a quienes portan la llama de la sagrada Fe Católica en sus corazones.
Si hay algo que el demonio no soporta, es la Palabra de Dios, la buena semilla que el divino Sembrador ha plantado, pues ella es el instrumento de salvación que Dios utiliza para atraer a las almas e instruirlas en lo tocante a la Verdad, una vez han puesto su fe en el Hijo de Dios Jesucristo Nuestro Señor, haciéndolas salir de las tinieblas de la incredulidad y santificándolas con el Espíritu Santo, de ahí que el maligno se esfuerce por todos los medios en extinguir por completo la llama ardiente de la Fe, en apagar ese fuego sagrado y ese amor por la Verdad que se ha encendido en las almas fieles que han recibido las palabras de vida eterna. Satanás hace esto porque es malo por naturaleza, y por envidia, pues sabe bien que nosotros los hombres estamos llamados a ocupar los sitiales que dejaron él y los demás rebeldes que le acompañaron en su suprema impiedad de igualarse a Dios Uno y Trino.
¿Cómo lo hace, pues? ¿Cómo intenta el pérfido diablo apagar la llama de la Fe y el amor de la Verdad, esto es, el amor y la fidelidad a la bendita Palabra que nos dejó el Divino Maestro?... Las parábolas del sembrador y la de la cizaña nos lo explican muy claramente. El demonio es el adversario de Dios, el eterno enemigo, el cual siembra astutamente la cizaña del error, el engaño y la iniquidad en el vasto campo del mundo, que había sido cultivado por el Sembrador Jesús y sus siervos los Pontífices, los Obispos, los Sacerdotes, los Religiosos y los fieles piadosos e instruidos. Quien esparce esa cizaña mortífera para las almas es también el emisario del demonio, o sea, el Anticristo, aprovechándose de que la gente dormía, es decir, que quienes debían estar velando sobre el campo y el rebaño, los guardianes del redil, que siempre fueron los Papas, y con ellos los Obispos, dormían, en otras palabras, que no estaban vigilantes y atentos para detectar el engaño y extirparlo antes de que se extendiera por todo el Cuerpo Místico de Cristo. Esto se cumplió aterradoramente tras la muerte del último Pedro, S.S. Pío XII, el cual pasó a dormir el sueño eterno, y quienes se suponía debían estar velando sobre todo el ancho campo de la Santa Iglesia Católica para proteger lo sembrado y cultivado, me refiero obviamente a los Obispos y Cardenales, faltaron criminalmente a su deber sagrado y dejaron entrar a los peores y más sanguinarios lobos en el redil, al falso profeta Roncalli-Juan 23 primero, y al Anticristo Montini-Pablo 6 después, los cuales diseminaron astutamente la cizaña venenosa de Satanás sobre la viña fértil y bendecida del Buen Dios.
Para ejecutar el siniestro propósito de Satanás, el falso profeta y el Anticristo se encargaron de la más negra y sucia tarea que pueda ser concebida, que no es otra que la de sembrar la cizaña del error y la confusión mediante términos ambiguos y dudosos durante el conciliábulo, entre los que destacan de modo notorio conceptos oscuros como "aggiornamiento" o puesta al día, la reforma o renovación -que en realidad escondía una perversa voluntad de transformación o mutación radical e integral del Depósito de la Fe-, el ecumenismo mal entendido, el diálogo con prácticamente todo el mundo, o la colegialidad, por citar los más recurrentes.
En efecto, pues bien sabía el pérfido demonio que una vez esta cizaña hubiera sido sembrada, crecería rápidamente al igual que hacen los vicios y malos hábitos que no son corregidos, y acabaría por ahogar la buena semilla de la Verdad y extinguir por completo la llama de la Fe en los millones de almas infelices que tuviesen la enorme desgracia de ser seducidas por tan espantoso y monumental engaño.
Y eso mismo hicieron Roncalli al inicio del conciliábulo, y especialmente Montini a partir de la segunda sesión y hasta su clausura. Y lo más terrible y trágico, hasta el final de su reinado del terror usurpando lo que siempre había sido la Santa Sede, pero que tras el nefando Vaticano 2 se transfiguró en la inmunda Ramera del Apocalipsis.
El Anticristo supervisó minuciosa y personalmente la aniquilación espiritual y el exterminio de la santa Fe Católica, Apostólica y Romana en millones de almas fieles de todo el orbe otrora Católico impulsando los 16 mortíferos decretos, declaraciones y constituciones que fueron aprobados en tan impía asamblea de apostasía y exaltación de la herejía, como vamos a demostrar en este estudio.
Un estudio y análisis detallado y exhaustivo del conciliábulo y sus envenenados documentos nos revelará que en ellos no se encuentra el lenguaje Católico y cristiano tradicional que llama al bien y al mal por su nombre, sí sí no no, sino justamente todo lo contrario, pues la lectura atenta e inquisidora de esos infaustos textos nos muestra que en todos ellos rezuma y se esconde arteramente el lenguaje seductor y torcido de la antigua serpiente, el lenguaje ambiguo y oscuro del dragón, de Satanás, que una vez más se volvió a disfrazar de ángel de luz para deslumbrar y engañar a los infelices e insensatos Obispos que cayeron víctima de sus pompas y artificios verbales, llevándolos a abrazar la herejía y la apostasía bajo falsas apariencias de piedad y ortodoxia.
En este sentido, el golpe o la jugada maestra del demonio fue llevado a cabo con una frialdad y una precisión verdaderamente aterradoras, pues una vez fueron aprobadas y ratificadas las aberraciones y barbaridades heréticas del Vaticano 2, que el Anticristo Pablo 6 impuso al cuerpo episcopal para que las implementaran y extendieran entre todos los fieles, el portentoso edificio de la Iglesia se derrumbó rápidamente, como así lo confesó ese maldito hipócrita de Montini cuando se quejaba falsamente de la "auto-demolición de la Iglesia", cuando en realidad el muy miserable se regocijaba en su negro interior, pues el humo de Satanás y la devastación doctrinal, disciplinar, moral y espiritual de la Esposa de Cristo habían sido obra suya, cuyos funestos cimientos hay que buscarlos en el fatídico conciliábulo, que supuso el abrazo suicida entre la luz y las tinieblas, entre Cristo y Belial, entre la Roca inexpugnable y las puertas del infierno, entre el reino de Dios en las almas piadosas y este mundo del demonio con su triple concupiscencia de la carne, los ojos y el orgullo.
Tal fue la desgraciada obra y el siniestro legado del hijo de perdición Montini, alias "Pablo 6", el cual vamos a analizar y desmontar en su totalidad para mayor honra y gloria de Dios, y por el bien del Pequeño Rebaño de almas fieles que se encuentra hoy en desierto y se esfuerza por guardar la verdadera Fe Católica pura e intacta en mitad de la gran tribulación espiritual que se ha abatido sobre el orbe.
Este trabajo fundamental se propone justamente eso, Dios Uno y Trino mediante: desenmascarar primeramente la ponzoñosa cizaña que fue introducida en el templo santo durante el funesto conciliábulo Vaticano 2, exponiéndola en toda su malicia y perversidad, para después refutarla y condenarla con las dos espadas sagradas del Magisterio y el CIC, de modo que los pobres fieles sepan distinguir el engaño y cómo hacerle frente, saliendo así del monstruoso engendro diabólico que nació con la clausura de tan nefasto evento, y huyendo al desierto de la fe sobrenatural, lejos de Babilonia la Grande, madre de los fornicarios y las abominaciones de la tierra. El que pueda, entienda.
Hoy son muchos los fariseos pretenciosos que se llenan la boca diciendo que el Vaticano 2 está repleto de errores y herejías, pero casi todos ellos se someten absurdamente a los anticristos que han usurpado la Santa Sede desde la muerte del último Papa legítimo, S.S. Pío XII, y lo que es peor, no hay prácticamente nadie que haya señalado en profundidad cuáles son esos errores y herejías y en qué documentos conciliares se encuentran, ofreciendo su refutación con el apoyo esencial del Magisterio y el Derecho Canónico. Casi nadie quiere realizar tan importante y necesaria labor, pese a que sí que saben lanzar la piedra y luego esconder la mano. En consecuencia, para paliar esta urgente demanda y satisfacer el clamor de las muchas almas que se hallan sumidas en las tinieblas de la ignorancia y la confusión diabólica que lo ha cubierto todo precisamente desde la fatídica fecha de clausura y aceptación del infame conciliábulo, el 8 de diciembre de 1965, aceptamos llevar a cabo la más suprema y monumental misión de exponer a la luz del día las monstruosidades heréticas contenidas en las abominables actas de ese cáncer súper agresivo y destructor para el Cuerpo Místico de Cristo que fue el funesto Vaticano 2.
Antes de finalizar esta introducción, debo insistir en lo necesario y urgente que era llevar a cabo este proyecto fundamental de análisis, exposición y refutación del impío Vaticano 2 y de sus endemoniados promotores. Los lectores encontrarán aquí el fruto de un trabajo intenso y sostenido durante más de 6 largos meses, labor que he tenido que realizar sin el apoyo de alguien a quien yo apreciaba mucho y consideraba un gran hermano en la Fe, pero que inexplicablemente ha puesto infinidad de trabas, objeciones y obstáculos absurdos para impedir que este dossier monumental viera la luz, hasta llegar al mayor de los despropósitos, cuando me retiró la comunicación y su amistad hace unos pocos días. Es una auténtica lástima, sobre todo para él, pues el pobre se ha atrincherado en su torre de marfil y parece desdeñar cualquier contacto o colaboración. Flaco favor le está haciendo a la causa de la Verdad y a la defensa de la Fe Católica si piensa que sacar a la luz las innumerables herejías y blasfemias proferidas durante semejante asamblea de apostasía es algo que no merece la pena.
Este hermano posee un vastísimo conocimiento del Magisterio y el Derecho Canónico, pero se ha negado obstinadamente a cooperar conmigo en esta empresa tan crucial y necesaria, y lo que es peor, incluso me ha amenazado con buscarle objeciones (¡sic!) a mi refutación autorizada del conciliábulo, digo autorizada porque me voy a servir del Supremo Magisterio infalible de los Vicarios de cristo y del Código de Derecho Canónico de 1917, así que a ver quién se atreve a refutar eso…
En fin. No comment. Allá él. Que Dios se lo demande en la otra vida.
Continuará...
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