MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (LXVII)

 

Citamos ahora varios pasajes del Evangelio con sus pertinentes comentarios sacados de la Biblia de Mons. Straubinger, los cuales servirán para apoyar lo que estamos exponiendo en esta sección. Recomendamos a nuestros lectores que los lean y mediten, pues encierran mucha sabiduría divina. De todos modos, si lo prefieren, pueden pasar directamente a la siguiente sección de este ensayo, la cual aborda el CRUCIAL asunto de la Operación del error, en donde explicamos el modus operandi de este insidioso engaño, a quiénes golpea, y cómo salir de ella, Dios Uno y Trino mediante.


“Mientras Él estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. *Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía, y no necesitaba de informes acerca del hombre, conociendo por sí mismo lo que hay en el hombre”. (Juan 2, 23-25)

[* 24 s. Lección fundamental de doctrina y de vida. Cuando aún no estamos familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la Biblia en general, sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras las personas que obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. La Iglesia lo ha definido en términos clarísimos (Denzinger 174-200). Nuestra formación, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau, origen de tantos males contemporáneos. No es que el hombre se levante cada día pensando en hacer el mal por puro gusto. Es que el hombre, no sólo está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y expuesto además a la influencia del Maligno, que lo ensaña y le mueve al mal con apariencia de bien. Es el “'misterio de la iniquidad”, que San Pablo explica en II Tesalonicenses 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (3, 3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que Él nos hace de su Palabra y de su Cuerpo y su Sangre redentora. De ahí la necesidad constante de vigilar y orar para no entrar en tentación, pues apenas entrados, somos vencidos. Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para pensadores y sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados con claridad transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa, deseable y fácil. Véase el Magníficat (Lucas 1, 46 ss.) y el Salmo 50 y notas.]


“Porque así amó Dios al mundo: hasta dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. *Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo por Él sea salvo. Quien cree en, Él, no es juzgado, mas quien no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. *Y éste es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal, odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. Al contrario, el que pone en práctica la verdad, viene a la luz, para que se vea que sus obras están hechas en Dios”. (Juan 3, 16-21)

 

[* 19. Este es el juicio de discernimiento entre el que es recto y el que tiene doblez. Jesús será para ellos como una piedra de toque (cf. 7, 17; Lucas 2, 34 s.). La terrible sanción contra los que rechazan la luz será abandonarlos a su ceguera (Marcos 4, 12), para que crean a la mentira y se pierdan. San Pablo nos revela que esto es lo que ocurrirá cuando aparezca el Anticristo (II Tesalonicenses 2, 9-12). Cf. 5, 43 y nota.]

Continuará...



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