Entonces los judíos (fariseos) llamaron por
segunda vez al que había sido ciego, y le dijeron: “¡Da gloria a Dios! Nosotros
sabemos que este hombre es pecador.” Mas él repuso: “Si es pecador, no lo sé;
una cosa sé, que yo era ciego, y que al presente veo.” A lo cual le preguntaron
otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” *Él les
contestó: “Ya os lo he dicho, y no lo escuchasteis. ¿Para qué queréis oírlo de
nuevo? ¿Queréis acaso vosotros también haceros sus discípulos?” Entonces lo
injuriaron y le dijeron: “Tú sé su discípulo; nosotros somos los discípulos de
Moisés. Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero éste, no sabemos de
dónde es.” *Les
replicó el hombre y dijo: “He aquí lo que causa admiración, que vosotros no
sepáis de dónde es Él, siendo así que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios
no oye a los pecadores, pero al que es piadoso y hace su voluntad, a ése le
oye. Nunca jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego
de nacimiento. Si Él no fuera de Dios, no podría hacer nada.” *Ellos le
respondieron diciendo: “En pecados naciste todo tú, ¿y nos vas a enseñar a
nosotros?” Y lo echaron fuera.
Los ciegos verán y los videntes
cegarán
Supo Jesús que lo habían arrojado, y habiéndolo
encontrado, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” El respondió y dijo:
“¿Quién es, Señor, para que crea en Él?” *
Jesús le dijo: “Lo estás viendo, es quien te habla.” Y él repuso: “Creo,
Señor”, y lo adoró. *Entonces
Jesús dijo: “Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no
ven; y los que ven queden ciegos.” Al oír esto, algunos fariseos que se
encontraban con Él, le preguntaron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?” * Jesús les
respondió: “Si fuerais ciegos, no tendríais pecado. Pero ahora que decís:
«vemos», vuestro pecado persiste.” (Juan 9, 24-41)
[* 27. La ironía que se revela en la pregunta del ciego, excita extremadamente a los fariseos, que son los verdaderos ciegos luchando contra la evidencia de los hechos.
* 30
ss. “El que era ciego y ahora ve se
indigna contra los ciegos” (San Agustín). Vemos aquí en efecto
que ese pecado de incredulidad de los fariseos (8, 24 y nota) es de ceguera
voluntaria (v. 39 ss.) que deliberadamente niega la evidencia. Es el pecado
contra la luz (v. 5; 3, 19) y en consecuencia contra el Espíritu (Marcos 3,
28-30; Hechos 7, 51), el que no tiene perdón, porque no es obra de la flaqueza
sujeta a arrepentirse (Lucas 7, 47), sino de la soberbia reflexiva y de la
hipocresía que encubre el mal con la apariencia del bien para poder defenderlo.
(Mateo 23, 1-39; II Timoteo 3, 5).
* 34. Una vez más los fariseos recurren al
insulto, a falta de argumentos (cf. 8, 48) y ponen en práctica lo que
tenían resuelto según el v. 22.
* 37.
Jesús se define de la misma manera en 4, 26. Él es, por excelencia, la
“Palabra”: el Verbo, el Logos.
* 39. Es el juicio de 3, 19. Los
soberbios serán heridos de ceguera espiritual (Santiago 4, 1; I Pedro 5, 5),
ceguera culpable que los hará perderse (v. 40 s.; II Tesalonicenses 2, 10 ss.).
* 41. Nótese la estupenda dialéctica
del Maestro. El rechazo que ellos hacen de la imputación de ceguera, se vuelve
en su contra, como un argumentum ad hominem, mostrando así que su culpa es aún
mayor de lo que Jesús les había dicho antes.]
Continuará...
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