MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (LXXII)

 

Entonces los judíos (fariseos) llamaron por segunda vez al que había sido ciego, y le dijeron: “¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador.” Mas él repuso: “Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que yo era ciego, y que al presente veo.” A lo cual le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” *Él les contestó: “Ya os lo he dicho, y no lo escuchasteis. ¿Para qué queréis oírlo de nuevo? ¿Queréis acaso vosotros también haceros sus discípulos?” Entonces lo injuriaron y le dijeron: “Tú sé su discípulo; nosotros somos los discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero éste, no sabemos de dónde es.” *Les replicó el hombre y dijo: “He aquí lo que causa admiración, que vosotros no sepáis de dónde es Él, siendo así que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése le oye. Nunca jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si Él no fuera de Dios, no podría hacer nada.” *Ellos le respondieron diciendo: “En pecados naciste todo tú, ¿y nos vas a enseñar a nosotros?” Y lo echaron fuera.

Los ciegos verán y los videntes cegarán

Supo Jesús que lo habían arrojado, y habiéndolo encontrado, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” El respondió y dijo: “¿Quién es, Señor, para que crea en Él?” * Jesús le dijo: “Lo estás viendo, es quien te habla.” Y él repuso: “Creo, Señor”, y lo adoró. *Entonces Jesús dijo: “Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no ven; y los que ven queden ciegos.” Al oír esto, algunos fariseos que se encontraban con Él, le preguntaron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?” * Jesús les respondió: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero ahora que decís: «vemos», vuestro pecado persiste.” (Juan 9, 24-41)


[* 27. La ironía que se revela en la pregunta del ciego, excita extremadamente a los fariseos, que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia de los hechos.

* 30 ss. “El que era ciego y ahora ve se indigna contra los ciegos” (San Agustín). Vemos aquí en efecto que ese pecado de incredulidad de los fariseos (8, 24 y nota) es de ceguera voluntaria (v. 39 ss.) que deliberadamente niega la evidencia. Es el pecado contra la luz (v. 5; 3, 19) y en consecuencia contra el Espíritu (Marcos 3, 28-30; Hechos 7, 51), el que no tiene perdón, porque no es obra de la flaqueza sujeta a arrepentirse (Lucas 7, 47), sino de la soberbia reflexiva y de la hipocresía que encubre el mal con la apariencia del bien para poder defenderlo. (Mateo 23, 1-39; II Timoteo 3, 5).

* 34. Una vez más los fariseos recurren al insulto, a falta de argumentos (cf. 8, 48) y ponen en práctica lo que tenían resuelto según el v. 22.

* 37. Jesús se define de la misma manera en 4, 26. Él es, por excelencia, la “Palabra”: el Verbo, el Logos.

* 39. Es el juicio de 3, 19. Los soberbios serán heridos de ceguera espiritual (Santiago 4, 1; I Pedro 5, 5), ceguera culpable que los hará perderse (v. 40 s.; II Tesalonicenses 2, 10 ss.). 

* 41. Nótese la estupenda dialéctica del Maestro. El rechazo que ellos hacen de la imputación de ceguera, se vuelve en su contra, como un argumentum ad hominem, mostrando así que su culpa es aún mayor de lo que Jesús les había dicho antes.]

Continuará...


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