6. *SOBRE EL MUNDO Y SUS ENGAÑOS PARA
EL ALMA.
“La amistad de este mundo hace adúlteras las almas y las hace fornicar lejos de su único, verdadero y legítimo cónyuge, de quién habéis recibido como anillo el Espíritu Santo”.
San Agustín,
Sermón, 260C, 7
“El mundo está crucificado para mí, y
yo estoy crucificado para el mundo”. (Gálatas 6, 14).
“El hombre nuevo nace del viejo,
porque la regeneración espiritual se inicia con el cambio de la vida terrestre
y mundana”.
San Agustín
"Toda verdad, la diga quien la
diga, viene del Espíritu Santo".
San Ambrosio
[*Inicialmente, este asunto no estaba concebido para ser
tratado en este ensayo, pero finalmente he decidido incluirlo por la relevancia
e influencia innegables que el mundo tiene dentro de lo que se llama el
misterio de la iniquidad, que es el espíritu del maligno que se opone a Dios
desde el principio de la Creación, así como por el papel que el mundo juega
dentro del misterio insondable de la Operación del error, que explicaremos en
un capítulo posterior.]
Trataremos
ahora acerca del falso espíritu del
mundo, que no conoce a Dios y que se le opone hostilmente; es en realidad
el espíritu del príncipe de este mundo, o sea, del demonio. Sus falsas máximas
ensalzan la triple concupiscencia de los ojos, la carne, y del orgullo. Lo
sensual y material son sus únicos valores, siendo la vanagloria y el egoísmo el
objeto de todos sus afanes. Es el espíritu impío y profano que promueve la
incredulidad, la idolatría de las falsas religiones, el ateísmo, la apostasía,
etc. Tiene esclavo al mundo entero, su dominio es total, sobre todo hoy que la
Iglesia ya no es visible al haber sido quitados de en medio el Papado y la
Iglesia visible.
Elaborando
una visión de conjunto del mundo de hoy, vemos, gracias al criterio y
entendimiento espiritual que nos proporciona el Paráclito Consolador, que hay
una enorme masa de mundanos y paganos que viven como si Dios no existiera,
totalmente ajenos y sordos al Evangelio, entregados a sus ficciones y vanidades
particulares, enredados en sus propias pasiones sin mortificar que les hacen
caer constantemente en horrendos pecados de todo tipo y especie. Todos ellos se
sitúan voluntaria y lamentablemente fuera del plan de salvación de Dios, debido
a su obstinación y su orgullo en negarse a escuchar la Palabra de Dios, o si algunos
de ellos la escuchan, no la ponen en práctica y la olvidan pronto, señal de que
no han creído realmente en esa Palabra que tiene el poder de hacer de ellos
hijos de Dios y encaminarles hacia la senda angosta que lleva a la salvación y
la vida eterna.
Continuará...
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