ANÁLISIS DE TODOS LOS DOCUMENTOS DEL VATICANO 2. (Parte 2) ERRORES CONCERNIENTES A LA SANTA IGLESIA Y A LA BEATÍSIMA VIRGEN

 



2. ERRORES CONCERNIENTES A LA SANTA IGLESIA Y A LA BEATÍSIMA VIRGEN


2.0 Una idea equivocada sobre la santa Iglesia (conocida como el error del subsistit in): a la Iglesia no se la concibe ya como la Iglesia única y verdadera de Cristo (conforme se ha enseñado siempre), puesto que se osa escribir que la “Iglesia de Cristo” (…) «subsiste en la Iglesia católica», igual que subsisten «fuera de ella muchos elementos de santificación y de verdad», a título de «dones propios de la Iglesia de Cristo» (Lumen Gentium § 8; también: Dignitatis Humanae § 1; Unitatis Redintegratio § 3); lo que equivale a sostener, contra el dogma de la fe, que las almas se salvan también fuera de la Iglesia católica –la cual, pues, no constituye ya el único “medio de salvación”– y que también las comunidades heréticas y cismáticas son “medios de salvación” (UR § 3), a despecho de sus “defectos”, porque «el Espíritu de Cristo no rehuyó servirse de ellas como de medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de gracia y de verdad que se confió a la Iglesia católica» (UR § 3 cit.).


                                 


A la Iglesia católica se le deja aún “la plenitud total de los medios salvíficos”, puesto que es «auxilio general de la salvación [generale auxilium salutis]» (ivi). Pero al proceder así se la rebaja de medio único de salvación, a mero “auxilio general” (expresión oscura), que posee “la plenitud total de los medios salvíficos” (aunque sólo la “plenitud” de ellos, no la unicidad de los mismos, como antes). Lo que significa que, in mente Concilii, hay medios menos plenos de salvación, por decirlo así, pero que, con eso y todo, la confieren (salvación que no puede ser menos plena de suyo, dado que es imposible concebir una salvación a medias); medios que se hallan también, según parece, en los denominados “hermanos separados”, visto que éstos gozan asimismo de la asistencia del Espíritu Santo, no a título de individuos, sino cabalmente en cuanto comunidades herejes y cismáticas.



Tenemos que habérnoslas con un error teológico manifiesto, puesto que las comunidades “separadas” son tales precisamente porque rechazaron la asistencia del Espíritu Santo a fin de correr tras los propios errores que las condujeron a la separación. Esta nueva doctrina del concilio resulta ser, además, inconsistente en el plano lógico, porque no se comprende cómo unos medios de salvación “defectuosos” y, por ende, menos plenos que los de la Iglesia católica, pueden conferir la misma salvación brindada por esta última: a medios desiguales deberían corresponder resultados desiguales, no idéntico resultado.


                           


*Nota sobre la Dominus Iesus del sucesor del Anticristo Ratzinger, alias “Benedicto 16”.


Muchos “católicos” [*en realidad miembros de la Ramera!] se alegraron de la Declaratio Dominus Iesus (A.D. 2001), que repitió el subsistit de la Iglesia de Cristo en la Iglesia católica, así como el principio según el cual la Iglesia católica es la única que goza de la “plenitud” de los medios de salvación. Sin embargo, para ser conforme con el depósito de la fe, la Declaratio habría debido decir que la Iglesia de Cristo subsiste sólo en la Iglesia católica, en lugar de decir –en sintonía perfecta con Lumen Gentium y Unitatis Redintegratio– que la «Iglesia de Cristo, a pesar de las divisiones de los cristianos, continúa existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica» (DI § 16). El adverbio “plenamente” es el que no cuadra bien, puesto que se quiere significar con él que la Iglesia de Cristo continuó y continúa existiendo, bien que no plenamente, en “elementos” que, pese a hallarse fuera de la Iglesia católica, con todo, confieren salvación. Precisamente tal concepto es el que contradice al dogma bimilenario Extra Ecclesiam nulla salus. En efecto, la verdad proclamada en este dogma (nulla salus: ninguna salvación) es la siguiente: fuera de la Iglesia católica, Iglesia única y legítima de Cristo por los siglos de los siglos, no hay ni puede haber “medios de salvación”, sean más plenos o menos, es decir, “medios” que pueden procurar la salvación porque existen gracias a “iglesias” o “comunidades” heréticas y cismáticas en cuanto tales. Fuera de la Iglesia no hay otra cosa más que la posibilidad de una salvación individual del hereje o cismático material, esto es, del hereje de buena fe, que comparte las doctrinas de su secta por ignorancia inculpable de la doctrina católica, y que busca sinceramente cumplir en todo la voluntad de Dios. Ésta es la doctrina del bautismo de deseo implícito, que se aplica también a los acristianos: si el infiel o el hereje de ánimo pío y devoto hubiese conocido a la Iglesia o la auténtica doctrina de ésta, se habría adherido a ellas. Extra Ecclesiam (visible) no existe, pues, nada más que la posibilidad de una salvación individual, que puede tener lugar por obra del Espíritu Santo, no obstante la pertenencia material del hereje, del cismático, del infiel, a su secta, comunidad o religión, y no porque tal secta o comunidad represente un elemento de la Iglesia de Cristo en el que obre, aunque resida en él de manera imperfecta, la «misma plenitud de gracia y de verdad que se confió a la Iglesia católica» (Unitatis Redintegratio cit.).


                   



Hay más. Tanto el Vaticano 2 cuanto la Dominus Iesus tienden a aplicar este gravísimo error doctrinal incluso a todas las religiones acristianas, las paganas inclusive, porque ambos llevan el sello de la falsa doctrina según la cual «las semillas del Verbo [semina Verbi]» (de la Verdad Revelada) aparecieron de algún modo en tales religiones y allí siguen. Cotéjese Lumen Gentium § 17, Gaudium et Spes § 36, Ad Gentes §§11 y 18, y Nostra Aetate § 2 con DI §§ 12, 13 y 14. Los “elementos” de verdad y santificación supuestamente existentes en las comunidades de los herejes y cismáticos tienen, pues, su paralelo en las “semillas del Verbo” que se quiere imaginar presentes en el paganismo antiguo y moderno y en las religiones que se autoproclaman reveladas.



La falsa doctrina de los semina Verbi deriva de una manipulación del pensamiento de los Padres de la Iglesia (San Justino y Clemente de Alejandría), quienes habían visto «una como simiente del Verbo divino» en las intuiciones de ciertas verdades especulativas y éticas, próximas al orden establecido por el Dios verdadero en el mundo y en el hombre, que alcanzaron algunos filósofos (Platón y Aristóteles) y poetas griegos; dicho reconocimiento se limitaba nada más que a las justas intuiciones de tales filósofos y poetas, y, por ende, no se extendía a la religión pagana, a la que nunca dejaron de considerar, en armonía con la Escritura, «culto al demonio» (Salmo 95; I Cor 10, 20). Fue la neoteología la que incluyó arbitrariamente a la religión pagana en el testimonio de los Padres (cf. sì sì no no, ed. italiana, 1997 (XXIII) 9, págs. 1-4; Le sel de la Terre nº 38, otoño del 2001, págs. 1 a 4).



Así, pues, el error del Vaticano 2 ha pasado a la Dominus Iesus. Se continúa enseñando que las comunidades heréticas y cismáticas forman parte de la “Iglesia de Cristo”, aunque gocen ex sese de (presuntos) medios de salvación “defectuosos” y, por ende, menos plenos, y aunque se hallen por tal motivo en una posición de inferioridad en comparación con la Iglesia católica; inferioridad, por otra parte, carente de influencia tocante a la consecución de la salvación, lo que la convierte en algo puramente académico. Todo lo anterior es absurdo e incoherente, y constituye la negación de la verdad de fe divina y católica según la cual sólo la Iglesia católica es la única y verdadera Iglesia de Cristo, inmutable y fiel en los siglos, y tal, que fuera de ella no hay salvación (Denz. § 802, §§ 3866-3872).


                                                  


Continuará...


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