MANUAL DE SUPERVIVENCIA DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN Y LA OPERACIÓN DEL ERROR. (XIX)

 

12. Fábula de que habría que reconocer al antipapa Bergoglio, alias “Francisco”, así como al resto de usurpadores del Papado desde el agente masón Ángelo Roncalli, pues los laicos no tendríamos autoridad para determinar si son o no son herejes, por lo que únicamente nos quedaría someternos ante estos enemigos de Dios, resistiéndoles cuando se equivoquen, porque a los “papas” no se les debe obediencia absoluta (?), alegando sofísticamente que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. [Hechos 5, 29]

La respuesta a este absurdo sofisma es muy simple, pues no somos nosotros, simples laicos, quienes determinamos que la Sede está Vacante, sino que es la propia herejía quien lo determina, ya que un hereje público y notorio [desde Roncalli a Bergoglio] no puede ser Papa, pues el Magisterio de la Iglesia Católica  establece muy claramente que no puede ser Papa quien se aparta de la Fe Católica e incurre en la herejía, sin que sea necesaria declaración ulterior expresa a tal efecto, como así lo decreta S.S. Paulo IV en la Bula Cum ex apostolatus officio promulgada a perpetuidad. Se ha distorsionado maliciosamente esa admonición del Vicario de N.S.J.C y del resto de Apóstoles en Hechos 5,29 para pretender convertirla en un comodín para desobedecer al Vicario de N.S.J.C, pero el “iluminado” que se ha inventado tamaña interpretación impía se ha olvidado de Lucas 10:16, donde se lee que quien escucha al bendito San Pedro y a sus Apóstoles, escucha a Nuestro Señor, y quien les rechaza, rechaza a Cristo, y también al Padre celestial que Le envió. El Papa es el Dulce Cristo en la tierra, luego quien escucha al Papa escucha a Cristo y a Su Padre Eterno. Citando a Su Santidad Pío XII: "Por misteriosos designios de la Providencia, HEMOS SIDO LLAMADOS A SER acá abajo: el Vicario y el representante de Jesucristo, LA IMAGEN VIVIENTE DE AQUEL DIOS ENCARNADO". Discurso del 30 de septiembre de 1939.


En el fondo, se trata del mismo sofisma perverso que sostenían el hereje hipócrita de Marcel Lefebvre y sus desgraciados hijos espirituales en la secta fundada por el díscolo francés, la FSSPX, demostrando su nula catolicidad al reconocer y resistir múltiples veces a aquéllos a quienes consideraba “papas”, esto es, a los anticristos Montini y Wojtyla, “ignorando” que el Papa es el Sucesor de San Pedro, y que el Cuerpo Episcopal, es decir los Obispos Católicos en comunión con el Papa, es decir, los Obispos válidamente y lícitamente consagrados, con misión que el Papa les ha dado, son los sucesores de los Apóstoles, de ahí que, si alguien se atreve a desobedecer al Papa, está desobedeciendo a Dios. Es de fe Católica y Divina que la Santa Iglesia está exenta de todo error, y además Cristo y su vicario constituyen una sola Cabeza [cf Unam sanctam, Mystici Corporis Christi]. Por tanto, sostener impíamente que el pasaje de Hechos 5, 29 abre la puerta a desobedecer al Papa es una blasfemia propia de inanes, insensatos y charlatanes como el orgulloso fariseo de Lefebvre.


La malicia de este sofisma es enorme, pues afirmar que el Papa, el Vicario de N.S.J.C., la Cabeza más santa e inmaculada de todo el orbe, dado que es la Cabeza del Cuerpo Místico de Jesucristo, la Santa Iglesia Católica, el Cuerpo más santo e inmaculado que existe, afirmar, digo, que esta Cabeza pueda fallar o errar es una impiedad y una blasfemia intolerable; en otra época semejante osadía satánica le hubiera costado su cabeza al insensato temerario que la profirió. El Santo Oficio no habría permitido jamás tal grado de impiedad e irreverencia. Además de ser pecado gravísimo contra el Espíritu Santo, pues sugiere maliciosamente que el Paráclito se equivocaría cuando habla por boca de los Pontífices. 

Continuará...




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