* Jesús les habló otra vez, y dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida.” *Le dijeron, entonces, los fariseos: “Tú te das testimonio
a Ti mismo; tu testimonio no es verdadero.” Jesús les respondió y dijo: “Aunque
Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde
vengo y adónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. *Vosotros
juzgáis carnalmente; Yo no juzgo a nadie; y si Yo juzgo, mi juicio es
verdadero, porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió. *Está escrito también en vuestra Ley que el testimonio de
dos hombres es verdadero. Ahora bien, para dar testimonio de Mí, estoy Yo mismo
y el Padre que me envió.” Ellos le dijeron: “¿Dónde está tu Padre?” Jesús
respondió: “Vosotros no conocéis ni a Mí ni a mi Padre; si me conocieseis a Mí,
conoceríais también a mi Padre.” (Juan 8, 12-19).
[* 12.
Esta imagen de la “luz” fue propuesta con motivo de la iluminación del Templo.
El mismo San Juan nos presenta esta
altísima doctrina de cómo la luz, que es el Verbo (1, 9), es para nosotros vida
(1, 4). Según el plan de Dios, el Espíritu Santo nos es dado mediante esta
previa iluminación del Verbo.
* 13
s. Aunque Jesús no invoca generalmente su propio testimonio porque tiene el de
su Padre (v. 18; 5, 31-36), todo profeta tiene un testimonio en su conciencia
de enviado de Dios.]
Incredulidad de los judíos
De nuevo les dijo: “Yo me voy y vosotros me buscaréis,
mas moriréis en vuestro pecado. Adonde Yo voy, vosotros no podéis venir.”
Entonces los judíos dijeron: “¿Acaso va a matarse, pues que dice: «Adonde Yo
voy, vosotros no podéis venir»?” *Y
Él les dijo: “Vosotros sois de abajo;
Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; Yo no soy de este mundo. *Por esto, os dije que
moriréis en vuestros pecados. Sí, si no creéis que Yo soy (el Cristo), moriréis
en vuestros pecados.” Entonces le dijeron: “Pues ¿quién
eres?” Jesús les respondió: “Eso mismo que os digo desde el principio. Tengo
mucho que decir y juzgar de vosotros. Pues El que me envió es veraz, y lo que
Yo oí a Él, esto es lo que enseño al mundo.” Ellos no comprendieron que les
estaba hablando del Padre. *
Jesús les dijo: “Cuando hayáis alzado al Hijo del hombre, entonces conoceréis
que soy Yo (el Cristo), y que de Mí mismo no hago nada, sino que hablo como mi
Padre me enseñó. Y El que me envió, está conmigo. Él no me ha dejado solo,
porque Yo hago siempre lo que le agrada.” *Al
decir estas cosas, muchos creyeron en Él.
[* 23. Es como la síntesis
de todos los reproches de Jesús a los falsos servidores de Dios de todos los
tiempos: la religión es cosa esencialmente sobrenatural que requiere vivir con
la mirada puesta en lo celestial (Colosenses 3, 1 ss.; Hebreos 9, 12; 10, 22;
12, 2; 13, 15), es decir, en el misterio (I Corintios 2, 7 y 14), y los hombres
se empeñan en hacer de ella una cosa humana “convirtiendo, dice San Jerónimo,
el Evangelio de Dios en evangelio del hombre” (cf. Lucas 16, 15). Es lo que un
célebre predicador alemán comentaba diciendo: “El apostolado no consiste en
demostrar que el cristianismo es razonable sino paradójico. Sólo porque lo ha
dicho un Dios, y no por la lógica, podemos creer que se oculta a los sabios lo
que se revela a los pequeños (Mateo 11, 25) y que la parte de María, sentada,
vale efectivamente más que la de Marta en movimiento”. (Lucas 10, 38 ss.). Cf.
Lucas 7, 23 y nota.
* 24.
En vuestros pecados: El v. 21 se refiere, en singular, al pecado por excelencia
de la Sinagoga, que es el de incredulidad frente al Mesías (cf. 16, 9; Romanos
11, 22). Aquí muestra que, cometido aquel pecado, los demás pecados
permanecerán también. Es como una tremenda condenación en vida, que Jesús
anticipa a los hombres de espíritu farisaico. 25. Algunos traducen: “Ante todo,
¿por qué os hablo?” Preferimos nuestra versión, según la cual Jesús muestra a
los fariseos que ya no necesita repetirles la verdad de su carácter mesiánico:
se lo ha dicho muchas veces, y ellos no quieren creerle. Cabe aún otra versión,
cuyo sentido sería: Ante todo, ¿si Yo no fuera el Mesías, acaso os hablaría
como os hablo? * 28.
Anuncio de la crucifixión que va a abrir los ojos de muchos. Efectivamente,
después de la muerte de Jesús (Mateo 27, 54; Marcos 15, 38 s.; Lucas 23, 47 s.)
y en particular después de la venida del Espíritu Santo, muchísimos creyeron en
Cristo como testimonio del amor del Padre que lo enviaba, si bien la conversión
de todo Israel sólo está anunciada para cuando Él vuelva (Mateo 23. 39 y nota).
Cf. 19, 37; 3, 14; 12, 32. De Mí mismo no hago nada: Admiremos el constante
empeño de Jesús por ocultarse a fin de que toda la gloria sea para el Padre.
Véase 7, 28; 12, 49 s.; Filipenses 2, 7 s. *
30. No muchos fariseos (v. 21 y 24) sino muchos del pueblo judío. Éstos
comprendieron ese misterio de la sumisión filial y amorosa de Cristo al Padre,
que aquéllos no entendieron (v. 27).]
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