LA OPERACIÓN DEL ERROR Y LA GRAN RAMERA DEL APOCALIPSIS (1)

 



LA OPERACIÓN DEL ERROR Y LA GRAN RAMERA DEL APOCALIPSIS


“Pero, con respecto a la Parusía de nuestro Señor Jesucristo y nuestra común unión a Él, os rogamos, hermanos, que no os apartéis con ligereza del buen sentir y no os dejéis perturbar, ni por espíritu, ni por palabra, ni por pretendida carta nuestra en el sentido de que el día del Señor ya llega. Nadie os engañe en manera alguna, porque primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de iniquidad, el hijo de perdición; el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o sagrado, hasta sentarse él mismo en el templo de Dios, ostentándose como si fuera Dios.

— ¿No os acordáis que estando yo todavía con vosotros os decía estas cosas? — Y ahora ya sabéis qué es lo que (le) detiene para que su manifestación sea a su debido tiempo. El misterio de la iniquidad ya está obrando ciertamente, sólo (hay) el que ahora detiene hasta que aparezca de en medio.

Y entonces se hará manifiesto el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca y destruirá con la manifestación de su Parusía; (aquel inicuo) cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y señales y prodigios de mentira, y con toda seducción de iniquidad para los que han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la verdad. Y por esto Dios les envía poderes de engaño, a fin de que crean la mentira, para que sean juzgados todos aquellos incrédulos a la verdad, los cuales se complacen en la injusticia”.

(II Tesalonicenses 2,1-12).

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La Operación del error son esos poderes de engaño que Dios envía a aquéllos infelices que se van a condenar por no haber querido aceptar la Verdad que tenía el poder de salvarles. Este poder de seducción y engaño es tan fuerte y tan difícil de resistir que únicamente los llamados y escogidos de Dios Uno y Trino podrán hacer frente a tan terrible castigo. Debemos señalar que esta insidiosa seducción de la iniquidad había sido siempre mantenida a raya por el santo y providencial obstáculo que impedía que se manifestara en toda su ferocidad y maldad, pero una vez quitado ese obstáculo o impedimento, nada ni nadie ha podido evitar que los tenebrosos poderes de las tinieblas hayan cubierto este pobre mundo con los errores y herejías que tantas veces habían sido condenados vigorosamente por los Vicarios de Cristo. Como nuestros lectores habrán adivinado, el que detenía su aparición era el Papa y la santa institución del Papado, la Santa Sede, cuyo último exponente fue S.S. Pío XII, a cuya muerte los Sucesores de Pedro se han acabado para siempre, es decir, estamos en la época de Sede finita, o del fin de los tiempos, también conocida como tiempo del Anticristo o de la Anomia.


Con la usurpación del pontificado por parte del hereje Roncalli, alias “Juan 23”, que fue el falso profeta que debía convocar y presidir la gran apostasía bíblica profetizada que iba a revelar al mundo al maligno Anticristo, Dios empezó a enviar ese castigo universal que afecta a quienes eran Católicos. Sin embargo, el Señor permitió que Satanás alcanzara su máximo poder cuando el otrora orbe Católico asistió pasmado a la falsa elección del perverso hijo de perdición, el siniestro Anticristo personal, G.B. Montini, alias “Pablo 6”, el cual condujo con despótica mano de hierro y múltiples engaños y ambigüedades la funesta asamblea de apostasía conocida como conciliábulo Vaticano 2, que terminó con el eclipse definitivo de nuestra querida Madre la Iglesia Católica, la Esposa Santa e Inmaculada de Cristo, y el horrible alumbramiento abortivo de la inmunda Ramera del Apocalipsis, cuyas nauseabundas características explicaremos más adelante.


Volviendo al asunto central de la Operación del error, ¿en qué consiste realmente esta mortífera fuerza de corrupción y falsos prodigios? Aquí hay que entender algo muy importante, y es que se trata de un monumental engaño espiritual de proporciones universales, enviado por Dios, para confundir a quienes no amaron lo suficientemente la verdad y se dejaron embaucar por uno que vino, no en nombre del Padre eterno, como vino Cristo, sino en el suyo propio (Juan 5,43). Por tanto, esta espantosa seducción viene revestida de apariencias de fe y piedad, de ahí que sean tantos los que caigan sin oponer resistencia, pensando ingenuamente que están siguiendo a uno que se hace pasar por el Vicario de Cristo, el cual está a la cabeza de lo que siempre fue considerado como la Iglesia Católica, pero que en realidad es la gran Ramera del Apocalipsis, también llamada secta conciliar o nueva iglesia montiniana, surgida tras la clausura del abominable conciliábulo Vaticano 2, como hemos señalado anteriormente, dado que la Santa Esposa de Cristo fue oficialmente eclipsada por esa inmunda secta a partir de la fatídica fecha del 8 de diciembre de 1965, fecha en que concluyó tan impía asamblea que volvió a condenar al Hijo de Dios. 


La gran apostasía del Vaticano 2 merece un estudio exhaustivo aparte, pues todos sus documentos están plagados e infestados de graves errores, ambigüedades, omisiones culpables, vergonzosas claudicaciones heréticas, y la más infame y letal apostasía de la santa Fe Católica, Apostólica y Romana. Dicho estudio será realizado en breve para la mayor honra y gloria de Dios, y para el bien y la edificación de quienes formamos parte de la Iglesia militante hoy. 


Pero prosigamos con la descripción de este supremo engaño para las almas que es la Operación del error. Entre los elementos que constituyen este falso poder están el llamar bien al mal y mal al bien, pues una vez se acepta sin discusión que el infame bruto herético de Bergoglio, alias “Francisco”, es “Papa”, y que la repugnante secta que dirige es “la Iglesia Católica” de siempre, entonces cualquier cosa es posible realmente, desde la insólita blasfemia y flagrante declaración de apostasía proferida en el conciliábulo que “enseña” que Católicos y musulmanes adoran al mismo dios (cf. Lumen Gentium 16), apostasía ratificada por el sucesor del Anticristo Wojtyla, alias “Juan Pablo 2”, en su “catecismo” en el punto 841, hasta la impiedad suprema que consiste en afirmar que la Iglesia Católica está en igualdad de condiciones con las falsas religiones paganas y las sectas heréticas y cismáticas por la mal llamada “libertad religiosa” que defendió rabiosamente el conciliábulo (cf. Dignitatis Humanae 2-4), que no es sino el impío indiferentismo de todos los tiempos que confunde criminalmente la verdad con el error y se atreve a situarlos en el mismo plano.


Si se comulga con semejantes ruedas de molino, uno se rebaja hasta límites insospechados, y comete un gravísimo pecado mortal de herejía y apostasía que lo separa irremediablemente del Cuerpo Místico de N.S.J.C.


Otro de los engaños que se podrían derivar de la Operación del error sería la ceguedad ante las evidencias de que Montini-Pablo 6 tiene todos los atributos del Anticristo personal, el cual engañó y venció a la casi totalidad de la Iglesia Militante con la herejía y la apostasía revestidas hipócritamente de términos oscuros y ambiguos tales como el "aggiornamiento", el "ecumenismo", el "diálogo" y la "libertad religiosa", con los que ese astuto hijo de Satanás hizo perder su razón de ser y existir a quienes debían ser la luz y la sal del mundo, robándoles lo más sagrado que tenían en sus almas, que era la Santa Fe Católica, Apostólica y Romana, y todo esto el Anticristo lo logró de manera “dialogada”, ¡sin derramar ni una sola gota de sangre! llevándolas a la condenación eterna por abrazar el error escondido en la herejía y la apostasía que Montini-Pablo 6 impuso dogmáticamente tras el conciliábulo, y que los desgraciados Obispos aceptaron voluntariamente, aprovechándose de su jugada maestra que le hacía parecer a ojos de todos los Obispos del orbe como Sumo Pontífice, Maestro Universal y Juez Supremo, generando así una “nueva” religión anticristiana e indiferentista inmediatamente después de tan siniestra asamblea.


Además, dentro de la Operación del error podemos englobar también los numerosos falsos prodigios sacramentales que se han producido en el seno de la inmunda Ramera, como son los falsos milagros eucarísticos, las falsas apariciones del Señor y la Virgen María, los falsos mensajes supuestamente enviados por el Padre Eterno, Su Divino Hijo, o la Santísima Virgen, los falsos sacramentales, etc., etc. Todos estos falsos poderes de engaño y seducción se ceban principalmente con los simples y poco instruidos, que son presa fácil de astutos charlatanes revestidos de una falsa mitra o sotana, que fingen ser muy piadosos y formados, pero que en realidad son mortíferos lobos con piel de cordero, los falsos cristos y los falsos profetas contra los que nos advirtió N.S.J.C. en el Evangelio. (Mateo 24,24).


Lo más triste es que quienes están afectados por la Operación del error no son conscientes de la poderosa ilusión que sufren, y siguen hacia adelante en su delirio diabólico, hundiéndose cada vez más en la negación de la Verdad y la difusión de la cizaña venenosa esparcida por el Anticristo y sus secuaces con falsas apariencias de piedad y caridad.


¿Quiénes son los principales engañados por tan peligroso engaño? Evidentemente, los primeros engañados son quienes forman parte de la falsa jerarquía y el falso clero de la Ramera, pobres infelices que llevan la marca de la Bestia en la mano y en la frente, y que van esparciendo el error y la sabiduría satánica del príncipe de este mundo, Satanás, el cual se aprovecha de las estructuras externas de lo que fue la Iglesia Católica para difundir por los cuatro costados del orbe la mentira y la apostasía. Esos tontos útiles que visibilizan a la secta conciliar llevan la soga al cuello puesta, y únicamente un verdadero milagro de la Gracia podría hacer que abrieran los ojos y salieran de su lamentable estado, antes de que sea demasiado tarde y vayan a parar al gran lago de fuego y azufre preparado para el diablo y sus ángeles rebeldes.


Dentro del falso clero de la Ramera hay que incluir también a los falsos cristos y falsos profetas engendrados por las sectas de los hipócritas orgullosos el francés Marcel Lefebvre y el vietnamita Pierre Martin Ngô Dinh Thuc, ambos excomulgados por aceptar y adherir a la herejía y apostasía del conciliábulo Vaticano 2 [canon 188.4 y Bula Cum ex apostolatus officio de S.S. Pablo IV]. Estas sectas destructivas han configurado unas “iglesias” exógenas y acéfalas, integradas por simples laicos disfrazados de “obispos” y “sacerdotes” sin misión ni jurisdicción sobre absolutamente nadie, pues no hay Papa que se las proporcione. Estos infelices sectarios son incluso más peligrosos que los de la Ramera oficial, pues son muy hipócritas y fingen ser los últimos representantes visibles de la Iglesia Católica “tradicional” (sic), anterior al conciliábulo, y para ello se rodean del engañoso boato y el falso atrezzo de las mitras, las sotanas, el incienso, el latín y el rito tridentino de la Santa Misa, que a tantos incautos tiene seducidos y encandilados.


El espantoso castigo eterno que les aguarda a esos desgraciados usurpadores del sacerdocio y profanadores de lo sagrado ha sido revelado por Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio con estas terribles palabras:

“No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos cantidad de prodigios?» Entonces les declararé: «Jamás os conocí. ¡Alejaos de Mí, obradores de iniquidad!». (Mateo 7,21-23).


Inmediatamente a continuación del falso clero de la Ramera se encuentran los fieles de dicha monstruosidad herética que se hace pasar por la Esposa de Cristo. Esas pobres almas son demasiado débiles, tibias, perezosas o cobardes para salir de la falsa seguridad que les proporciona la Ramera y sus acólitos, acostumbrados como están a recibir los Sacramentos “a cualquier precio” y sin hacer el debido discernimiento. Su conciencia culpable quizás les reprocha a veces que la secta a la que pertenecen ya no es la santa Iglesia Católica bimilenaria, pero ellos se esfuerzan por ahogar esos gritos de denuncia que su propia psique atormentada les lanza, agravando así su triste estado y comprometiendo seriamente su salvación eterna.


El gran drama y la tragedia indescriptible es que los pobres infelices que adoran a la Bestia y su imagen -representada por los impíos sucesores del Anticristo Pablo 6, hoy por el infame hereje tabernario de Bergoglio - pierden todo el mérito sobrenatural de sus oraciones, ayunos, sacrificios y cualquier buena acción que puedan realizar, dado que Dios Uno y Trino les rechaza y abomina de ellos al estar en estado permanente de pecado mortal por pertenecer a una secta herética y apóstata. ¡He ahí la enorme desgracia y la maldición que cae implacablemente sobre los que participan y se hacen solidarios de las abominables idolatrías y fornicaciones de la Ramera!


De nada les servirán sus devociones, por muy piadosas y tradicionales que sean, como puedan ser la asistencia a lo que ellos imaginan es el Santo Sacrificio de la Misa en las sectas thucistas y lefebvristas, ceremonias oficiadas por simples laicos disfrazados que no consagran absolutamente nada; ni tampoco les aprovecha el rezo del Santo Rosario o el del Vía Crucis, pues el Señor y Su Madre Santísima los rechazan al ser ofrecidos en estado de pecado mortal, que les priva de la Gracia santificante al separarles del amor de Dios y convertirles en objeto de la santa cólera.


Mientras permanezcan dentro de la inmunda Ramera o de sus tentáculos tradicionalistas y sedevacantistas, son objeto de la terrible maldición y de la santa ira de Dios, que pronto va a descargar sobre esa monstruosa abominación parida por el Anticristo tras el conciliábulo Vaticano 2.


Por tanto, el que tenga ojos para ver y oídos para oír, que oiga y entienda. ¡Salid de ella, pueblo mío, para no ser solidarios de sus pecados y no participar en sus plagas, pues sus crímenes se han acumulado hasta el cielo, y Dios va a castigarla!


A continuación, analizaremos brevemente a la gran Ramera del Apocalipsis, también llamada secta conciliar, nueva iglesia montiniana o prostituta de Babilonia, surgida cual aborto diabólico o funesta anomalía tras la clausura de la gran apostasía del conciliábulo Vaticano 2.

Continuará...

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