La terrible realidad que muy pocos aceptan es que el 8 de diciembre de 1965 TODO el cuerpo episcopal al completo apostató de la Santa Fe Católica de manera pública y notoria, material y formalmente, al aceptar un nuevo Evangelio y un nuevo Magisterio sugeridos astutamente por el Anticristo Montini. Es el punto clave para entenderlo todo. O se acepta humildemente eso, por mucho que nos resulte difícil de creer o le repugne a nuestro despreciable amor propio, o seguiremos estando culpablemente engañados por la Operación del error y sus fábulas de la Anomia.
Las
abominables actas del Vaticano 2 están PLAGADAS de errores y herejías, y bastaba
con sólo aceptar UNA SOLA de esas herejías para caer también en la herejía y la
apostasía, y por tanto salir ipso facto de la Iglesia, como así sucedió
lamentablemente con nuestros irresponsables y traidores Obispos.
Hay dos
fechas capitales que debemos señalar bien para que los lectores comprendan
dónde estamos y cómo hemos llegado hasta el desastre monumental en el que el
Orbe entero está sumido:
A partir del 9 de
octubre de 1958, muerte de S.S. Pío XII, comienza a aplicarse la disciplina
para Sedes Vacantes impuesta por el último Vicario de Cristo en su Constitución
Apostólica Vacantis Apostolicae Sedis de 1945.
A partir del fatídico día del 8 de diciembre de 1965, con la clausura del herético y apóstata conciliábulo Vaticano 2 en forma solemne y ex cátedra, dogmática, mediante el decreto «In Spiritu Sancto» del Anticristo Montini, alias “Pablo 6”, comienza a aplicarse el canon 188.4.
Se trata del
Breve o Decreto por el cual el Anticristo vence a los Santos (Apocalipsis 13,
7) e impone su falsa autoridad sobre todo el Orbe Católico al obligarlo a
aceptar la Apostasía impulsada por él en forma de decretos conciliares que son
ratificados por todos los Obispos, perdiendo estos desgraciados ipso facto
todos sus cargos y jurisdicciones sobre el Rebaño de N.S.J.C. [Canon 188.4
& Bula Cum ex apostolatus officio].
Si se considera atentamente la gravedad
y el alcance del mismo, es aterrador, pues ese simple y aparentemente rutinario
acto de clausura del conciliábulo constituyó la mayor ofensa y el más
repugnante acto de desobediencia realizados contra Dios Uno y Trino por quienes
habían sido confirmados por el sello del Espíritu Santo para regir y apacentar
la grey a ellos confiada.
Con la
aceptación mediante la firma de ese Breve o Decreto así como del resto de
constituciones conciliares repletas de escandalosos errores y groseras herejías,
el Anticristo se metió en el bolsillo a los Obispos y los engañó a todos,
haciéndoles apostatar y salir ipso facto de la Santa Iglesia Católica para entrar
a formar parte del abominable cuerpo místico del Anticristo o Ramera Montiniana
o de Babilonia la Grande, la Prostituta del Apocalipsis, que fue engendrada en
el curso del infame conciliábulo. Así, repetimos, venció el Anticristo a los
Santos, sin derramar apenas una sola gota de sangre, pues aquel supremo
perverso consiguió que todos los Sucesores de los Apóstoles válidos y lícitos
que había en el Conciliábulo no sólo no se opusieran, sino que aceptaran servilmente
la apostasía ese triste día del 8 de diciembre de 1965, cuando el mismo
Anticristo impuso a todos los fieles Católicos su magisterio del error, en
contubernio con los Obispos Católicos, que en ese mismo instante perdieron su
oficio y jurisdicción, convirtiéndose todos ellos en falsos cristos, lobos con piel de oveja y peligrosos ladrones de almas.
Continuará...
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