DOMINGO TERCERO DE CUARESMA
Evangelio de San Lucas 11, 14-28.
Estaba Jesús echando un demonio, el cual era mudo. Cuando hubo salido el demonio, el mudo habló. Y las muchedumbres estaban maravilladas. Pero algunos de entre ellos dijeron: “Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, requerían de Él una señal desde el cielo.
Mas Él, habiendo conocido sus pensamientos, les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es arruinado, y las casas caen una sobre otra. Si pues, Satanás se divide contra él mismo, ¿cómo se sostendrá su reino? Puesto que decís vosotros que por Beelzebul echo Yo los demonios. Ahora bien, si Yo echo los demonios por virtud de Beelzebul, ¿vuestros hijos por virtud de quién los arrojan? Ellos mismos serán, pues, vuestros jueces. Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios. Cuando el hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. Pero si sobreviniendo uno más fuerte que él lo vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos. Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama”. “Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, recorre los lugares áridos, buscando donde posarse, y, no hallándolo, dice: «Me volveré a la casa mía, de donde salí». A su llegada, la encuentra barrida y adornada. Entonces se va a tomar consigo otros siete espíritus aun más malos que él mismo; entrados, se arraigan allí, y el fin de aquel hombre viene a ser peor que el principio”.
Cuando Él hablaba así, una mujer levantando la voz de entre la multitud, dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que Tú mamaste!”
Y Él contestó: “¡Felices más bien los que escuchan la palabra de Dios y la conservan!”
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Meditación espiritual de Un Discípulo Amado de N.S.J.C.
Del Evangelio de hoy extraemos 2 conclusiones muy importantes, a saber, que todo esfuerzo realizado por propia iniciativa y sin contar con Dios Ntro. Señor está destinado al fracaso, quizá no en este mundo fugaz y engañoso, pero ciertamente sí en la otra vida, cuando aparezcan expuestas a ojos de todo el universo las obras de cada uno; en efecto, de nada servirá entonces alegar buenas acciones meramente humanas y filantrópicas, las cuales suelen hacerse con el egoísta fin de complacer a otros y merecer sus elogios vanos e inútiles, motivadas por el detestable orgullo personal y por el ansia de aparentar, esto es, vanidad y más vanidad. Eso y no otra cosa quiere decir el acumular buenas acciones y méritos sin hacerlos por puro amor de Dios y compasión hacia el prójimo. Todo eso será reputado por bien poco en la hora decisiva del Juicio, pues ya el mismo Hijo de Dios nos advierte que quien así hace, desparrama, es decir, malgasta las gracias y talentos que el Espíritu Santo le ha otorgado.
Del mismo modo, quien no está con Jesús y con Su Vicario, está contra Él, por mucho que rece, ayune o se mortifique. Para que nuestra penitencia tenga mérito a ojos del Buen Dios y nos aproveche para blanquear nuestros pecados, se ha de hacer en unión con lo que la Santa Iglesia Católica siempre ha enseñado por medio de sus Vicarios los Papas desde el bendito San Pedro hasta S.S. Pío XII. Querer ir por libre o hacer oídos sordos al Magisterio y la Disciplina de la Iglesia es desparramar y construir sobre la arena, como lamentablemente hacen los herejes y cismáticos de todas las épocas, y hoy más si cabe si consideramos que la monstruosa anomalía que es la Ramera del Anticristo Pablo 666 ha extendido sus sucios ramajes sobre el orbe entero y lo ha infectado absolutamente todo con su mortífero veneno. Es de esa abominable secta infernal de quien debemos huir a toda prisa sin mirar atrás, pues su espantoso final ha sido ya escrito en el Libro del Apocalipsis.
Esforcémonos, pues, en profesar y practicar nuestra santa Fe Católica en los montes y en el desierto, o sea, lejos de la Ramera y sus múltiples tentáculos, incluso de aquéllos con aspecto "tradicional" como pueden ser las sectas de los excomulgados por herejía y apostasía pública y notoria Marcel Lefebvre y Pierre Ngô Dihn Thuc, los cuales han engendrado un ejército de peligrosos falsos cristos y falsos profetas que pululan por la tierra sembrando la cizaña del error y la desobediencia.
Si queremos estar con Cristo y Su Iglesia, viviremos alejados de esa inmensa turba de apestados hipócritas, y guardaremos la Fe en el anonimato y el silencio de nuestros hogares, alimentándonos de las gracias divinas que el Paráclito Consolador derrama sobre los hijos fieles para que no desfallezcan.
La segunda conclusión que sacamos del Evangelio es la inmensa alegría que embarga a quienes escuchan la Palabra de Dios y la conservan en su corazón para que dé fruto a su tiempo. Cuando la mujer que levantó la voz de entre la multitud para alabar a la Madre del Salvador le tributó el homenaje de la maternidad divina, Jesús no repite los elogios tributados a María, pero los confirma, mostrándonos que la grandeza de su Madre viene ante todo de escuchar la Palabra de Dios y guardarla en su corazón. “Si María no hubiera escuchado y observado la Palabra de Dios, su maternidad corporal no la habría hecho bienaventurada” (S. Crisóstomo).
De lo cual deducimos la enseñanza más importante y crucial de todas, que es la escucha atenta de la Sagrada Escritura con el fin de cumplirla en nuestras vidas y dar buen fruto sobrenatural para la vida eterna. La Palabra de Dios no está ahí simplemente para leerla y complacerse en ella, pero no llevarla a la práctica después. Quien así obrase, sería un inconsciente y un desgraciado. El Señor quiere que nos apliquemos en el conocimiento de Su Palabra, pidiendo las luces de que habemos menester al Espíritu Santo, de modo que podamos comprender esas verdades decisivas que están ocultas para los grandes y poderosos, pero que el Padre Eterno se ha complacido en revelar a los pequeños y humildes.
Esa Palabra, si la conservamos a lo largo de nuestra vida, esto es, si la releemos y consideramos cuidadosamente, ajustando nuestras vidas a lo que Dios ha dejado escrito allí para nuestra santificación, si así hacemos, esa Palabra tiene el poder de salvar nuestras almas en la hora crítica del Juicio.
Seamos fieles imitadores de la Santísima Virgen María y pongamos mucho empeño en leer y conservar tan divino tesoro, porque allí se encuentra la verdadera y única felicidad que existe, la cual el mundo no puede dar porque no la conoce ya que odia la Palabra de Dios y quisiera borrarla de la faz de la tierra, o no la cree y la considera una locura o necedad.
Y sigamos nuestra carrera cuaresmal con ánimo renovado y espíritu contrito, pues estamos en la buena senda sin lugar a dudas, aunque seamos tan pocos, pero Dios no aprecia la cantidad sino la calidad, ¡así que adelante!
A.M.D.G.+