Continuando
con nuestras reflexiones, señalaremos que, básicamente, el mundo está en el
error y el engaño desde el principio, en un monumental error común de
proporciones universales, pues no aceptó a quien le creó, no creyó en Él ni le
recibió cuando vino al mundo: “La
verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Él estaba en
el mundo; por Él, el mundo había sido hecho, y el mundo no lo conoció. Él vino
a lo suyo, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre.
Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad
de varón, sino de Dios”. (Juan 1, 9-13).
Por eso el
mundo anda en tinieblas permanentes: “En
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz luce en las
tinieblas, y las tinieblas no la recibieron”. (Juan 1, 4-5) El mundo y sus
infortunados habitantes andan en tinieblas porque no han reconocido ni recibido
al único que es la Luz del mundo, N.S.J.C.
De lo que se
deduce que todos los sistemas de pensamiento, toda la filosofía mundana, todo
el criterio puramente humano que no haya sido iluminado por el Espíritu santo
debe ser necesariamente falible y errado, limitado e incompleto, injusto e
impío, pues se opone a Dios, a quien no reconoce en su soberbia y
autosuficiencia verdaderamente satánicas, o directamente Le ofende y contraría,
como vemos en las múltiples y perniciosas corrientes e ideologías profunda y
abiertamente anticristianas, tales como el liberalismo, el modernismo, el
subjetivismo, el indiferentismo, el relativismo, el socialismo, el comunismo,
el ateísmo, el empirismo, el inmanentismo, el gnosticismo, el feminismo, la
perversa ideología de género, y demás sistemas aberrantes y esclavizadores para
el género humano, para los hijos e hijas de Dios Uno y Trino.
El cristiano
verdadero está llamado a ser otro Cristo, a luchar contra el mundo y vencerlo: “salí del Padre, y vine al mundo; otra vez
dejo el mundo, y retorno al Padre.” Los discípulos le dijeron: “He aquí que
ahora nos hablas claramente y sin parábolas. Ahora sabemos que conoces todo, y
no necesitas que nadie te interrogue. Por esto creemos que has venido de Dios.”
Pero Jesús les respondió: “¿Creéis ya ahora? Pues he aquí que viene la hora, y
ya ha llegado, en que os dispersaréis cada uno por su lado, dejándome enteramente
sólo. Pero, Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas
cosas, para que halléis paz en Mí. En el mundo pasáis apreturas, pero tened
confianza: Yo he vencido al mundo.” (Juan 16, 28-33). Vencer al mundo
significa vencer sus falsas máximas, denunciar sus múltiples engaños y errores,
convencerle de que está en pecado aunque él no lo crea, hacerle frente cada vez
que niegue e ignore los derechos y la gloria de Dios sobre toda la Creación y
todas las criaturas, no conformarse en nada con su falso espíritu y sus falaces
y torcidos criterios morales: “Y cuando
Él (el Espíritu Santo Paráclito Consolador) venga, presentará querella al
mundo, por capítulo de pecado, por capítulo de justicia, y por capítulo de
juicio: por capítulo de pecado, porque no han creído en Mí; por capítulo de
justicia, porque Yo me voy a mi Padre, y vosotros no me veréis más; por capítulo
de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado”. (Juan 16, 8-11).
[* 8. Presentará querella:
“Desde entonces el mundo es un reo, sentado en el banquillo de Dios,
perpetuamente acusado por el Espíritu. ¿Cómo podría tener la simpatía del
creyente si no es por la engañosa seducción de sus galas?”
* 9.
Jesús se refiere únicamente al pecado de incredulidad, mostrándonos que tal es
el pecado por antonomasia, porque pone a prueba la rectitud del corazón. Véase
3, 19; 3, 36; 7, 17; 8, 24; 12, 37 y siguientes; Marcos 3, 22; Romanos 11, 32 y
notas.
* 10.
Es decir porque Él va a ser glorificado por el Padre, con lo cual quedará de
manifiesto su santidad; y entre tanto sus discípulos, aunque privados de la
presencia visible del Maestro, serán conducidos por el Paráclito al
cumplimiento de toda justicia, con lo cual su vida será un reproche constante
para el mundo pecador.
* 11. El Espíritu Santo dará contra el espíritu mundano este tremendo testimonio, que consiste en demostrar que, no obstante las virtudes que suele pregonar, tiene como rector al mismo Satanás. Y así como ha quedado demostrada la justicia de la causa de Cristo (v. 10), quedará también evidenciada, para los hijos de la sabiduría humana, la condenación de la causa de Satanás. Esto no quiere decir que ya esté cumplida plenamente la sentencia contra el diablo y sus ángeles. Véase II Pedro 2, 4; Judas 6; Apocalipsis 20, 3, 7 y 9.]
Continuará...
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