MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (XXIX)

 

25. Fábula de que el último Papa Católico, S.S. Pío XII, no pudo ni remotamente imaginar la desastrosa situación actual que sobrevendría tras su muerte, así que él no habría dejado atado nada que “paralizara” a la Iglesia.

Se trata de una fábula muy retorcida urdida por estos perversos prevaricadores, según la cual, ni S.S. Pío XII ni el resto de Pontífices anteriores pudieron prever que la Masonería y demás sociedades secretas se infiltrarían en la Iglesia hasta el extremo de llegar a su vértice para destruirla desde dentro. 


La refutación de esta absurda lógica, que sólo busca una excusa para desobedecer al Papado y al Magisterio, y justificar así a toda esta ralea de herejes y cismáticos que osan funcionar sin misión ni jurisdicción suministradas por el Papa, es muy simple, pues el Misterio de Iniquidad lleva actuando desde la Iglesia primitiva, no es algo que haya sucedido únicamente en el último siglo, de ahí que S.S. Pío IX hubo de decretar el Dogma de la infalibilidad, viéndose obligado a salir disfrazado del Vaticano cuando ocuparon militarmente Roma las sociedades secretas amparadas por Víctor Manuel; además, S.S. León XIII tuvo una visión sobre la Abominación desoladora en el Templo Santo, por lo que tuvo que hacer un exorcismo al respecto; S.S. Pío X, en su primera encíclica, dice que el Anticristo ya había nacido, y escribió la Pascendi; S.S. Benedicto XV acabó el Código de Derecho Canónico, se produjo la Aparición de Nuestra Señora en Fátima; durante los pontificados de S.S. Pío XI y S.S. Pío XII se produjeron las dos Guerras Mundiales, y además, S.S. Pío XII cambió la Constitución para Sedes Vacantes de S.S. Pío X, siendo lo primero que cambió el hecho providencial de añadir nulo y sin efecto a cualquier intento de usurpación de los poderes y la jurisdicción del Papa en vida, por citar algo. 


"Cuán grande es la autoridad del Papa, que es el sucesor de Pedro.  El Papa, a.h.m, ES PARA NOSOTROS EL CRISTO, el Vicario de Cristo, el Vicedios. Es la suprema autoridad a quien debemos obedecer, pues de su obediencia depende el que nos ate o desate en el cielo y ante Dios. SI LE OBEDECEMOS, OBEDECEMOS A DIOS; SI LE DESOBEDECEMOS, LE DESOBEDECEMOS A DIOS. Si él nos justifica, seremos justificados ante Dios; si él nos condena, seremos condenados ante Dios”.

Sal Terrae, 1912, página 409.


“…Por ello ENSEÑAMOS Y DECLARAMOS que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados, los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, SINO TAMBIÉN EN LO QUE CONCIERNE A LA DISCIPLINA y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de modo que, guardada la unidad con el Romano Pontífice, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un sólo rebaño bajo un único Supremo Pastor[16]. Esta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y su salvación.


Canon: Así, pues, si alguno dijere que el Romano Pontífice tiene tan sólo un oficio de supervisión o dirección, y no la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, SINO TAMBIÉN EN LO QUE CONCIERNE A LA DISCIPLINA y gobierno de la Iglesia dispersa por todo el mundo; o que tiene sólo las principales partes, pero no toda la plenitud de esta suprema potestad; o que esta potestad suya no es ordinaria e inmediata tanto sobre todas y cada una de las Iglesias como sobre todos y cada uno de los pastores y fieles: SEA ANATEMA”.

Constitución dogmática «Pastor aeternus» sobre la Iglesia de Cristo. Concilio Vaticano I

Continuará...





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