Citamos
ahora varios pasajes del Evangelio con sus pertinentes comentarios sacados de la Biblia de Mons. Straubinger, los cuales
servirán para apoyar lo que estamos exponiendo en esta sección. Recomendamos a
nuestros lectores que los lean y mediten, pues encierran mucha sabiduría
divina. De todos modos, si lo prefieren, pueden pasar directamente a la
siguiente sección de este ensayo, la cual aborda el CRUCIAL asunto de la
Operación del error, en donde explicamos el modus operandi de este insidioso
engaño, a quiénes golpea, y cómo salir de ella, Dios Uno y Trino mediante.
“Mientras Él estaba en Jerusalén,
durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros
que hacía. *Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía, y no
necesitaba de informes acerca del hombre, conociendo por sí mismo lo que hay en
el hombre”. (Juan 2,
23-25)
[* 24
s. Lección fundamental de doctrina y de vida. Cuando aún no estamos
familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la Biblia en general,
sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la
maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras las personas que
obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el inmenso alcance que
tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. La Iglesia lo ha
definido en términos clarísimos (Denzinger 174-200). Nuestra formación, con
mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, nos lleva a
confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo
creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la
herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau, origen de tantos
males contemporáneos. No es que el hombre se levante cada día pensando en hacer
el mal por puro gusto. Es que el hombre, no sólo está
naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró con
el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y
expuesto además a la influencia del Maligno, que lo ensaña y le mueve al mal
con apariencia de bien. Es el “'misterio de la iniquidad”, que San Pablo
explica en II Tesalonicenses 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo
(3, 3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la
divina Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que Él nos hace de su
Palabra y de su Cuerpo y su Sangre redentora. De ahí la necesidad constante de
vigilar y orar para no entrar en tentación, pues apenas entrados, somos
vencidos. Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable
conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los
abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para pensadores y
sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados con claridad
transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa,
deseable y fácil. Véase el Magníficat (Lucas 1, 46 ss.) y el Salmo
50 y notas.]
“Porque así amó Dios al mundo: hasta
dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que
tenga vida eterna. *Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que
el mundo por Él sea salvo. Quien cree en, Él, no es juzgado, mas quien no cree,
ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. *Y éste es el juicio: que
la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la
luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que
obra mal, odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprobadas. Al contrario, el
que pone en práctica la verdad, viene a la luz, para que se vea que sus obras
están hechas en Dios”. (Juan 3, 16-21)
[* 19.
Este es el juicio de discernimiento entre el que es recto y el que tiene
doblez. Jesús será para ellos como una piedra de toque (cf. 7, 17; Lucas 2, 34
s.). La terrible sanción contra los que rechazan la luz será
abandonarlos a su ceguera (Marcos 4, 12), para que crean a la mentira y se
pierdan. San Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el
Anticristo (II Tesalonicenses 2, 9-12). Cf. 5, 43 y nota.]
Continuará...
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