Los 24 argumentos de Don Ramón Tatay (carlista valenciano) contra la totalidad del proyecto de ley de Libertad Religiosa (1967)
LA LIBERTAD RELIGIOSA, LEY CONSTITUCIONAL
LOS 24 ARGUMENTOS DE DON RAMÓN TATAY CONTRA LA TOTALIDAD DEL PROYECTO DE LEY
Elaborado ya (1967) el proyecto de Ley de Libertad Religiosa, que deberá pasar a las Cortes del Reino para su examen, dictamen, debate, si hubiere lugar, y aprobación definitiva, hemos considerado interesante recabar la opinión, acerca de problema de tanta trascendencia histórica, de un hombre tan autorizado como el ilustre letrado valenciano Don Ramón Tatay y Tatay, Licenciado en Derecho Canónico, Bachiller en Sagrada Teología y una de las más descollantes figuras del carlismo de nuestro tiempo. Don Ramón Tatay, integrista ciento por ciento, nos ha dicho:
«He aquí algunos de los más numerosos y principales argumentos que me obligan a rechazar cualquier intento, por mínimo que sea, de introducir la llamada «Libertad religiosa» en esta tierra sagrada de España, nunca hasta hoy profanada por la presencia legal y masiva de las sectas anticatólicas:
1) Doy por reproducido el texto íntegro del escrito firmado por los señores Fagoaga, Marrero, Piñar, Vallet de Goytisolo y Vegas Latapie, en agosto de 1964, y publicado en Madrid por las revistas «¿QUE PASA?» e «Ilustración del Clero», y aludido en otros órganos no menos autorizados y prestigiosos.
2) «.., ¿Seguiríamos a los Papas o al Concilio? ¿O es que los textos del Vaticano II, que nada han querido definir, tienen más autoridad en materia de libertad religiosa que las epístolas y encíclicas de Pío VI, Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Pío XI, y Pío XII, coherentes, por lo demás, con sus antecesores, v. gr. con todos los que gobernaron la Iglesia desde Constantino hasta el Cisma de Focio y, especialmente, con San León el Grande, con Gelasio y Celestino, tan expresivos en esta materia?». (P. Eustaquio Guerrero. S. I., en «Cristiandad», Barcelona, núms. 427-428, septiembre-octubre 1966. págs. 198-199). Y prosigue:
3) «Y si la Iglesia enseñó siempre como indiscutible verdad que el Estado católico correspondiente a una sociedad católica NO DEBE RESPETAR la inmunidad en materia religiosa cuando el acatólico trata de difundir sus errores entre los católicos. ESO SIGUE Y SEGUIRA ENSEÑANDO. Fuera de que el Concilio ha ratificado esa doctrina en el número 1 de la Declaración (art. cit., pág. 199).
4) En efecto, la Decl. «Dignitatis humanae» proclama en su número 1: «Se mantiene íntegra la doctrina tradicional…» Nadie puede desconocer ese inequívoco texto que cierra el paso, una vez más, a la «libertad religiosa» en España. (*)
5) Irrefutable escrito del mismo P. Guerrero probando, de modo definitivo, que no se puede lícitamente autorizar la menor propaganda protestante en España si se tiene presente la Doctrina católica («Cruzado Español», núms. 205-206, 1 y 15 octubre de 1966. pág. 3).
6) «Es un error creer que este es un problema religioso. Es un problema político que va contra el régimen español, como lo fue el de los presos de Burgos y el de los mineros de Asturias» (P. Francisco Peiró, S. I. «Lo que debe usted saber sobre la libertad religiosa». Madrid-Barcelona. 1965. Cfr. pág. 14. Artículos publicados anteriormente en «ABC»).
7) La «historia de la Iglesia», de la B.A.C., escrita por los PP. jesuitas, en su tomo IV (edic. de 1951), páginas 329-330, prueba la conexión existente entre los templos protestantes y logias masónicas al servicio de Inglaterra, según documentos capturados durante nuestra guerra civil de 1936-1939.
8) En esa misma gravísima consideración insiste, encarándose con el Gobierno español e invocando la perennidad del Movimiento Nacional de julio del 36, el actual miembro del Consejo del Reino, monseñor Olaechea, en su pastoral de 15 de agosto de 1952: «Los disidentes, ¿cuántos y quiénes son?» El arzobispo de Valencia juzga ya anticipadamente lo que ahora se propone tan sin rodeos al país. Es muy explícito sobre los crímenes horrendos de las sectas protestantes aliadas con las hordas rojas y a su servicio desde antes del 17 de julio del 36. La pastoral del consejero del Reino, doctor Olaechea, tiene ahora más actualidad que entonces y es completamente imposible olvidar las conclusiones a que llega y las advertencias tan cargadas de temibles presagios que hace al Gobierno español.
9) Públicamente ha dicho y repetido el arzobispo de Madrid, doctor Morcillo, que España es el país que más “arriesga” (sic) con la libertad religiosa. Y ¿quién nos obliga a incurrir en esos riesgos no sólo innecesarios, sino gravemente ilícitos? Ya hemos visto que eso sería suicida, según expresamente afirma monseñor Olaechea, tan adicto a la persona y a la obra de S. E el Jefe del Estado.
10) El mismo prestigiosísimo prelado habla de la guerra civil probable si se abre la puerta al protestantismo, y la misma severa admonición hicieron en su día -con casi idénticas palabras— a quien podía y debía oírlas, monseñor Zacarías de Vizcarra en sus innumerables artículos de «Ecclesia» sobre las insidias de las sectas y sus pretensiones y el apoyo internacional; el obispo de Las Palmas, doctor Pildain, y el actual arzobispo de Zaragoza, doctor Cantero, en su conferencia en el C. S. de I. C.
11) El nada sospechoso de amor a nuestra unidad católica, el muy izquierdista Emilio Salcedo, nos refiere en su completa biografía sobre Unamuno (Edit. Anaya. Salamanca, 1954) que todos los pastores protestantes españoles eran a la vez masones y con vinculaciones anglófilas. Lo testimonió la esposa del pastor Atilano Coco, fusilado en aquella ciudad.
12) Doy por reproducidos los muy serios argumentos del actual ministro señor Carrero Blanco ante el Consejo de Ministros, en La Coruña el 10 de septiembre de 1964, objeto de virulentos ataques por el corresponsal de «Le Fígaro» en Madrid y reproducidos y amplificados por la progresista revista jesuita «Hechos Dichos» (Zaragoza, enero de 1965, páginas 119-122) por oponerse al estatuto de acatólicos. Y doy aquí por reproducida la carta a dicho señor Carrero que le envié el 29 de enero de 1965 aún sin respuesta.
13) El Jefe del Estado dijo ante las Cortes el 24 de octubre de 1953, al ratificar el vigente Concordato: «En todo caso, la tolerancia para creencias y cultos diversos NO QUIERE DECIR LIBERTAD DE PROPAGANDA que fomente las discordias religiosas y turbe la segura y unánime posesión de la verdad y de su culto religioso en nuestra Patria. PORQUE NOSOTROS PODEMOS CONSENTIR que los disidentes encuentren en España modo de practicar su culto, PERO NO QUE, contra la voluntad general y con escándalo del pueblo, HAGAN PROSELITISMO e intenten desviar a los católicos con dádivas de los deberes religiosos, cuando la casi totalidad de la nación quiere conservar, A CUALQUIER PRECIO, su unidad católica.»
14) Escribía yo en carta del 31 de diciembre de 1965 (completando otra del día anterior) al señor Oriol, ministro de Justicia —cuyo subsecretario, señor Alfredo López, tanto se ha distinguido en sostener tesis arriesgadísimas y sin base alguna sobre «libertad religiosa», con gran escándalo de los católicos conscientes—: «...8) Los catedráticos de Universidad sancionados hace pocos meses por actividades subversivas pedían en sus escritos ilegales la libertad religiosa y la separación de la Iglesia y del Estado (cf. texto oficial hecho público por el Gobierno): por tanto, sería suicida hacer la más mínima concesión (a esos enemigos declarados del Estado y del Régimen) en esa materia. Bien claro se advierte en los contundentes escritos de los padres F. Peiró y José Alvarez (especialista prestigioso en probar los errores del íntegro Secretariado para la Unión de los cristianos (Vaticano II), que preparó e impuso los textos sobre libertad religiosa, pero que no pudo impedir que bajasen de peldaño en peldaño jurídicamente hablando en cada etapa hasta llegar al ínfimo: una declaración pura y simple, cuando se pretendió sucesivamente que fuera constitución dogmática, constitución pastoral y decreto, quedándose en lo que fue y es.)
15) Un destacado religioso O. P. probó en «El Español» hace algunos meses (1967) la mala fe del protestantismo mundial respecto del Concilio. En cuanto a los planes de envergadura que esas sectas están ya ejecutando (como nadie ignora) para protestantizar a España y cobrarse así la derrota del s. XVI, hay detalles escalofriantes en el «Boletín del C. I O.», núm 14, pág. 11, del año 1966. ¡Y no puede leerse sin tristeza que cierto embajador ose pedir que se despolitice nuestra unidad religiosa! Si viviera monseñor Vizcarra no lo repetiría. Me recuerda a cuando Pío XII hizo salir de Roma al embajador de De Gaulle ante el Vaticano, nuestro feroz enemigo Jacques Maritain. Es imposible leer aquélla con paciencia, y que conste que si yo callara hablarán hasta las piedras, como dice el Evangelio.
16) Los rojos en el exilio y todos los órganos extranjeros más hostiles siempre a la Cruzada, ahora baten palmas y se apresuran a felicitar a régimen tan aperturista. ¿De dónde sale tan repentino afecto y cariño? ¡Y aún osa decir la prensa que el partido comunista obstaculiza el Referéndum (1966)! ¡Falso por completo! Los secuaces de Moscú no son tan idiotas que combatan sus propios intereses. Nunca lo han hecho y cada día saben más. Siempre desearon la «libertad religiosa» y se preparan a sacar buen partido de ella, si llega a introducirse —«quod Deus avertat!»
17) ¡Bastaría leer lo que la muy escandalosa —en todos los sentidos— sucursal del masónico e izquierdista «Le Monde» en Madrid: me refiero, claro está, a cierto diario «popular» (“Pueblo”). Lo que escriben estos días allí con grandes titulares sobre dicho tema testifica sobradamente de qué se trata! No se puede indicar más claramente que España es ya (1967) presa de las sectas, y casi más que durante la sanguinaria república que también introdujo la libertad religiosa, aunque esa vez con la expresa reprobación de la Santa Sede. Ahora se alega que existe el visto bueno de Roma. Ya expuse lo que se puede pensar de eso con el Magisterio Pontificio de veinte siglos en la mano. (*)
18) De una vez para siempre hago constar que la unidad religiosa es total y radicalmente incompatible con la menor libertad religiosa y es un monstruoso sofisma confundir adrede -como se viene haciendo incluso por altos eclesiásticos- UNIDAD CATÓLICA y ESTADO CONFESIONAL, que son cosas muy diversas y conceptos no siempre coincidentes. Ampliamente se probó este aserto en el número de ¿QUÉ PASA? correspondiente al 3 de diciembre de 1966, pág. 4 y antes, de modo completo, en «Boina Roja» decano de la prensa carlista de posguerra.
19) En la autorizada revista falangista «Juanpérez», B.ª, afirmó expresamente en su núm. 13, autorizado por la censura, en 1964, página 11, que «el objetivo del Estatuto es DISOLVER LA UNIDAD CATÓLICA».
20) Y «Montejurra», número extraordinario, octubre 1964, sobre unidad religiosa, proclamaba con grandes titulares en su portada esto:
«LIBERTAD RELIGIOSA EN ESPAÑA IGUAL A:
ROMPER LA UNIDAD NACIONAL
DESVIRTUAR LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.
TRAICIONAR A LOS MUERTOS DE LA CRUZADA.
Mientras el pueblo español desconoce el proyecto, los órganos protestantes, progresistas y rojos lo conocen hasta el último detalle».
21) Habla el Papa San Pío X: «La libertad de cultos es un error monstruoso, un delirio, una libertad de perdición, un error que no puede haberlo más fatal para la Iglesia católica y la salvación de las almas, UNA DESASTROSA Y PARA SIEMPRE DEPLORABLE HEREJIA, un temible sistema: la libertad de cultos corrompe las costumbres y el espíritu, propaga la peste del indiferentismo, constituye un verdadero crimen social.»
22) Más de un centenar de libros y folletos, desde 1960 hasta hoy prueban concienzudamente cuanto yo he venido exponiendo sobre deberes gravísimos de gobernantes católicos en naciones católicas. El Vaticano II, pese a cuanto se diga en contra (*), jamás podía modificar en lo más mínimo al Supremo Magisterio Pontificio en esa materia, por ser éste, hasta Juan XXIII inclusive:
Explícito
Infalible
Irreformable; y
Reiteradísimo.
23) Como carlista en activo ratifico mi adhesión al documento oficial de la Comunión Tradicionalista de 23 de mayo de 1963, firmado por don Javier, su jefe delegado, y restantes autoridades de la C. T., y expreso mis reservas ante recientes defecciones, de cuya autenticidad desconfío.
Nadie puede olvidar en conciencia tantos documentos obligatorios de Roma, sobre todo las proposic. 15 a 18, la 55 y las 77 a 79 del «Syllabus» y encíclica «Quanta cura» de 1864, de Pío IX, y las de Gregorio XVI y León XIII. En la «Quanta cura» hay un texto directamente afectante a la nueva redacción del art. 6.°, que queda ya reprobado sin apelación posible ante la conciencia católica del país y del mundo entero. Ya León XIII confirmó la grave obligación de los gobernantes católicos de reprimir por la fuerza a los cultos acatólicos en la difusión de sus errores.
24) Yo pronuncié en enero y febrero de 1966 un ciclo de conferencias contra la libertad religiosa, entendida en sentido heterodoxo, en el Circulo Carlista de Valencia, y todas las noches presidieron destacados representantes de ambos cleros, lo que hago constar con legitima satisfacción. Por mis convicciones profundas debo rechazar esa ley anunciada que atenta contra el dogma católico y lo hago con toda mi alma como teólogo y canonista, y también como jurista seglar. Mis padres y tres tíos fueron asesinados por los rojos y yo mismo escapé milagrosamente a idéntico fin. Las hordas —a las que propone «Arriba» del 11 de agosto pasado un homenaje nacional— se incautaron de todos mis bienes, y puedo asegurar que desde 1936 me hallo en pie de guerra contra quienes intenten repetir la hecatombe del 36.
(*) Referencia al famoso párrafo “engañabobos” del cap I de la Introducción a “Dignitatis Humanae: “El santo Concilio…. deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo”.
Revista ¿QUÉ PASA? núm 158, 7-Ene-1967